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domingo, 25 de junio de 2017

Life.


Ameba del Diablo.

Nadie dijo que esto iba a ser fácil... Cuando pensamos en dejar la Tierra en busca de un posible nuevo hogar para la raza humana, también tuvimos que lidiar con la posibilidad de encontrar otra forma de vida diferente, más allá de nuestra percepción biológica y el deseo de comunicación. Los primeros alienígenas, o Alien como se pondría en pocos años de moda, nos visitarían directamente bajo la atmósfera terrestre, con la misma intención de expandirse que nosotros mismos, aunque repitiendo viejos vicios humanos. A raíz de los últimos descubrimientos espaciales y el convencimiento de un tiempo limitado en nuestras ´cómodas` vidas sobre el planeta Tierra, aquella invasión pronosticada por las mentes más creativas, pudiera surgir en el horizonte.
Sin embargo, aquellos visitantes arcaicos de la televisión o el cine en blanco y negro, poseían ciertos rasgos comunes que caracterizan a cualquier conquistador, esto es, alimentarse de los recursos naturales y la riqueza de materiales que les ofrecen las nuevas tierras exploradas o su variedad climática u orgánica, una alimentación basada en cualquier forma energética que se les presente como una oportunidad a aprovechar y, por último, algunos organismos idóneos para plantar la semilla a esparcir y así, controlar el medio con la próxima generación.

Suena pretencioso, pero, también bastante familiar para los débiles y curiosos seres humanos. Este choque de civilizaciones desconocidas, como aquella idea de una diseminación desde el exterior con diminutos organismos autótrofos o semillas esparcidas en el terreno, podría ser un riesgo para la convivencia de ambas especies, al desarrollar habilidades que desconocemos en toda su amplitud y convertirse en un hermano mayor con ´mala baba` o evolucionado heterótrofo con ganas de hincar el diente a una tierna vianda andante. Estos individuos pudieran resultar una grave amenaza para nuestra estructura molecular y vital, o incluso, como demostraron algunas aventuras pasadas en nuestra imaginación, la posible conquista de esta estructura cerebral y el control del pensamiento comunitario.
Algo característico de cualquier elemento fagocitario u organismo carnívoro que se precie y que pudiera albergar ese instinto de supervivencia tan característico de cualquier ser vivo limítrofe en nuestro hogar. Una forma de vida con predilección por nuestro fluidos, que se multiplicaría rápidamente y de forma exponencial, de no sacarnos algún truco del bolsillo o encontrar algún método anticonceptivo o batalla espacial con garantías de éxito, en favor de la permanencia de la humanidad, claro está. Estos viajes espaciales deben considerarse toda una necesidad ineludible, a pesar de esporas, bacterias y demás microorganismos extremófilos.

Aquellos seres agresivos, nos visitaron cinematográfica o literariamente, de forma individualizada o selectiva, a través de un cuento de Voltaire llamado Micromegas, con un ser procedente de la estrella Sirio y otro de Saturno. Hasta que coincidiéramos en encuentros fortuitos por el espacio profundo, junto a Edgar Rice Burroughs, su John Carter y Una Princesa de Marte. O sufriésemos peligrosas oleadas extraterrestres, con criaturas al mando de naves avanzadas tecnológicamente y prácticamente indestructibles y, por tanto, no muy buenas intenciones en su ácido ribonucleico. Química programada para la reproducción y las comilonas viscerales a destiempo, con el control mental de tiernas víctimas inseminadas o eliminación radical de cualquier mínima resistencia por parte de los seres humanos. Hasta la exterminación, o más allá...
Pero, quedándonos más cerca (en el espacio que no en el tiempo), desde la obra prohibida de Leon Tolstoi conocida como Aelita: Reina de Marte, cuya aventura sería adaptada a la gran pantalla por Yákov Protazánov en 1924, a los pequeños relatos o numerosas historias de ciencia ficción de algunas mentes inquietas, desarrolladas en las historietas de los periódicos o los primeros cómics como Flash Gordon del dibujante Alex Raymond, o el mismo Hombre de Hierro conocido como Supermán de Krypton, creado por el escritor Jerry Siegel y el artista canadiense Joe Shuster, sus rasgos físicos y poderes genéticos, han ido variando o adaptándose a los nuevos tiempos. A ese hambre tecnológico o la concepción imaginativa que el autor deseara esparcir sobre el pensamiento colectivo de cada época visitada por determinados cerebros. Sino, que se lo cuenten a los espectadores de aquella emisión radiofónica de la Guerra de los Mundos basada en la novela homónima del británico, Herbert George Wells a finales del siglo XIX, dirigida, ideada y contada por el gran Orson Welles.

