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domingo, 30 de octubre de 2016

Lights Out / Don´t Breathe

Nunca Apagues la Luz... No Respires, sin sentido.

Doble sesión de Halloween con los sentidos puestos... o puede que sin ellos, en el engaño perceptivo. La pausa entrecortada con apariciones sorpresa por los rincones de la casa tenebrosa, los silencios y crujidos, los residentes del más allá y otras existencias accidentales. Entre Nunca Apagues la Luz y No Respires, se siente el miedo... no respires que no te veo.
Dos directores se aproximan a esas tendencias paranormales y vengativas que acontecen por estas fechas, acorde a los criterios actuales del terror fantástico y criminal. El director novel David F. Sandberg, se introducía en la oscuridad de las emociones pasadas con su estreno hace algunas semanas y otras relaciones maternales con tendencia protectora. Antes de emprender el filme Annabelle 2, amplia un cortometraje homónimo propio llamado Lights Out, con una nueva producción de James Wan para New Line y Atomic Monster, cubierta de más sombras que claridad.


Decididamente (no para él)... cuándo se apagan las luces de tu realidad cotidiana, junto a las de la sala del cine, comienza una experiencia que te lleva a distintos planos secuenciales y sensitivos. Sumergirte en una extensión visual de tus deseos semejante a un sueño, o sucumbir ante una terrible pesadilla frente a tus propios miedos, como sucedía con nuestro querido Freddy. Todo depende de tu elección a la hora de sacar la entrada, o los objetivos marcados por un creador de historias que, a veces, se descontrolan, como guantes con afiladas cuchillas.
En el caso del filme "Lights Out", en cambio, aunque desea jugar con cierta polaridad ambiental o de los personajes, produce en el espectador una Somnolencia particular, entre el sueño real y la inmersión catártica. Donde desconoces la realidad cinematográfica que te rodea en la confusión, y la crítica decisión por esta selección, poco reconfortante. En el peor sentido cinematográfico, ya que confundes tu posición real frente a la pantalla y la pérdida de claridad, cuando se te cierran los ojos por el aburrimiento. Bueno, excepto con las subidas sonoras, que te sacan del sopor.

Una idea, no es una bombilla que se enciende o apaga con un interruptor, pues para infundir el miedo o despertar ese instinto de supervivencia innato frente a la amenaza, se necesita la decisión de un equipo y un golpe de ingenio. Sino, se produce una cápsula de tiempo abandonada bajo los escombros del terror y ese mensaje perseguido se precipita al vacío como cuerpo cayendo a plomo en el sofá, en un atardecer o pesadumbre dominical, sin perspectiva. Ni gana.
En el primer instante de esta pesada caída, existe algo de confusión ante el verdadero desarrollo de los hechos narrados o, simplemente, una visión magnificada o falsa sobre el género del terror y el uso de los efectos digitales. También, una sensación de frialdad en nuestro cuerpo ingrávido, que te va dejando inerte, poco a poco, tras una profunda exhalación sonora. Tal que, el interés va menguando con el guion, bastante inconsistente, leve y fatuo, como un dudoso fantasma buscando el blanco más luminoso, entre una ganga de sábanas en las rebajas.

Esto significa que, a pesar de los sustos provocados por ese increscendo musical y la superposición de movimientos espectrales de nueva (mala) generación, no despierta nuestro interés por los acontecimientos que suceden a la/los protagonistas, ni su vivencia familiar... Siquiera percibimos el miedo en nuestro subconsciente, cuando se apaga la luz.
Sin embargo, mientras permanece encendida, podemos visualizar las ´siniestras` actuaciones, de la actriz Teresa Palmer (Warm Bodies, Triple 9) antes de su próxima aparición en una pesadilla bélica titulada Hacksaw Ridge, junto a Matthew Vaungh y Sam Worthington..., un niño tenso que no convence interpretado por Gabriel Bateman (Annabelle), la acostumbrada pérdida ya de Maria Bello (en una especie de suicidio profesional a empellones argumentales), o un indeciso Billy Burke (Twilight, Red Riding Hood), que tampoco paga ningún recibo para solventar esta papeleta.

Todos acabamos en la tiniebla mental ante un simulacro de sustos. Además, que la acción se resiente por inconsistencia dramática y técnica, pues de pagar los gastos de luz eléctrica a menudo, nuestra vigilia no dependería de tantos sobresaltos aciagos o recortes producidos por un ectoplasma, nada carismático.
En segundo término, acompañando tan desdichada narrativa, es la actuación de un par de jóvenes en busca de la luz en el Séptimo Arte, pero buscando a tientas su sitio. Ella, prometedora, de estilo desenfadado y lúcido, se aproxima a un chaval de voz aterciopelada (del estilo actual en Hollywood) que, por contra, crepita en susurros débiles e intermitentes. Bueno, un error sin más de juventud, que ambos deberán intentar iluminar en otras producciones de su horizonte ... si tienen la suerte u oportunidad, de encontrar calidad, en un historia para su crecimiento personal. Esto es, hacerse atractivos con un nombre sugerente para el futuro, en esta industria de luces y sombras.

¡Ah!, tampoco esquivo el papel de su partener en este apagón, Lights Out, aunque lo tuviera olvidado de su ligera aparición en I Am Legend... un Alexander DiPersia, que pretende huir de la quema (interpretativa) en busca de una ayuda argumental, tan torpe e inútil, que produce cierta risa sarcástica, en nuestra oscuridad.
Por último, tras ciertas bajadas reiteradas de intensidad lumínica o creativa en la historia, nos dormimos en una producción que degrada, en cierta forma, al género de terror. Supuestamente, incentivando la imaginación, a través de un engaño, demasiado mascado o visto. Con una puesta en escena demasiado somera e intrascendente, remascada, hasta profundizar en las tinieblas, con el borrón de unos efectos visuales algo chapuceros, requetemascados e insulsos, que te harán preguntarte, porqué has pagado la entrada, si no ves absolutamente nada.

Ni actuaciones interesantes, ni miradas inquietantes... tan solo un desarrollo descafeinado sobre la muerte por diferentes causas y su amenaza sensorial desde el más allá.
Las luces se encienden y sientes que has perdido algo menos de hora y media, ¡menos mal! Porque, Lights Out es una película sin sorpresas ni emoción, siquiera un mínimo alumbramiento llamativo del miedo inteligente, que nos avale sostener la existencia de otro tipo de luz tras este ocaso fatídico o fantasmal del ser humano.
Por tanto, estáis avisados... ¡Luces, cámara y... corten, corten! ¡Corten por lo sano, qué hay que pagar la luz del horizonte cinematográfico o creativo... y no engañar a espectadores despistados, bajo tinieblas soporíferas!

No Respires.

El segundo peldaño carcomido, da un cierto respiro, idóneo para un día apaciguado de Halloween+, sin mirar los diarios. Don´t Breathe, está dirigida y escrita por un joven de Montevideo (Uruguay) llamado Fede Alvárez, conocido por su anterior versión de Evil Dead, que inflama con su aliento o visión acertada sobre el suspense, este tipo de incursiones terroríficas.

Así vemos, que el cine de terror clásico (desde Psicosis) ha vivido pretéritamente enganchado, de otras experiencias traumáticas a flor de piel. Noticias reales o ficticias, tan sacrificadas o sacrílegas, como la misma piel de jóvenes sacrificados por ideologías y posturas vengativas. Chicas en finales, de curso, en un mediático baile de sangre. También, aguzados con problemas sensitivos o ciertas deficiencias visuales, con que distinguir las amenazas, o sentir la frustración.
Como aquellas ciegas perspectivas, entre directores no habituados al miedo, que buscaron la tensión acumulada en los ojos de unos personajes acosados o final girls. En casa o en El Bosque, tal que la dulce Audrey Hepburn escapando de garras asesinas en Sola en la Oscuridad, una Björk bailando en la oscuridad, de una terrible enfermedad progresiva, o una agresión sexual rompiendo las olas o en Dogville. La Uma de Jennifer 8, del Terror Ciego a Sola en la Penumbra, el aislamiento social en El Milagro de Anna Sullivan o el terror conceptual de Saramago en Blindness. Semejanzas con la sordomuda Belinda.... en la triste mirada de Jane Wyman, resistiendo los embates verídicos de nuestra sociedad enfermiza en el filme del mismo título.

Confusión en las sombras, sonidos inquietantes y mejores silencios, perspectivas ciegas o cenitales, respiraciones demasiado próximas, alargamientos y encadenamientos... acercamientos titubeantes sin llegar a palpar el peligro que acecha, sólo respingos y suspiros alentados por un ligero roce del vello, entre sus fuertes dedos. Como si cualquier ligera crepitación en tu butaca o una leve inhalación de necesario aire, por parte del espectador, pudiese llamar la atención sobre las figuras amenazantes a su alrededor. Y esa víctima, te mira y dice... ¡no respires, hombre por favor!

En este momento, la joven y bella actriz Jane Levy (Evil Dead), se encuentra frente al poderoso Stephen Lang (Avatar) y su ´cuidada` barba para causar inquietud o sobrecogimiento, en conjunción con el blanco de sus ojos sin vida. Demostrando que, titubeando por el miedo y la venganza, saben por dónde pisan, con nuevos e interesantes trabajos; la una en el nuevo escenario del crimen en la televisiva Twin Peaks o la película Four Seasons junto a Emma Roberts y Jeffrey Tambor, mientras el segundo se verá rodeado en Beyond Valkyrie, Dawn of the 4th Reich, otras hordas Hostiles del director Scott Cooper o formando parte de un peculiar familia en el filme Braven, de un reconocido creador de efectos de nombre Lin Oeding. Además, de la consabida trilogía ´cameroniana` de Avatar.
Otros que respiran, hondo y profundo, como el joven actor cantante Dylan Minnette (Prisoners, Goosebumps) con un proyecto coral denominado The Masterpiece, dirigido por James Franco con Zac Efron, James y Dave Franco, Alison Brie, Seth Rogen, Sharon Stone, Melanie Griffith... Bryan Craston, entre otros; o Daniel Zovatto, como criminal irracional y bipolar, reconocible en cintas como Beneath y la inquietante It Follows.

Así, entre sofocos y giros inesperados, No Respires nos convence con luchas dramáticas por la supervivencia, recuerdos del suspense clásico y paseos sobre el filo de nuestro abismo sensitivo. Hasta desembocar en la descontrolada violencia, propia de un buen slasher, o una vorágine exponencial del miedo no tan visceral, que evoluciona cuanta más inocencia exhale la víctima ante el hálito frío o vengativo de su perseguidor. Casi sin respiración, temblando de miedo, a tientas, ¡madre!
Por ello, el suspense, triunfa el cine que esconde ciertas cartas bajo el fétido aliento de su narración criminal y más efectista, ya que en Don´t Breathe se modifica, a sabiendas, alguna regla del complicado juego entre gato y ratón. Una diabólica ocurrencia en progresiva evolución caótica, que varía las circunstancias entre agresores y la ceguera, buscando un giro sensorial o existencial, a la caza.

La obscuridad, amplifica los resortes de la trampa extendida sobre el público , como hacía el Maestro Alfred en una red distorsionada visualización de la realidad. Una táctica que se materializaba también, sobre Clarice Sterling, convirtiendo a la profesional en presa o viceversa, como en este filme presente de indefinida naturaleza voyeur. Porque, esta casa sucia y herrumbrosa (sita en Calle Buena Vista - Detroit) y sus amenazantes rincones, esconden a un veterano ex-combatiente, herido por algunas lagunas legales y otros comportamientos irracionales que podrían terminar en otro atroz ´accidente`. Tal que en el pasado de la memoria del personaje.
Así que, no respires... tras su agónica y tragicómica realidad, oculta una doble cara violenta... de ciego justiciero, depredador o víctima. Familiar y solitario de cine (como tantos otros rostros en el mundo que nos rodea)... Un ser que posee una particular justicia y, además, significa caos controlado. Gracias al director uruguayo y el buen trabajo de Mr. Lang.

Cuando la película se adentra en un peligroso territorio, de crujidos y sombras, donde no notamos a primera vista una destrucción ciega y posterior creación, oculta tras inconsistencias emocionales o decisiones extrañas y húmedas, tal que camiseta sudada de tirantes. Pues, el director demuestra buen pulso para recrear la tensión, en múltiples u oscuros habitáculos clásicos (no como en el comentario anterior), magnificando la inseguridad de los personajes ahí reunidos. Entre trampas, tan visuales para el público como efectivas para la narración, que si bien se ahoga en varias escenas, transmiten a la perfección ese estado de ambigüedad marginal, tan necesario y sostenido a través de la sucia respiración. O lo que se ve ensuciado a través de sus mentes. Sorpresas no tan evidentes, con el retrato adecentado por atmósferas asfixiantes o claustrofóbicas, bajo un secreto vecinal.
A pesar de algunos borrones en la narración, falta de otros aspectos conceptuales o artísticos (en el tramo final), su visión del miedo es densa y con cargas de profundidad psicológica, que van dirigidas a las propias tinieblas de la sociedad, como un sótano lúgubre en un barrio perdido de una población incierta.

Por tanto, la acción en Don´t Breathe transcurre sin demasiados traspiés argumentales, ni énfasis tecnológicos o presuntuosos, sino provocados por la confusión visual, la banda sonora y una cuidada fotografía... Este ha sido un buen fin de Halloween (vídeo Special Muse), con algunas luces e inspiraciones.
Hasta más ver... o no. ¡Qué Uds. lo pasen bien, mal! :)


Trailer Sully, de Clint Eastwood.


Tráiler Arrival, de Dennis Villeneuve.


Tráiler Split, de M. Night Shyamalan.

lunes, 17 de octubre de 2016

Cell / Caza al Asesino.

John Cusack y su lado oscuro.

En la historia del Séptimo Arte, abundan esas familias dedicadas en gran parte a la ficción filmada, que han evolucionado en distintos planos temporales y crecido junto a algunos de nosotros, los cinéfilos. Tenemos algunos casos señalados con diferentes miembros famosos, concentrados especialmente en la interpretación o con ciertas labores en otros campos, tal que el desarrollo de guiones, producción o la dirección inclusive; estas familias como los Barrymore, Carradine, Baldwin, Phoenix, etcétera... Pero, sin hablamos de una determinada concentración sobre el estado de Illinois (más definido, en la localidad de Evanston), nos hallamos con sangre irlandesa corriendo por sus venas y esta pasión por el oficio de actor, dónde nacerían varios actores, Ann, Bill, Susie, y sobre todo, con más repercusión internacional o fama, los mayores representados por Joan y John Cusack. Todo un plantel de artistas con importantes papeles y personajes cinematográficos.
El joven John sería otro pequeño prodigio, que seguiría los pasos familiares desde bien niño, acudiendo a sus primeras clases de teatro o prestando su voz en distintos comerciales. Hasta intervenir a la edad de 16 años en su primer largometraje con el título de Class. Además, su carrera incipiente le llevaría a interesarse por el trabajo de guionista y prestaciones ocasionales como fundador también de un grupo propio de teatro, igualmente dedicado a labores de producción, tanto dentro de las tablas como en la pantalla de cine.

De nuestro recuerdo, el enfoque personal impregnando la escena con su dicción, siempre vendría dado por cierta madurez intelectual y toque de distinción, incluso en trabajos de sus comienzos o historias sobre la juventud. Especialmente, tendríamos presente, las pequeñas intervenciones en algunas películas corales con esa ambientación juvenil ochentera, como Un Gran Amor de Cameron Crowe, Class, 16 Velas de John Hughes, Persecución muy muy Caliente junto a un joven Ben Stiller, Creadores de Sombras de Roland Joffé, Juegos de Amor en la Universidad o la maravillosa Stand By Me de Bob Reiner en 1986.
Luego, llegaría su gran aportación al thriller y el interés por ese lado oscuro de los negocios, de la mano de una producción de Martin Scorsese y con dirección de Stephen Frears, llamada The Grifters o Los Timadores, una joya que significaría un determinante punto de inflexión en su incipiente carrera y un salto cualitativo hacia otros papeles, que posteriormente con True Colors, le abrirían la puertas del éxito y el acceso a producciones mayores o grandes recaudaciones en taquilla. Si bien, John asegura que "la Fama es lo peor que le puede ocurrir a un actor".