Sería una temible invasión marciana con aquellos trípodes colosales que percutieron sobre la vida cotidiana de los oyentes, enormes seres terroríficos y chirriantes, tripulados por criaturas sedientas de sangre. Así, el escritor H.G. Wells se convertiría en uno de los principales precursores de la corriente cosmológica y la vida exterior, que ya había tentado a la suerte o la odisea, anteriormente, con su obra La Máquina del Tiempo, donde los ´humanos` se trasladaban al futuro, como las próximas especies dominadoras sobre la cambiada superficie terrestre. ¡Qué cosa más mona, os suena ¿verdad?Luego, en siguientes visitas llegarían los selenitas, seres sublunares que recibieron a Los Primeros Hombres en la Luna (no Armstrong y sus muchachos, of course), siendo monstruos imaginados, algunos tuvieron su recompensa visual en aquel fenómeno de masas llamado cine, hoy en proceso de involución. Entonces, se evidenciaría la sospecha y se reproducirían las expectativas de una escalada cósmica en masa. Era el aviso de otras por venir, que por muy pequeñas que fueran, seguirían creciendo y aterrorizando como una gigantesca masa devoradora, al mismísimo Steve McQueen. Pero, esa es otra historia que entronca con el objetivo orgánico de este comentario.

El caso, o la ciencia avanzada, es que se fue apareciendo como un caso real, con la visita de los primeros astronautas terrícolas sobre la faz visible de la Luna y produjera una apertura a otras probabilidades vitales que ya habían anticipado, personajes del nivel de Julio Verne y aquel primer Le Voyage dans la Lune que recordaría Georges Méliès, con asombrosa técnica visual y premonitoria.
La Vida, aquella forma, se abriría paso a base de inseminaciones esclavizadas y aumentos de tamaño, disparos certeros de láseres incipientes y, como no podría ser de otra forma, al viejo y rudimentario estilo de dirigir salvajes dentelladas a la carne con patas y ojos de estos lares. A los cerebros de aquellos astronautas de Stanislaw Lem, cuya primera obra de ficción espacial, se basaría en un caso real como el del meteorito o bólido de Tunguska y un fantástico accidente aeroespacial. Que, posteriormente, derivaría en una magnífica epopeya mental, estableciendo la mirada reversible de nuestra ´conquista` al borde de la metafísica, con sus novelas Edén y, espacial o divinamente, Solaris. Así, por el nuevo milenio, se fueron intercalando los avistamientos cinematográficos y otros desplazamientos humanos con apariciones en las más diversas perspectivas planetarias, desde La Guerra de los Mundos más esclavista, a la superioridad conceptual de 2001: Una odisea del Espacio.

El director sueco Daniel Espinosa se trasladó a Halong Bay en Vietnam, preocupado por ambientes opresores como el de El Niño 44 o su evolución foránea en The Emigrants, así como otro proyecto junto a Mr. Gyllenhaall llamado The Anarchists vs. Isis, probablemente fijándose en el exotismo de aquellos maravillosos visitantes en blanco y negro del pasado. Como nosotros, se identificaría fiel seguidor de esas películas fantásticas con visitantes cósmicos, como The Thing from Another World de Christian Nyby y Howard Hawks, The Invasion of the Body Snatchers de Don Siegel, It! The Terror from Beyond Space de Edward L. Cahn, The Day the Earth Stood Still o Ultimátum a la Tierra de Robert Wise, al fantástico EastmanColor de Fred M. Wilcox y Forbbiden Planet con su monstruosidad energética creada por Disney; todas estas desventuras protagonizadas por alienígenas tendrían las mismas intenciones que sus predecesores narrativos más espectaculares. Historias que girarían alrededor de comunas con voraces xenomorfos en el filme Alien El Octavo Pasajero, a los descendientes esclavizados por otra especie en El Planeta de los Simios, las colonizaciones de Star Wars o District 9, entre comunicaciones con Encuentros en la Tercera Fase a Señales o la cercana The Arrival, puertas a las estrellas con Avatares de la historia antigua y ejemplos de sanación en Cocoon o el ET de Spielberg. Pasando por bestias Predadoras o insectos masivos, cambiantes Hidden en Esferas o bajo el Abyss marino, se sucede el terror con ataques de Risa a lo Mars de Tim Burton y Guardianes de la Galaxia, hasta la fiebre Gravity o Interstellar de hoy, también bifurcada en Marte pululando de The Martian a esta nueva Life. Parece que siempre han estado allí... frente a nuestras pantallas.