Los noventa se convertirían en un camino prolífico, quizá su etapa más brillante de intervenciones sonadas, a través directores importantes y sus títulos más recordados. Desde un cameo en la multitudinaria Ciudadano Bob Roberts, a la que seguirían Money for Nothing o Map of the Human Heart, o principalmente una interesante aportación en rodajes de carácter independiente o el mal expresado, cine de autor. Encabezando filmes inolvidables para varias generaciones, desde Sombras y Niebla o su divertido personaje en Balas sobre Broadway de 1994 con Woody Allen, El Balneario de Battle Creek de un Alan Parker al cual añoramos, City Hall dirigida por Harold Baker junto al bestial y omnipresente Al Pacino, Un Asesino Algo Especial, Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal de un siempre comprometido Clint Eastwood, un viaje desde el Corazón de Paul Quinn, la maravilla visual y conceptual de Terrence Malick en La Delgada Línea Roja, su divertido y cruel enfrentamiento Fuera de Control de Mike Newell, el enloquecido mundo teatral de Tim Robbins con Abajo el Telón, la increíble Being John Malkovich con el surrealismo de Spike Jonze, y esa excelente mirada nostálgica al vinilo de High Fidelity, estrenada en 2000 antes de que la concepción digital recayera sobre la industria de la música actual con un cambio de milenio.
Muchas maravillas del actor, hoy incomprendido por el gran público, aunque con una leyenda inconclusa.

John Cusack y su coqueteo terrorífico.
Después de esa exhibición interpretativa, persigue el éxito con grandes superproducciones y profusión de escenas de acción, empezando por Con Air y algunas actuaciones más dirigidas hacia el crimen y los sustos, con historias de asesinos-violadores, degenerados varios y entradas traseras por el género del terror.
En este punto me detengo, para comenzar a comentar dos intervenciones de John Cusack (una postrera y otra olvidada) macerando el miedo en los ojos del espectador, con personajes atrapados por la soledad más tenebrosa o el desequilibrio mental, que proporcionan diferentes concepciones de la existencia humana. Dos cintas de terror (entre la curiosa Maps to the Stars de David Cronenberg) de distinto pelaje e incongruente producción, esto es, sin excesivos medios a su alcance. Con The Frozen Ground y la memoria cargada de asesinos de género como los clásicos estranguladores y descuartizadores de la criminología mundial, y esos abyectos o perversos como Ed Gein o el asesino del Zodiaco. Un filme con semejanzas a Maniac, de otro aparentemente manso como Elijah Wood, killers australianos de Snowtown, etc...; por otro lado, la reciente idealización de un peligro coral y basada en una novela y los consejos personales de Stephen King, titulada Cell. De una habitual metafísica narrativa o conceptual, aunque algo cutre visualmente, eso sí.

Son dos vías evolucionando por distintos caminos ensangrentados o posturas contrapuestas, la del asesino en serie con mente perturbada y el forzoso sanador ante el mal global, que sofoca como puede el virus de nuestras conexiones diarias, transformándose en un héroe inconsciente de esta humanidad, de pasos deshumanizados.
Esta es la delgada línea roja para un actor (entrado recientemente en la cincuentena) que ha preferido un género querido por muchos aficionados al cine y decide surcar páginas cruentas de referentes literarios para evolucionar. Esperemos crezcan los trabajos, con esta década posterior al OO y una significativa inclinación por el lado oscuro. Donde coexisten títulos dispares como las entretenidas Identidad y La Cosecha de Hielo, la voz animada de Igor, The Contract o Gran Piano fríamente malogradas, o las errantes 1408 y El Enigma del Cuervo.
Tras sentir la llamada del suspense en todas sus formas, su figura se ha visto transportada por una oscuridad aplastante y creciente, de fiel servidor del mal a las órdenes de directores que promovían el extremo oscuro, es decir, la tensión básica de unos comportamientos inherentes, para conseguir hacerse un pequeño hueco en el suspense o el cine fantástico. Recordemos también El Jurado, Negocios de Guerra, 2012, o la locura de Jacuzzi al Pasado, además de su seriedad dramática con El Mayordomo, Maps to the Stars o Love & Mercy o The Paperboy.
Así, los aficionados suelen pasarlo ´bien` con desviaciones sucias u obsesiones del ser humano, en el interior de sociedades que frecuentan las tinieblas interiores de sus monstruos más violentos, y erigirse en actor habitual del género que, generalmente, nos cae bien o hace reflexionar sobre otras cuestiones fantásticas, más propias del surrealismo que del efectismo.

Caza al Asesino (The Frozen Ground)

Aunque, algo ha cambiado, regresando al comentario que me ocupa... estas dos películas tienen aciertos narrativos y variantes más psicopáticas en sus personajes, que se desvían de la idea que poseía el seguidor de Mr. Cusack en el suspense o la comedia. También alguna sangrante decepción escénica, representada por la pésima integración de los efectos digitales o cortes sincopados en un montaje vagamente televisivo, si bien resultan interesantes de la mano de dos directores noveles.
Poco habituados a actividades paranormales o cierta debilidad por la mentalidad apocalíptica, sin embargo, ambas propuestas son heterogéneas dentro del género y sobre nuestra existencia moderna, mediante sugestiones o acciones dramáticas sobre la soledad creciente, ante una masa informe que deriva en enfermedad mental y contagiosa, o esa necesidad de conectar con los demás, que lleva al peligroso exhibicionismo de nuestra realidad cotidiana.

Pocas oportunidades, hemos tenido de comprobar la parte innata de un serial killer dentro del cuerpo elegante y flemático de John Cusack, con esa apariencia infantil que le desvía de una amenaza terrible hacia la cita sexual placentera. Pero, cómo se suele decir o demuestra la realidad, aquellos que parecen insignificantes o pasan desapercibidos para sus vecinos, son lobos que emergen de las tinieblas con una doble personalidad que pretende atacar la debilidad.
En esta película de 2013, somos los monstruos de una sociedad tan individualista o pragmática, que esconde bajo su aspecto inocente y placentero, al depredador con alta capacidad para causar dolor y devastación a su alrededor, oculto, vicioso, silencioso. Con el director Scott Walker, el enfrentamiento diabólico es verídico, comienza dentro de la mente de un psicópata real y estalla en una habitación con un impulso escalofriante ante nuestros ojos, como aquel elemento interpretado por Elijah Wood en la versión actualizada de Maniac, como aviso de nuestro universo cambiante y sus crueles recovecos mentales.

Ambos personajes, el de John y Elijah, serían los hermanos gemelos que acompañasen los pasos de Hannibal y su estudiado procesamiento de datos, aunque sin la inteligencia gastronómica ni la flema del personaje creado por Thomas Harris, disfrutando con superioridad intelectual del sufrimiento ajeno o la dominación efectiva sobre su víctima, de mente y cuerpo.
Dolor, sí, algo que mantiene al espectador brincando en sus butacas, pues sugestionan la real emisión de imágenes en noticias a diario, perpetuando un atroz comportamiento de la humanidad y esa salvaje fuerza interior, de fieras encerradas en una entidad insignificante o patéticamente neutra. Mediante ese atractivo aciago que involucra y puede evocar la simpatía en sus víctimas, o cualquiera de los espectadores, para acercarse al filo desafiante y magnético de sus enrojecidos ojos.

Tras Cusack, la visualización de un Nicolas Cage en proceso de desintegración metafísica (que tendrán otro proyecto conjunto y criminal en la cinta Southern Fury), más las siempre atractivas e interesantes actrices, Vanessa Hudgens (Cucker Punch, Spring Breakers) y una preferencia personal del terror como Radha Mitchell (Silent Hill, The Crazies), en la actualidad algo más desvirtualizada o menos activa. Caza al Asesino es un interesante aunque desagradable filme... como todos los de este tipo de personajes verídicos y perversos.

Cell.

También, Mr. Cusack demuestra fuerza de voluntad para sobreponerse a cualquier situación imprevista, o la marginalidad de un trabajo poco publicitado, ya que hace frente a una estructura visual que se resiente por escasez de medios o un presupuesto recortado, hablando de Cell. Incluso, apareciendo como estrella en una producción donde, existe cierto ninguneo a la imaginación conceptual o se margina la creatividad, por un resultado más dinámico y efectista en algunas escenas de acción, pero con alguna emisión bien cargada de simbolismo zombificado o involución existencial.
Se trata de una pequeña producción o pesadilla electrónica, basada en la obra número 33 del escritor Stephen King, con reminiscencias de un apocalipsis caníbal o zombies mediáticos, con sus propias reglas o condicionamientos propiciados por esta tecnología globalizada, que nos atrapa con su adición descontrolada y exhibicionista.

En cualquier espacio que recorremos, desde el comienzo de las hostilidades, descubrimos que no estamos a salvo, porque todos caemos en una corriente de información extendida hasta el infinito, pudiendo ser dramática y violenta, o castigando el futuro intelectual de la sociedad y la comunicación entre semejantes. Se crea la masa informe de lenguas, opiniones, voces de seres sin personalidad y dispuestos a devorar todo a su paso; en contraposición al avance, intentando sobrevivir al caos aceptado. O distanciándose, aquellos como el papel de Cusack, que se desconecten a tiempo e informen al resto de las posibles consecuencias a la incorporación contagiosa, a dicha respuesta... algo inconsistente que proviene de un origen tan desconocido como caprichoso. Una llamada hueca para nuestros cerebros conectados.

El director Tod Williams (Una Mujer Difícil, Paranormal Activity 2) se comporta algo indeciso, tras un caótico montaje, como un simple mecanismo o aviso de peligro, insustancial con los interlocutores y los medios. Un resorte mecánico en forma de trampa colectiva, o una llamada entrante que no responde a las expectativas, ni se ajusta a los resquicios idílicos de la ciencia ficción y su base conceptual, en favor del efectismo más agrio o el gore resabiado que impregna un desastre mundial o mediático.
Aunque sus fronteras globalizadas quedan limitadas a un receptáculo excepcional y acompañamientos estratégicos como el inolvidable Stacy Keach de American History X o Sin City (en la memoria queda su Mike Hammer televisivo), la joven actriz Isabelle Fuhrman (La Huérfana, Los Juegos del Hambre) y el siempre carismático Samuel L. Jackson; cuyo resultado final se presenta diminuto ante el alcance propuesto de nuestra existencia y la relevancia pretendida con la comunicación. Todo circula en favor de las conversaciones nerviosas e imágenes digitalizadas, tal que una guerra ZZ contra humanos resistentes en una multitudinaria ruleta rusa... puede que, con sentido contrario a la marcha de los demás.

Un abrir de ojos, y oídos en el aeropuerto de Boston, directo a la locura masiva (como tantas veces Mr. King narra en su obra) encerrado en su dominio informático o guiado por este zumbido magnético que inunda su mundo irracional de parcelas enfermas o brotes psicóticos, en círculos como un Expreso de Medianoche. O Una Noche de los Muertos Vivientes, a toda ´hostia`.
Pero, abandonando la incapacidad por trascender de aquellas obras maestras y dejando el recuerdo gratamente cinematográfico aparte, esta Cell se muestra incapaz de manejar todas las mentes y sus posibles consecuencias de aspecto ´cronenbergiano` (perdón por la palabrota ;) ante un contagio. Tras un ataque indefinido o choque de ondas en nuestras manos desprotegidas ante la inoculación tóxica, pasa a tierras algo movedizas, presentando la acción de manera atropellada y cierto descontrol en el aspecto visual. Algo, en cambio, ya demasiado habitual en otras adaptaciones sobre King llevadas al cine (salvo honrosas excepciones, sobre todo, las ochenteras) o poco apropiado para un reparto con garantías de éxito, como este. Cell, por tanto, podría haber ofrecido una propuesta más arriesgada o menos sensacionalista en el aspecto metafórico y global de nuestra civilización moderna.

Aún, con desajustes visuales o interpretaciones extremas (acordes a su otra imagen), John Cusack sigue siendo un referente, para lo bueno o malo, por su calidad interpretativa y dentro de cualquier género cinematográfico, incluido el horror más recalcitrante. Esperemos que siga creciendo en otros papeles o aspectos cinematográficos. Si bien, le veremos en próximos trabajos algo descafeinados, sus expresiones artísticas, pueden evolucionar... aunque asesine o fallezca, visualmente hablando en la pantalla o por los críticos, ¡viva el oscuro Mr. John Cusack por muchos años!

Tráiler Chi-Raq, de Spike Lee.


The Velvet Underground - Oh! Sweet Nuthin' [VINYL] High Fidelity Soundtrack 12" [RSD Orange]

jueves, 13 de octubre de 2016

Star Trek: Beyond.

La Colmena Viviente del Más Allá.

Hace ya 50 años, durante un mes de septiembre de 1966, se emitía en nuestra edad moderna, el episodio piloto de una odisea o iniciación tecnológica para la NBC, con este nuevo fundamento catódico que sucedía en el interior de las pantallas de televisión (muchas de ellas en blanco y negro) creado por Gene Roddenberry. Sobre las aventuras de una expedición estelar que surcaría las lejanas frecuencias de medio mundo, claro, siempre que los hogares estuvieran conectados físicamente a las antenas del novedoso medio.
Aquella serie se basaba en los viajes de un marinero y su tripulación por los diferentes mares conocidos sobre nuestro planeta y una serie de relatos cortos llamados Marathon, escritos por el ingeniero y novelista Eric Frank Russell y asesoría del mismísimo Isaac Asimov. Ahora, en busca de otros asentamientos o civilizaciones más avanzadas o, adaptadas en esta ocasión, a otras circunstancias físicas a través de un imaginativo paseo por la Vía Láctea. Conocimiento, en un abrir y cerrar de ojos... o bifurcación de dedos. Como habían emergido de la mente de aquellos pioneros escritores de la ciencia ficción y algunos directores de cine con inquietudes científicas, como Fred McLeod Wilcox en 1956 dirigiendo aquella maravillosa odisea robótica en Planeta Prohibido o la serie para CBS, un año antes, Perdidos en el Espacio, con novedosas y amplias miras sobre nuestro peligroso futuro en el cosmos.

Sin embargo, mucho han cambiado las cosas desde esas masivas retransmisiones familiares y su aspecto se ha rediseñado como consecuencia de los avances tecnológicos que preveían entonces o la conciencia filosófica, por ejemplo, gracias a las comunicaciones inalámbricas, la velocidad globalizada o los motores de propulsión (aún no tan desarrollados como en esta ficción); igualmente, hemos perdido a algunos de sus rostros más carismáticos, desde la dolorosa pérdida de Mr. Leonard "Spock" Nimoy unos meses atrás, recordando que el fue precursor y era capaz de hacer sin problemas, el famoso saludo vulcano. Así como, la más reciente y dramática pérdida del joven actor nacido en la bella San Petersburgo, Anton Yelchin, que tras un estúpido accidente vio truncada una carrera cinematográfica y potencial artístico que despegaba con todo el viento a favor. Hoy desgraciadamente transformados, en mágico polvo de estrellas. Mi reconocimiento a ambos, descansen en paz.
Entonces, aunque el brillo de las estrellas tarda demasiado en perderse, o consumirse si proviene especialmente del universo del Séptimo Arte, en estos últimos cincuenta años, se tornan los rostros o se deforman las distancias frente a aquella pequeña y gris pantalla. Como se ha modificado, la visión que tenemos los seres humanos (y algún vulcaniano con ardores coronarios) de las etapas posibles de un viaje espacial al ´cercano` Marte, ya que concebimos otra forma de mirar el universo conocido, y más allá. Si bien nos dediquemos constantemente, a hacernos la vida imposible unos a otros, entre diferentes culturas, religiones o razas, contra lo que luchaba Star Trek.