Ah, sin olvidarnos a mentes imaginativas, como John Carpenter y sus películas Starman, Están Vivos o sus macarras y feroces Fantasmas de Marte. Si me dejo alguno en el tintero, seguramente sea un escurridizo calamar o especie tentacular sin importancia metafísica.
Pero, si queremos destacar la ferocidad de una raza y, lógicamente, una comparación narrativa en la ciencia ficción de los últimos tiempos, tendremos que observar de manera escrupulosa y sangrienta, a los alienígenas de Ridley Scott, con su salvaje apariencia y capacidad reproductiva, protegida en sus ácidas raíces primarias. Igual, a la cara abstracta y opresiva del Mal que surgió en el mando del Event Horizon, coqueteando con Lawrence Fishburne y un dicotómico habitual, como Sam Neill. ¿Le recuerdas saliendo de los agujeros más oscuros y horripilantes, en filmes como Omen III, Dead Calm, In the Mouth of Madness, Daybreakers o Parque Jurásico III?.
Si bien con diferentes argumentos, el actor irlandés tiene cierto parecido interpretativo y semejanza en los papeles primerizos con aquel joven de Donnie Darko llamado Jake Gyllenhaal, hoy reconocido intérprete que tiene por estrenar la cinta Okja del director coreano Bong Joon Ho (Memories of Murder, Snowpiercer) y será futuro protagonista de The Sisters Brothers del director Jacques Audiard, junto a Joaquin Phoenix veremos Stronger sobre el atentado de la maratón de Boston y de la película Rio con Benedict Cumberbatch. Además, numerosos proyectos entre los que destaca el primer filme dirigido por Paul Dano con el título Wildlife. Así, de Life a Vida Salvaje cerramos este redondo círculo de Jake.

Pues bien, llegados al punto terminal e infernal, con el origen de esta Vida en el comentario y la inseminación de nuevas especies (antes de la reproducción de otros famosos Aliens ya conocidos), nos desplazaremos a las nuevas coordenadas de esa concepción primitiva, que empieza a entrar en calor.
Life no es un bluf o The Blob en toda regla, aunque cerca ha estado de serlo... pues, esta forma ha mutado de pequeño Groot elástico, a organismo pluricelular de aviesas intenciones y una expresión facial que indica la llegada de un verdadero demonio espacial. Un ser que cambió el interior de una roca marciana, por el centro de mando de la Estación Espacial Internacional, y evoluciona gracias a una condenada tripulación de científicos, sin demasiadas condiciones de seguridad. Alimento cárnico venido de diferentes latitudes y encabezados por expertos en el sufrimiento, como la actriz rusa Olga Dihovichnaya, el británico Ariyon Bakare (Rogue One), el japonés Hiroyuki Sanada (Sunshine, Mr. Holmes), Ryan Reynolds (The Captive, Deadpool) y la actriz de origen sueco, Rebecca Ferguson (La Chica del Tren); bajo la tensa partitura ejecutada por Jon Ekstrand, con base semejante a viejos trípodes recolectores.

El resto de la invasión bajo el Sol, será un tipo de avistamiento futuro sobre nuestras costas, con una masa informe de apetito fabuloso. Acercándose por detrás a cualquier bañista desprevenido en su colchoneta inflable y arráncandole su esencia grasienta del grandilocuente y florido bermudas. ¡Qué cosas... estas de la terraformación y los voraces marcianos!

Jon Ekstrand - "The Long Way Back" - Life Soundtrack.


Tráiler Okja, de Joon-ho Bong.