Por tanto, se hicieron realidad algunas de aquellas ventajas técnicas y nuevos desarrollos espaciales, con la modificación de los sistemas de comunicación que manejamos en la actualidad desde el espacio, con numerosos satélites y una definición de imágenes superior, gracias a ese volumen mayor de datos a una mayor velocidad, sin pérdidas cuantiosas de calidad.
Aquella Star Trek, poco tiene que ver visualmente (excepto conceptos básicos), con esta nueva entrega titulada Star Trek: Más Allá, donde se continua el misticismo de la saga sobre un reciclaje temporal y ambiental, que empezase el director y productor J.J. Abrams (ahora en camino de otras galaxias y batallas más lejanas) o el desarrollo casi juvenil de unos personajes que han sobrepasado los límites conocidos de la fama y el éxito terrícola. Hoy, con incorporaciones racionales y metabólicas cambiantes, ya que se trata de la juventud tardía de unos personajes míticos y unidos, aunque con diferentes concepciones y personalidad, más espectaculares que profundas, o actrices disfrazadas de acá, como las marcianas interpretadas por la británica Lydia Wilson y la argelina Sofia Boutella, en una extensión internacional de la saga. Un joven actor de origen coreano llamado John Cho, y dos británicos más, el narrador divertido Simon Pegg con pluriempleo narrativo, y un tremebundo, malvado, apabullantemente conceptual y gutural, vengativo Kroll o comandante Idris Elba y sus polifacéticas crestas craneales.

Durante estos 5 decenios de Star Trek, se ha convertido en leyenda. Se han subastado las verdaderas orejas picudas de látex del científico Mr. Spock en eBay y Martin Landau rechazó el papel de Nimoy por la gran Misión Imposible, al nuevo vulcano se le han tenido que unir los dedos artificialmente, y junto al capitán Kirk (interpretado por William Shatner) serían los únicos inamovibles; también hemos transformado esta visión fantástica y la concepción del universo, llegando a fronteras inimaginables en el pasado o modificando de forma constante la apreciación metafísica del cosmos, desde lo social y cultural de la especie humana, hasta nuestra disposición frente al porvenir de la humanidad. Si nosotros queremos o imaginamos más.
Los seres humanos (y algún vulcaniano dormido) se despiertan al nuevo mundo, como harían nuestros antepasados descubridores de territorios inhóspitos, concibiendo esa nueva era o potencial, que nos lleve más allá, al igual que se hacen realidad otras cuestiones o ventajas que manejamos a diario en nuestra sociedad o enjambre de seres. Aunque los anteriores guionistas hayan tenido que ser sustituidos en las funciones de mando de esta nave, y sus tramas apocalípticas se identifican más con la aventura clásica, que pervive en la imaginación contemporánea como última frontera de ayer.

Aquí, devuelta la aventura con nuevos bríos y aromas del siglo pasado, por el buen trabajo del taiwanés Justin Lin tras la cámara, y el equipo de guionistas con Doug Jung (Confidence, God Particle) y un actor como Mr. Simon Pegg, formado en la narrativa de una cantera divertida junto a Edgar Wright, o el gamberro Nick Frost, cariñosamente hablando. Realizan las hazañas espaciales, con la idea de la biomecánica insectívora de Matrix y, además, conforman la cabina de pilotaje más famosa del universo cinematográfico, propagando su onda compulsiva contra los defensores de la federación galáctica, o trekkies de nuevo cuño. Son astros en funciones y en evolución de batallas multitudinarias que devuelvan el brillo a esta historia y a la constelación de seguidores de la ciencia ficción más clásica.
En este actual paseo por territorios desconocidos y corporales o temporales alunizajes, se enrola el mismo reparto encabezado por una generación nueva para la Flota Estelar, que en este 2016 irá más allá del oscurantismo pretérito de la anterior, con andanzas espaciales de la edad en una sostenida regresión de habilidades físicas, esto es, rejuveneciendo hacia adelante, gracias a actores como Chris Pine cada vez más carismático en el antiguo traje granate del Capitán Kirk, o el actor de Pittsburgh de nombre Zachary Quinto con sus orejas puntiagudas y más entidad, si bien con esparadrapo entre falanges, anular y corazón, al lado del estómago, y el neozelandés y médico de la saga Karl Urban o aquella imagen pretérita del primer beso racial en pantalla de televisión, con una actual y bella Zoe Saldana, no sé si con Ñ de sueño o sin ella.

Todos los factores confluyen en adecuar las imágenes de nuestra memoria, porque en esta nueva entrega de tardía post-adolescencia, lo primordial además de los rostros, es una construcción adecuada en su fondo y el respeto a la idea originaria (desestimada por los primeros espectadores que no estaban preparados para esa serie evolucionada), o sus posteriores películas algo desintonizadas o menos espectaculares que otras aventuras galácticas del cine.
En Star Trek: Beyond, con determinación, se hace una sugestiva apuesta por la diversión en todas las materias, cinematográficas y ambientales, desde los personajes y sus escenarios, como sus diferentes planos argumentales (aunque desemboquen en una habitual o típica venganza) y tecnológicos. Hasta unos extraordinarios efectos digitales que viven de esa exploración espacial y gigantesca, sobre las distancias televisivas, sensitivas y sensibles con los conceptos históricos que forman parte del universo Star Trek (incluido el dudoso avance de una teletransportación molecular en masa); prevalecerán dimensionalmente los mitos e instigarán la libertad de los pueblos y razas, con la ampliación de dichas fronteras verticales. Y, por encima de todo, significando la amistad como motor esencial de estas aventuras clásicas, ante las inquietantes amenazas cósmicas, que tienen cierto paralelismo con necesidades actuales del ser humano.

De otro lado, existen esas exageraciones o libertades narrativas permitidas en la ciencia ficción actual, claro. Aunque siempre prevalece la diversión por encima de todo lo inimaginable, para nuestras mentes oprimidas, más allá de la pertenencia social o las posibles amenazas cósmicas que podamos hallar en próximos viajes, con la USS Enterprise u otra de nuestra invención. Pues, el director Lin establece el futuro de la saga galáctica con una brillante puesta en escena y esa relación entre especies, agilidad en un montaje altamente cualificado y brillante fotografía, como ya hiciera en la segunda temporada de True Detective. Más allá de otras consecuencias apocalípticas (con matices exclusivos) o emociones entre las parejas protagonistas y sus amoríos, la saga Star Trek parece avanzar a esa buena velocidad warp, que le permite el entretenimiento ilimitado de batallas épicas y paseos atemporales por territorios extraños o nuevas Tierras latentes, gracias a un enjambre concebido en una realidad superpoblada, o esa tensa convivencia de especímenes en el mismo espacio, con una mirada hacia un trekkie más evolucionado y desarrollado mentalmente.
Porque en esta última entrega, en nuestra post-adolescencia marchita, lo primordial es el desarrollo consecuente que nos viera crecer en cualquier dimensión y una aventura bien construida, con el acicate del espectáculo visual que maneja un respeto conceptual y la fidelidad por la idea existencia o aquellos temas en que profundizaban los guiones. Aspectos la plasmación de profundidad mediante convincentes efectos digitales, vivencias digitales acordes a una buena exploración espacial y sensitiva, o la primordial extrapolación corporal del tiempo y cierta idea shakesperiana, que desemboca en venganza tomando caminos propios de Star Wars, como la sublimación de la amistad, la traición y la posterior redención, el renacimiento de las propias cenizas, sobre todo, el cariño por esos hechos históricos que forman parte del universo Star Trek y su mítica banda sonora.

Por consiguiente, algunos dudarán, pero divertidos con Star Trek: Beyond, donde continuamos el camino emprendido en la televisión y diferentes adversidades terrestres o determinados aciertos por el cine, mediante un reciclaje de la saga en manos de este director Justin Lin (antes de lanzarse con nuevos anuncios sobre un nuevo caso Bourne, Highlanders, los juguetes Hot Wheels o, incluso un Space Jam 2 con Lebron James) y esmerados efectos digitales sobre Vancouver, Seúl y Dubai, de esta generación coproducida por Paramount, Skydance Media y Alibaba Pictures, que comenzase con el poder y la imaginación oscura de J.J. Abrams. Ahora productor solamente ante su expansión por otras galaxias y su lado oscuro.
Lin es ese último eslabón de la evolución o la penúltima frontera conocida de Star Trek como futuro de aquel episodio llamado "La Jaula", hasta ahora, con aventuras más espectaculares y derivas o comportamientos extremos, más allá de, consecuencias temidas por la transformación de la materia viva o de conflictos, entre amor, amistad y esas diferencias raciales o marcianas. Ya que avanza a una adecuada velocidad ´warp` y mucha eficacia visual, hacia el entretenimiento combinado de láseres, escudos antimateria, mentes y estrategias comunales, en formaciones de enjambre como otra forma de concebir la realidad. O la multiplicación de nuestros factores, allá arriba y adelante, como decía la canción de la Locura.
O esa otra, compuesta por Alfredo Le Pera e interpretada por Carlos Gardel, más o menos decía así:
´cincuenta` años no es nada... que febril la mirada, errante en las sombras, te busca y te nombra. Vivir y... Volver. Star Trek...
si bien nunca fui fanático, ni me consideré uno de aquellos trekkies almidonados... sólo puedo decir, hasta el infinito y otras cinco décadas más allá... digo... LARGA VIDA y PROSPERIDAD.

Star Trek Theme.


Star Trek Beyond - Sabotage (Beastie Boys)


Live Long and Prosper: The Jewish Story Behind Spock, Leonard Nimoy's Star Trek Character.



sábado, 8 de octubre de 2016

Ghostbusters & Ninja Turtles.

Todo en la vida está en continua transformación, de este modo el cine de acción para jóvenes, no podría significar una excepción a pesar de los frenos condicionados por las diferencias. Toda evolución sugiere un lento avance, incluso para unas fantásticas tortugas o cazafantasmas de diferente sexo.
Argumentos evolucionados, aunque para ello, de vez en cuando, se tenga que echar una vista atrás a aventuras conocidas del pasado, que entroncan con su misma apariencia histórica u otros precedentes de otros campos. Como el mundo del cómic.

Así dos directores de diferentes bagajes, como Paul Feig (La Boda De Mi Mejor Amiga) y Dave Green (Tierra a Echo), trabajan en respectivas producciones que viven de aquellas fuentes pretéritas y atrajeron la atención de una generación que, hoy, recuerdan con cierta nostalgia. La diversión pertenece a unos personajes que formaron parte de su adolescencia, ya sea en el cuerpo de verdosas ninjas procedentes de las páginas de los tebeos y la evolución genética, o los cazafantasmas de los ochenta, mutados en guerreras de género en plena revolución femenina y duchas en el manejo de armas contra las divertidas fuerzas del más allá. Curiosamente, ambos grupos luchando contra entidades que atraviesan portales y nos visitan desde otros mundos.

Ghostbusters.

Aquellos pequeños individuos y aviesos espectadores de ayer, crecieron con sus héroes y los mismos modelos sociales, con la iconoclasia cambiante de sus representativas imágenes o unas míticas secuencias que quedaban en el subconsciente colectivo. Con los creadores intentando renovar los dibujos animados de televisión y el cómic, buscando puntos comunes que pasarían por guiones trepidantes de acción vertiginosa, o fantásticas aventuras transcurriendo en diferentes dimensiones, que incluyen mutaciones físicas o evoluciones del organismo en los seres humanos que las protagonizan. He aquí, ´las` Cazafantasmas y unos reptiles quelónidos reconocidos discretamente como TMNT.

Sin duda, el mayor punto en común que poseen ambas películas, es el humor.
Una comedia condicionada para los cerebros más jóvenes, con una nueva forma de entender las relaciones mezcladas en la ficción con los efectos digitales y esas tramas tan disparatadas, pero siempre con algunos guiños dirigidos hacia los que tienen ya algunos añitos o fueron sus principales clientes o seguidores en el pasado.
Incluso, coinciden en el número de sus figuras principales, cuatro, evolucionadas desde el año 1984 (otro cuatro). Los cazafantasmas del conocido filme dirigido por Ivan Reitman y el cuarteto de animaciones "tortugoides", con nueva digitalización de texturas tras tres películas anteriores y las series animadas, en una impresión en blanco y negro para la publicación Mirage Studios, antes de que su fama les llevara a la mítica aventura en televisión.
Claro que han cambiado los gustos y la calidad de sus imágenes, modernizadas o nostálgicas, así como la tecnología de la información que llega mucho más rápido a todos los puntos del planeta y las ideas de éxito mundial, enfundadas en monos confeccionados bajo el símbolo de un fantasmita risueño y cuatro iconos de la comedia norteamericana.

Aspectos extrasensoriales y risueños, patrocinados por la guionista Katie Dippold y el director Paul Feig, bajo la condición explícita de un prohibido el paso a babas espectrales. Ahora enfundadas en cuatro nuevas propietarias, para un conjunto desenfadado de actrices o cómicas que intentan estar a la altura de aquellos cuatro caballeros del humor, a través de un programa llamado The National Lampoon Radio (con figuras como John Belushi) y la comedia televisada en Saturday Night Live o su aparición cinematográfica.
Elevarían sus perspectivas profesionales, con la fama internacional y el humor que combinaba a la perfección, en sus diversas personalidades y estilos, blancos y transparentes como sábana de espectro. Esos cuatro fantásticos y grandes artistas, con un especial recuerdo para el recientemente desaparecido Harold Ramis que también interpretaría su propio guion junto a Dan Akroyd, Rick Moranis y, el más transformado en otras circunstancias dramáticas o materias cinematográficas, el gran Bill Murray. Son las mentes creadoras y los sufridores de efectos especiales ochenteros, mezclando mocos saltarines de unos espirituales visitantes con la mala baba en sus intenciones apocalípticas.

Para ello, el director Feig crea una asociación de ideas o, vulgarmente, refritos con aromas pretéritos y escenas similares en el gusto por los gags, semejantes en fuerza visual y romanticismo, pero con otra apariencia física; más la comedia que intenta mantener la altura de sus inolvidables precedentes, gracias a las esforzadas protagonistas comandadas especialmente por Kristen Wiig. Además de peculiares compañeras de láser, caricaturizadas en Melissa McCarthy, Kate Mckinnon o Leslie Jones, tomando un relevo generacional y singulares apariciones, más o menos fantasmas, de sus recordados predecesores en el cargo.
Cazafantasmas de andar por la ciudad de New York, para su defensa y la de los ciudadanos frente a agresivos seres del otro lado dimensional, más brillantes digitalmente que arrebatadores en la esencia. Y algunas zancadillas, en forma de chiste simplista, que representan buena parte de la nueva película o la modernizada banda sonora del compositor Theodore Shapiro. Menos mal que hay algunos temas clásicos.

Por tanto, a parte de canciones y las nuevas cazadoras con sus métodos de seducción (de algún que otro "fantasmita" humano) destaca la administración de los nuevos recursos digitales con los muñecos de antaño y reproducciones en miniatura... una caricatura de Chris Hemsworth, más o menos simpática. El resto es un revival (o refrito ibérico) junto a los iconos del filme original, en mayor resolución o presentación eficiente de corpúsculos desmaterializados, para un simple pero lógico divertimento. Una película que se aprovecha del tirón visual y el éxito anterior, con anuncio acechante de próximas apariciones o experiencias extrasensoriales para la gran pantalla. ¿A quién vais a llamar...? Estáis advertidos, y estresados.
Así que este siglo ha mutado, mirando atrás. Regresando la fantasía y épica heroica de otras épocas, algo cansadas. Transfiriendo los bártulos de sus capturas plasmáticas, con manos duras pero más suaves y cálidas, de cuatro esforzadas de una ruta histórica por el cine, que lleva directamente el misticismo clásico de Nueva York al más allá moderno del universo infantil, pero reclamando su puesto actualizado como representantes del género femenino en movimiento por sus derechos y, una lucha, más discutible, contra "enemigos".
Tanto hombres como fantasmas... de ayer y de hoy.