Tráiler Stronger, de David Gordon Green.



Tráiler War for the Planet of the Apes, de Matt Reeves.

Child 44.

"El Asesino Múltiple y la Bestia".

Decir que Tom Hardy es uno de los actores más atrevidos, fornidos y versátiles del panorama actual, ya no sorprende a nadie. Porque este británico se ha convertido en una super estrella y va camino de forjar una carrera interpretativa de alto nivel. No es raro que Hardy demuestre una portentosa capacidad para su oficio de actor, pues sus raíces vienen del mundo artístico. Nacido en el sitio roquero de Hammersmith, su madre era artista y pintora, y su padre escritor de comedias. Y en ese segundo aspecto, también el dramático, ha dado muestras de desarrollar su talento innato.

La última película visionada de él, Child 44, es un filme de suspense situado después de la segunda guerra mundial, cuando el personaje que interpreta es nombrado como representante de la Rusia de Stalin tras la caída y toma de Berlín por parte del ejército soviético, y encumbrado como héroe de la nación. Es una película con una factura impecable, pero con altibajos argumentales, oscura por momentos y entretenida dentro de un marco imaginario basado en la novela de Tom Rob Smith, con el mismo título. Lo que no cabe duda es que Tom Hardy exhibe todas las facultades por las que, el actor inglés está siendo reconocido. En esta ocasión sin ningún atisbo de humor característico.

Por supuesto, podría hablar sobre las características técnicas o argumentales, con sus aciertos y errores, pero lo importante en este momento para mi comentario es centrarme en la personalidad y el trabajo del actor protagonista. Ofrece un papel de marido, no muy habitual en él, junto a Noomi Rapace su mujer sufrida en el filme, un carácter revolucionario con Jason Clarke el nuevo John Connors de Terminator 5, compañero policial de Gary Oldman en una aparición marcial y comprimida, cazador de asesino frente Paddy Considine haciendo un rol que no corresponde a su apariencia, perseguido por Joek Kinnaman es un actor que puede seguir creciendo, y enfrentado a la burocracia con Vincent Cassel algo desdibujado.

Pero, todo recae sobre los poderosos hombros de Tom Hardy, luchando en tres frentes en esta historia. Primero en el marco de la persecución de un asesino en serie de niños viajando entre trenes (en escenarios cambiados de la República Checa), luego haciendo cara a un remilgado y vengativo compañero que no acepta su papel de sombra del detective o agente del MGB. Y por último, la perspectiva histórica del comunismo, que intenta borrar las huellas de un caso que no pertenece al paraíso que ellos pretendían, algo así, como un ajuste de cuentas con la historia.
Pero, prefiero comentar la calidad interpretativa, remitiéndome a otros trabajos del actor, sobre todo, habiendo visionado una película sorprendente hace pocas fechas.

Se trata de una película en la que Tom Hardy realiza un recital de diferentes posiciones, el título de Bronson (una de las que me faltaban por visionar) que demuestra su capacidad de histrión, desde la comedia al lado más oscuro del ser humano, y exhibe su fuerza bestial como ocurriese en su papel en WAZ o Batman. El lado dramático que ha emprendido en algunas actuaciones como Tinker Tailor Soldier Spy, Locke o Warrior, que mezclado con su físico y cualidades para las escenas de acción le hace ser un actor inusual por su calidad interpretiva. Una muestra pequeña de ello es su debut en el año 2001 con Black Hawk Derribado, luego confirmado con las anteriores nombradas, más Star Trek, Inception, Lawless o Mad Max: Fury Road. Aunque tampoco me olvido de su registro musical, ligero en Sweeney Tood y con un peso, además, sugerente y enfermizo en la notable, extraña y recomendable, Bronson dirigida por un director particular, en auge como Nicolas Winding Refn.

Bronson en definitiva es un espectáculo teatral donde enseña muchas de sus cualidades, para dejar al espectador boquiabierto frente a esta fuerza de la naturaleza.
Pero, volviendo a El Niño 44, del director bregado en el cine danés y sueco, con nombre español Daniel Espinosa (El Invitado). Ejerce una labor interesante, marcado por las etapas y los flecos de una región pocas veces retratada de la historia, de atrevimiento estilístico y con ciertas lagunas en la acción, la película se muestra interesante e irregular. Aunque demostrando que puede embarcarse en proyectos de mayor enjundia. El guion adaptado de una novela, sobre la que no puedo opinar pues desconozco si refleja la trama real del verdadero asesino en serie en otra época bastante posterior a la acción. El guionista Richard Price, mezcla una imagen truculenta de la URSS durante finales de los setenta y la década de los ochenta cuando el matarife perturbado Andrei Chikatilo hacía de las suyas, y esta época retratada antes de la existencia de una policía profesionalizada en la capital Moscú.

Child44 se muestra como eficaz, pero Tom Hardy está llamado a empresas mucho mayores y creativas, esperemos que se haga realidad con sus próximos y esperadísimos trabajos, a la altura de este gran actor.
Creo que lo veremos también en otro futuro estreno de producción inglesa, y con vinculaciones al musical misterioso, titulado London Road ,The Drop (no vista) junto al añorado James Gandolfini, y las esperadas Legend del guionista (L.A. Confidential, Mystic River) y director Brian Helgeland. Pero sobre todo, la magnífica factura visual de la nueva película del ganador de tres Oscars, Alejandro González Iñárritu, y junto a Leonardo DiCaprio, la esperada The Ravenant.
Hasta ese esperado reencuentro, pueden aprovechar a ver algunas de las películas en las que intervenga, este fabuloso Tom Hardy.

The Martian.

La vida es una tómbola... de luz y de color.

Hace un puñado de años, parecía imposible un viaje a los planetas más cercanos a la Tierra, hoy pensamos en mandar una nave tripulada por humanos a Marte, mientras el cine y la productora 20th Century Fox presenta la nueva película de Ridley Scott en el Festival de Cine de Nueva York, con el título The Martian.
Para ello, se entrega a un argumento basado en los avances científicos y la calidad visual, transformando el desierto de Wadi Rum o Valle de la Luna en Jordania, en un mundo marciano castigado por terribles tormentas, y los estudios Korda y alrededores húngaros en las salas avanzadas de la NASA.
Así comentaba Scott (desde su primer y magnífico largometraje Los Duelistas, todo evolucionó como dijo don Hilarión: Los tiempos cambian que es una barbaridad), su trabajo al lado de especialistas de la agencia espacial para preparar los datos reales, respectos al clima marciano o la resistencia de los organismos: "Cuando intentas grabar imágenes 'sin gravedad' es como si estuvieses en El Circo del Sol. Moviendo la cámara de aquí para allá... puede volverte loco. Y a los actores también".
Ridley Scott sabía "hace meses, pero demasiado tarde" que la NASA había encontrado agua en Marte.

Tanto ha cambiado el panorama espacial, que el astronauta Mark Watney interpretado por Matt Damon, se ha ido infiltrando en los últimos tiempos en el género de ciencia ficción, con resultados casi legendarios para algunos. Por tanto, también ha cambiado sustancialmente su vida como actor, desde que en 1988 participara en aquella Mystic Pizza. De hecho si el anuncio de la existencia de agua en Marte hubiera sido un poco antes, Matt se hubiera dado de bruces con algún tipo de glaciar y su mundo reducido en el invernadero habría mutado científica y biológicamente hablando.

Matt Damon se ha convertido, con su estilo simpático y templado, en un héroe por diferentes terrenos de la acción, enfundándose en trajes espaciales con voluntad férrea de mostrar que, es válido para aventuras más elevadas (de momento, volverá con Bourne, la construcción de la Muralla China o un trabajo más terrenal y esperado de la mano del gran Alexander Payne). Mientras, Ridley Scott intenta devanar los sesos para lograr de nuevo encandilar a los antiguos seguidores de primeras fantásticas películas, siempre interesado en el cosmos e historias de supervivencia personal (aviso de nueva trilogía de Alien, sin la teniente Ripley suponemos). Scott desde 1979 dirigió su mirada a la navegación por otros mundos alejados, con resultados destacados en el recuerdo del aficionado scifi.
Pero el secreto o logro de suscitar en los espectadores, el suspense tiene sus pautas y no tienen que ver, tan sólo, con la calidad fotográfica y visión artística. Para ello ha contado con un guionista en ascenso Drew Goddard, director de La Cabaña en el Bosque que adapta en Marte, el libro de Andy Weir.