TMNT: Out of Shadows.

La vida sigue igual... escuchando los ecos del pasado y esas imágenes representativas de una generación pegada a los tebeos y las series de dibujos animados, cuando los jóvenes se lanzaron a los sonidos envolventes que pregonaban las salas de proyección en Galáctica o los potenciados sonidos creados con la música electrónica o enlatada.
Triunfaba la violencia de ficción, sin la intervención de tanto aparato mediático o la admiración por los cachivaches digitales de nueva generación, llamados ordenadores personales.

Comienza el baile. El de unas animales, curiosas con nunchacos borrados por la censura, en una serie dirigida a la infancia. Pues, las tortugas mutantes ninjas eran más violentas en cómic, de viscosas pieles y pesada digestión en contenidos grasientos o alto nivel de glucosa burbujeante en sangre. Hoy, más endulzada, viendo deportes de moda en primera línea de pabellón y regurgitando chistes sobre las relaciones privadas, como adolescentes atiborradas de comida basura y música electrizante. Aunque en Fuera de las Sombras, vuelvan a usar la violencia de manera divertida, con su estilo carismático y acción sin respiro.
Tras sus tres apariciones más plácidas, pasan al derecho de Nickelodeon y sus mutaciones creadas en la mente de Kevin Eastman a robotrones individuales no tan mecanizados, hasta el CGI que da paso a una plasmación flexible y binaria de sus texturas aterciopeladas con pérdida de sus antifaces rojizos. Es una mezcla musical de otra época, con interpretaciones roqueras, en una banda sonora compuesta por Steve Jablonsky sobre variaciones del tema tortuguil más conocido.

Así de efectivo es el regreso, comprometidas con el entretenimiento a máximo nivel en sus gags y la emoción dirigida hacia sus principales consumidores, jóvenes con semejantes gustos a los que nuestras queridas tortugas dirigidas por Dave Green en su segundo largometraje, abren las puertas a su atención internacional por segunda vez en esta década y al dinamismo más evolucionado. Aparte del vocabulario plagado de expresiones y los mismos guiños a la adolescencia (el tebeo era menos condescendiente y peor hablado), o algunas evoluciones cambiantes o efervescentes de sus indiscretas gónadas... menos obsesionadas frente al cuerpo de una Megan Fox más artificiosa si cabe.
Esto es, no tan misteriosa ni explosiva como antes, creo, saltando plomiza entre acciones rodadas con vértigo y calidad excelente, más unos diálogos que refuerzan el carácter dinámico de la cinta, es decir, sexo, pizza, y tortas-turtle&roll.
Es la II incursión moderna de nuestras amigas, las ninjas renacentistas, sin la voz de Johnny Knoxville. Sólo reconocidos sus valores culturales en el nombre, aunque indiscretas, interdimensionales y cómicas, con sus ocurrencias dentro de una trama bien desarrollada. Y una mirada hacia otro apocalipsis cívico como Cazafantasmas, en un arrollador escenario digital y entremezcladas en numerosas persecuciones con especialistas cualificados por la industria del cine de acción de Hollywood, por las calles de Nueva York, Buffalo y las espectaculares cataratas del Iguazú (en la recomendable frontera del Paraná, entre Brasil y Argentina).

Donde los elementos reales y apariciones más humanas, se dan la mano con efectos creados en 3D para la Dimension X con captura de movimientos, un guion alienígena del equipo formado por André Nemec y Josh Appelbaum (acostumbrados a los tortas) y un control técnico del montaje en equipos informatizados y visuales, bien programado en conjunto. Aunque con grandes distracciones gimnásticas, ni se ningunean los motivos primordiales de la historia principal, en su doble dimensionalidad; tanto en el aspecto cómico como su animada vida algo existencialista y vagabunda... dentro del mundo del alcantarillado, los basureros móviles, las mutaciones animalescas y el gran maestro o gran sensei, espiritualmente ratonil. Claro.
Entonces, nuestras amigas enmascaradas no iban a ser menos que sus compañeras, en esta sesión infantil, animosa y nostálgica, de entretenimiento maximizado y vacíos narrativos.

Una doble matinée, en busca de potenciar el humor simplista y funcional, la diversión sarcástica de la juventud y algo más violenta, que sus antecesores en TMNT: Out of the Shadows y, mimético clímax apocalíptico que amenaza en convertirse en el final de la serie, pero no. Como las últimas películas con superhéroes fantásticos y sus derivados, si bien con la diversión como bandera y atractivo visual para las próximas generaciones de amantes de todas las ´pequeñas`criaturitas humanoides, crecidas artificialmente y altamente tecnológicas.
Es un pájaro, una cazafantasmas o un avión... ¿? no es un ser de caparazón duro, gritando "Cowabunga".

Tema original Ray Parker Jr. - Ghostbusters.

TMNT II: Out of the Shadows Soundtrack.

sábado, 1 de octubre de 2016

Free State of Jones.


McConaughey y su estado vs wars.

Nunca un nombre tan extendido y corriente entre la multitud de rostros, excepto por la personalidad del actor que se ve involucrado en su desarrollo artístico o cinematográfico, ha significado tanto en la historia de los seres humanos refiriéndose a su libertad. Jones, podría apuntar a la hiperrealidad crónica de la humanidad, con un individuo que se rebela contra la autoridad del poder y sus adláteres corruptos, emprendiendo una campaña por la justicia contra esos que quieren limitar la libertad del individuo o sus familiares. Pero Jones es mucho más que un hombre o su nominativo, pues se trata de un condado en la época de la Guerra Civil Norteamericana, que se convertiría en estado libre por la voluntad de un grupo de humildes granjeros y fugados ante la Confederación del Sur, muchos ladrones o criminales camuflados y, sobre todo, los extremos de los regímenes esclavistas.
Jones es solamente una palabra, pero significa todo. La Libertad de un multitud. Y también, el lugar revolucionado de un gran actor como Matthew McConaughey... Anteriormente de poner voz a Beetle en Kubo y Las Dos Cuerdas Mágicas y cantar como animado Buster Moon en Sing. Mucho antes de emprender la aventura titulada Gold del director Stephen Gaghan con Rachael Taylor y la bellísima Bryce Dallas Howard o vestirse de hombre de negro en La Torre Oscura. Bien ¿no?

No hay nada peor que sentir su necesidad, la pérdida de la misma, cuando las reglas establecidas niegan dicha capacidad y derecho de los ciudadanos para desplegar sus alas y mentes, y por ella, se han librado las más terribles y cruentas batallas en la historia. Entre las que destacan, aquellas que enfrentan a generaciones de la misma sangre y diferentes condiciones sociales, llevando a hermanos, familiares o vecinos, a la cruenta derrota o la muerte. Durante siglos o milenios, la convivencia entre clanes o territorios, ha ido generando problemas que aún perviven en pleno siglo XXI y aberraciones del pensamiento debidas a diferencias económicas e ideológicas; obteniendo como resultado, la guerra civil más inhumana que podamos imaginar. Como ocurrió en nuestro pasado, sin que hallamos aprendido nada por este camino sangriento o sucedió en los incipientes EEUU durante el enfrentamiento entre Norte y Sur, posteriormente al término de la Batalla de Corinth en octubre de 1862, antes de la declaración de los derechos de los ciudadanos y la promulgación de la nueva Carta Magna. Los derechos ganados sobre la sangre derramada por diferentes motivos, terrenos y humedales del Mississippi.