Además, Scott confiere a sus personajes, una perspectiva épica para sobrevivir a las diversas amenazas, casualidades catastróficas, por factores sofisticados de seres, más o menos, evolucionados. La supervivencia tiene dos pilares fundamentales, dominio del medio y el abastecimiento de agua o alimentos, necesarios para transformar a sus protagonistas en luchadores, sustitutos del hombre o depredadores. Sin embargo, en 2015 (33 años después de la obra maestra Blade Runner) el director británico aprovecha ese empuje inercial de contemporáneos viajes intergalácticos, para ofrecer en The Martian, efectos probables de una dramática evolución en territorio inhóspito, con procesos biológicos forzosos en un ambiente tan agresivo como el planeta rojo.
Materia que queda apartada en otras vicisitudes de héroes del cine actual, pues se busca la efectividad de la acción o la imaginación; con algunas excepciones, como sucede en filmes como Naves Misteriosas o la reciente Gravity, abordando la complejidad de los viajes espaciales y el riesgo de pérdida de exploradores en el gélido vacío.
Así con la conocida misión del Apollo XIII, el público comprobó que esos problemas (debidos al escaso margen de error en medio hostil) o términos como distancia o tiempo, eran un objetivo tan alejado de nuestras posibilidades futuras, como el mismo Marte. En cambio, el hombre tras la cámara (como viajero tras la visera de su escafandra) se convence de que el abandono significa inanición o defunción, porque la necesidad de experimentación siempre intenta sobrepasar nuestros límites, de resistencia o del conocimiento. Sencillamente, la elección de decisiones futuras en caso de un peligro vital, y real.

Ridley Scott se entrega a la recreación de mundos en territorios salvajes, intentando hacer comprensible a una mayoría de público con conocimientos básicos, la tecnología, biología o botánica y la navegación cosmológica o uso de materiales. Si bien, mantener su interés de interés durante más de dos horas y cuarto, y desarrollar un argumento que fluctúe adecuadamente, debe transpirar suspense sin excesos. Es decir, que las casualidades no se apoderen de una aventura de supervivencia tecnológica. No siempre se consigue.
Para este viaje, harán falta este tipo de hombres y mujeres dispuestos, resolutivos como la pareja Damon y Jessica Chastain, más científicos que persigan un sueño de la humanidad para colonizar nuevas fronteras fuera de la atmósfera terrestre, como héroes de la mente, Scott se rodea de actores de peso y convicción como Jeff Daniels, Sean Bean, Kristen Wiig, Kate Mara, Michael Peña, y un convincente Chiwetel Ejiofor, cada vez más presente en grandes producciones (Triple9 de John Hillcoat o Doctor Extraño de Scott Derrickson).

Para mí, uno de los principales problemas es llegar a aceptar a Matt como científico del máximo nivel, esa capacidad de convicción para separar el recuerdo de otros personajes de acción habituales. Pero, a pesar de determinadas elecciones en rodajes de esta categoría, entre aciertos y dudas, el objetivo de la cámara siempre se dirige a la recreación de ambientes, en juego del espacio y la ciencia, como unos ojos femeninos y masculinos que se reencuentran a miles de kilómetros del hogar, con un baile del que dependen sus vidas e ilusiones. Mientras en ese sepulcral silencio, el latido acelerado de sus corazones (o último aliento) irá destinado a la solidaridad y el compañerismo:

- Este es el comiendo de una bella amistad.
- Pero, sólo eso Jessica, que los gustos musicales nos convierten en mundos alejados.
- Sí, siempre nos quedará Marte para recordar. O no...

miércoles, 21 de junio de 2017

The Cabin in the Woods.



The Cabin in the Woods: Entre cabañas del bosque y “lobos”.


Érase una vez, una chicha de cabellos dorados que cantaba y se prometía ser muy feliz adentrándose en el bosque. Entonces, llega un lobo que se acercó a ella y le dijo: Qué lengua más larga tienes. La chica ingenuamente miró a los lascivos de aquel majestuoso animal y le introdujo... ¡Vaya, como ha cambiado el cuento!