Newton Knight, es el libertario impertérrito, interpretado por un actor en racha como Matthew McConaughey, con más carácter y más involucrado que nunca en los proyectos. En estado de estupefacción ante la injusticia, su nombre es débil, pero fue un campesino duro, pobre pero legítimo, conocedor de pantanos y sabedor de la calidad de los seres humanos y las tierras cultivables, que se convertiría en líder a la fuerza. Un cerebro cargado de moralidad, ante las mentes vacías y los privilegios de las familias ricas que dominaban con el látigo y el fuego, y sublevado contra las exigencias máximas de los jefes del estado confederado. El Robin Hood del pantano y los campos de algodón, blanco como él y sin ninguno de corazón, con un pequeño regimiento compuesto por esclavos fugados de las grandes haciendas privadas, además de otros cansados granjeros hartos de aquellos abusos militares y el hambre provocado por sus dudosas maniobras en terreno amigo.
Este complejo proceso de rebelión o licitación, frente a una Unión observadora o lenta en la promulgación de leyes tras el conflicto armado y vecinal, provocaría la confusión con reacciones criminales de grupos extremistas como el KKK que llegarían meses después, o esos típicos atentados contra las personas libres que prevalecen y se difunden hasta nuestros días.

Entonces, Mr. Newt se declara ser humano con pleno derecho y obligaciones, como todos los demás, sin superioridad moral ni prevalencia por su nacimiento o sus rasgos físicos, e inventa de la nada, o mejor dicho del fango, un estado libre de Jones y un nuevo orden social. Un destino único e igualitario, dentro de las fronteras irreconciliables de nuestro propio fracaso como especie y el futuro entre las palabras universales de la Biblia. Palabra divina para ambos lados y todos los colores.
Algo radicalmente diferente a lo sucedido en otras latitudes, que derramarían la sangre por cuestiones territoriales y sentimientos larvados durante años por sus ideologías. Nada que ver con la libertad universal o los valores democráticos en todas las materias que incumben a los ciudadanos, esto es, un sentimiento personal de envidia ante aquel hombre que emergió de la incomprensión y el rechazo racial, en busca de la auténtica libertad generalizada. Y no simples o vulgares opiniones políticas que invaden la realidad.

Gary Ross garantiza esa reunión entre esencia y la calidad cinematográfica, (como autor del guion de Big y director de filmes como Plesentville o Seabiscuit) trasladándose a los escenarios de la Guerra Civil, sobre los territorios de New Orleans, Lafayette o Louisiana. Decidido a recrear el resquebrajamiento y posterior reconstrucción de una nación, de una tierra con distintas memorias y matices culturales o raciales, en el fondo profuso de la oscuridad del alma, que esconde una batalla entre hermanos y, una misión indiscutible, la nueva configuración en verdaderos estados con hombres o mujeres, al fin, libres. No privilegiados.
Al menos, eso es lo que nos gustaría a los ciudadanos pacíficos y las mentes abiertas, frente a una maquinaría interesada en la violencia y casi materialización medieval de la política. Es decir, adocenados a una ideología partidista que separaría a los seres humanos, entre los que aceptan unas reglas acordadas y los que no, como aquellos que manejan el poder absoluto. Antes de defender a todos los firmantes de ambos lados, contra los que persiguen destacar o consiguen saltarse y modificar sentencias en favor de su ego, según su singular parecer, moralidad y dramático pensamiento. O incluso, ante el intento de controlar el amor por una ley demasiado pretenciosa y bastante irracional.
La nueva regulación de Jones sería que... no existe diferencia ninguna entre hombres o mujeres, con los pies en la tierra y la mente para soñar. La base igualitaria de una verdadera constitución.

El guion del propio Ross se moja y enfanga hasta los tuétanos, ya que se basa en la biografía escrita por el también productor Leonard Hartman, natural de Ohio, que enfatiza los rasgos genéticos de la Justicia. Mediante la fantástica fotografía de Benoît Delhomme (La Propuesta, La Teoría del Todo), iluminando visceralmente entre dos razas y un corazón herido, y música deL pianista y compositor Nicholas Britell, para enfatizar una biografía, retratada a pinceladas coloristas y fijaciones de la óptica histórica en blanco y negro. Free State of Jones, no es trama simple sobre el individuo y su estirpe (aunque también), sino un canto común a la libertad, sin anestesia, frente a la amenaza del sectarismo y sus serias zonas pantanosas o múltiples particiones clasistas; porque su vida fue tan real como ese pasado eterno que describe los distintos derramamientos de sangre en el desarrollo de la ´Humanidad`.
Aquellos, Hombres Libres de Jones, masacrados especialmente por la maquinaría bélica, o todos los actuales que litigan ante la imposición ideológica de cualquier tipo, la división, y por ende, el incremento del odio, sería el motor legendario de todas las incursiones vitales de hoy, con sufridos anónimos ante el control poderoso y político, en favor de todos. Una mirada que no desea violencia, pero mantendrá la decepción humana con el arma de la venganza en sus manos.

Para más inri, la Norteamérica de finales de 1885 y el término del conflicto armado, sufrió la división derivada de la conciencia medieval de la propiedad y la tierra, la deserción ante el crimen continuado y la incomprensión legal, la herencia desvirtuada con el establecimiento de otras leyes de terribles consecuencias para débiles o perseguidos por su piel. Una derivada convergente de recalcitrante actualidad.
Aunque, alguna fragilidad conceptual rodea el filme, ya que Ross pasa a hurtadillas sobre los restos del conflicto, sin involucrarse en los designios de una defensa a ultranza. Hoy algo cuestionada... como aquel derecho a la protección del individuo y su libertad a cualquier medio, que creció en la oscuridad de las calles. Se extrajo una consecuencia hiriente e infinita, como es la proliferación indiscriminada de armas en diferentes estamentos de la población, legítima y civil, como algo turbio que subyace de fondo y en silencio, sobre los cadáveres. Caminando sigiloso entre el barro y carne sin vida, amigos, pasando de puntillas sobre los restos de miles de cuerpos mutilados, niños, de aquellos (y estos de hoy o mañana), jóvenes soldados o posibles habitantes libres de nuestra sociedad futura. En ella, respiramos el humo de la batalla perdida y el aroma de la sangre fresca o agria intemperie, una y otra vez, sin descanso. Ni paz. Esa guerra tuvo un legado, como otras tienen otros problemas enterrados e inabarcables ya.

El estado de Jones y los muertos que no resistieron las balas, están representados por un reparto uniforme, de héroes y fantasmas... mujeres fuertes en la piel de Gug Mbatha-Raw (próximamente en Miss Sloane de John Madden, junto a Mark Strong y Jessica Chastain, o el interesante scifi a priori titulado God Particle y la nueva versión Disney de La Bella y la Bestia) y la actriz Keri Russell. Luchadores curtidos de piel e interpretados por Mahershala Ali, lo veremos en el reparto de una misión especial en Hidden Figures, la serie Luke Cage y el drama familiar The Personal History of Rachel Dupree; Sean Bridgers (La Habitación, Los 7 Magníficos), Christopher Berry (Django Unchained, 12 Años de Esclavitud) o Bill Tangradi en el papel de un teniente secesionista y criminal confeso, que también aparecerá en el western Brimstone con Kit Harington, Guy Pearce, Carice van Houten y Dakota Fanning, o un papel singular en la nueva Twin Peaks.

Fuera del estado fílmico, el resto es meditación en la oscuridad. Apoyados indefinidamente sobre el terreno enlodado y la justa propiedad que necesitamos para alimentar la familia, recapacitando sobre esos pasos emprendidos en charcos rojizos, para alcanzar derechos de un ciudadano libre, observando leyes que nos defiendan a todos, olvidando los horrores de un conflicto bélico en nuestras propias carnes... sin comprender la situación que se aproxima tan rápido como el ferrocarril.
Y, por tanto, sentados en el porche, esperando un nuevo orden o etapa luminosa, donde los hombres se sientan realmente libres e iguales. Como diría alguien, fumar bajo las estrellas y esperar a mañana, o más... Demostrando que los seres humanos no estamos preparados ni hemos entendido nada, aún. Viendo a este Matthew de Jones, un hombre libre con alma oscura.
Free State of Jones Soundtrack - Taking Daniel Home


Cinemomio: Thank you

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