Lo común en estas películas es que la rubia se reúne con un grupo de jóvenes y se dirigen a una cabaña con unos parámetros altamente electrificados. La naturaleza les rodea, así como la idea de un Dios que todo lo controla desde su sala de mandos.
Aquella chica como tantas otras de las pelis de terror actual, comienza una juerga con todos los ingredientes comunes, para terminar pidiendo la misericordia por sus pecados. Ya que la mano y el ojo orwelliano de este dios, golpea a los que no pertenecen a su escuadrón tecnológico y terrorífico.

Después de unos minutos pensando en que esto podría ser infumable. Aparece en pantalla la salvación, con dos maduritos y maestros de ceremonia al estilo 1984, con ideas ocurrentes, humor macabro y otra serie de monstruosidades.
Esta dicharachera pareja formada por los sorprendentes Richard Jenkins y Bradley Whitford, se convierten en los grandes hermanos del Mal y en el alma de esta borrachera de sangre. Se me asemejaron a los críticos viejitos en el balcón del teatro de los Muppets. Pero, caídos de patas en el mismo infierno.

Esta dicharachera y profesional pareja son la presencia humana de un concurso dirigido por un Ser castigador.
A una fiesta de monstruosidades que los jóvenes protagonistas han sido invitados, sin saber muy bien cómo ni porqué. Son los grandes hermanos del terror desconocido.

Richard Jenkins parece reviviendo una nueva etapa interpretativa. Habitual de cintas scifi y recordado por aquel thriller dirigido por Harold Becker (me gustó mucho en su momento), Melodía de Seducción. Después de este rodaje encaró multitud de proyectos de lo cual me regocijo, por el bien de los buenos y maduros actores de Hollywood. Últimamente con la interesante Mátalos Suavemente y The Company You Keep.
Su compañero de cabina Bradley participó en Esencia de Mujer y Un Mundo Perfecto. Garantía de su buen trabajo, aunque esté más centrado en la televisión ahora mismo.

Resumiendo la aparición de éstos dos magníficos profesionales, es un soplo refrescante entre la actuación de tanto joven enfebrecido. Gracias a la selección del director Drew Goddard (nacido en Los Álamos-Nuevo México) y salido de la fábrica J.J. Abrams. Además de la aportación argumental del guionista Joss Whedon, también director de cine y Tv). Suya es la historia de Toy Story.

Caperucita iba encauzando su paso con ritmo vivaz y brillante (tras típicas escenas de sexo y drogas) cuando llegaron los monstruos en CGI, como un gran cubo de Rubik. Así el terror emerge a estilo de Vincenzo Natali. Aunque me sigo quedando con su Cube, mucho más enigmática y elaborada que esta Cabina. Debo estar muy anticuado.

Yo prefería los f/x de antaño con hábiles profesionales de la maquetación, decorados y maquillaje, y mucha imaginación en sus monstruos. El pulso del frame afecta a la interpretación del actor pendiente de plasmas a su espalda. Sí definitivo, anticuado.
Después de un largo camino en la distribución llega, por fin, a la gran pantalla con Good Films esta Caperucita de tintes diabólicos, sin lobo físico.

La lucha eterna del Bien y el Mal.
Dioses o Demonios. Gran Hermano confabulador.
Monstruos del averno en CGI.
La mano acusadora y sangrante de un Ser o seres superiores.
Notas infladas en páginas de cine.
Me quedo con esa curiosa simulación al palco de los Muppets, y sus dos simpáticos viejecitos.

** Pasable ***

Byzantium.
















Una nueva entrevista con la historia.

En 1897, el novelista nacido en Clontarf (población cercana a Dublín - Irlanda del Norte) e interesado en las ciencias ocultas y en los relatos de terror, que le narraba su madre a los pies de su cama mientras estaba enfermo, contaba con 50 años. Y seguía comprometido con aquellas viejas historias terroríficas de hombres alimentándose de otros, en la penumbra... era Bram Stoker y su novela mundialmente famosa Drácula. Comenzaba una nueva era para un mito inmortal, que ha ido creciendo en la cultura general.

Cuando una obra literaria adquiere este reconocimiento, lo normal es que a lo largo del tiempo sea fuente de futuros artistas, y el cine no podía hacer caso omiso a la historia basada en el famoso empalador y emperador de Valaquia (Sur de Rumanía) Vlad Drăculea III o Vlad Tepes. Hijo de Vlad Dracul (demonio en rumano) y esposo de Cnaejna de Transilvania, ejerció su poder y lucha contra el Imperio otomano desde 1456 s 1462.
Diferentes directores de cine han adaptado el mito del vampiro hasta convertirse un icono de sexualidad, dominio de la mente e inmortalidad a través del consumo de la sangre de sus víctimas. Ahora, el también irlandés Neil Jordan (tras haber convivido con estos seres seductores y salvajes en Entrevista con el Vampiro) vuelve a adaptar una historia que bien podría considerarse una continuación de la vida (sangrienta de Vlad el Empalador) y cómo se convierte en una leyenda de la literatura fantástica.

Byzantium retoma todas esas conexiones culturales, mágicas e históricas, y se convierte en un film a tener en cuenta. Algunas de ellas son las siguientes:

- Desde el título, Byzantium, toma partido por una época de Europa Oriental en la que se suceden las batallas, y los combatientes se comportaban con crueldad evidente ante sus enemigos. En los últimos estertores del Imperio Bizantino, la región se conformaba con diversos territorios actuales como los Balcanes y la actual Rumanía.
Esos hombres guerreros, se transformaban en auténticos monstruos y darían lugar a famosas leyendas de la iconoclasia barroca y romántica.
La sangre y el amor eterno se derramaron en páginas en blanco del futuro.

- Emerge la figura de Vlad III y posterior edición de la novela de Bram Stoker. Un niño enfermo que recopiló aquellas leyendas y las transformó en ciencia ficción en la vieja Inglaterra, uniendo el mundo sajón victoriano con la región carpetana crearía al famoso príncipe de los Vampiros.
Se eliminan las reales referencias históricas al personaje, pero el cine se encargaría de unirlas para crear una dinastía poderosa de vampiros a lo largo del tiempo. El Empalador se convertiría en una figura sin remordimientos y salvaje contra sus enemigos, los boyardos o aristocracia real, los colonos alemanes y el invasor otomano.

- La nobleza de su país se vendió al poder económico y político, comerciando con los turcos y Vlad se nombró el salvador del pueblo formando un ejército de tinieblas y muerte desde Transilvania, como una enfermedad contagiosa se extendió su fama por la comarca. A partir de ahí, su odio contra los boyardos y sajones produjo los horribles empalamientos para aterrorizar a sus enemigos turcos, y además hizo cautivos como trabajadores para la construcción del famoso castillo de Drácula.
En el fin de su Imperio, Vlad se refugia en la fortaleza y sus oscuros muros pétreos. Y creando una leyenda respecto al suicidio de su esposa.
Todos enfrentados entre sí, musulmanes, católicos y ortodoxos. En el último acecho a su castillo, los turcos se harían con la victoria y el hermano de Vlad con el poder, siendo manejado por ellos.

- Cuenta la historia que la princesa Cnaejna, se lanzó al río Arges para evitar ser mancillada por los conquistadores, y en su vida había mezclado la sangre de jóvenes doncellas en su bañera para mantener su piel tersa, sumándose a la mítica del vampiro. Su esposo y sucesor de los Drácula sería enterrado en la isla-monasterio de Snagov. Su tumba fue cambiada por los monjes griego debido a su fama y su cadáver se perdió a causa de una riada, decapitado.

En la película de Neil Jordan, Byzantium, empezamos con la visión de unas jóvenes por fuera, en la blanca piel de Saoirse Ronan y la madame de poderoso atractivo, Gemma Arterton. Porque su verdadera edad está cercana a los 200 años, mucho antes de que naciera Bram Stoker y su criatura. Así podemos visionar la película como un lapso en el tiempo, un intermedio. Eterno.

Siendo Jordan uno de mis cineastas preferidos, el guión de Moira Buffini, es antecesor a la historia y predecesor de la creación del mito. Aquí, las referencias al personaje histórico son evidentes.
Su estética es envidiable, recuerda a sus anteriores trabajos, y siguiendo las pautas de la novela en forma de epístola se cuenta la vida de unas mujeres que son cuasi coetáneas a Stoker y su novela, completando un círculo perfecto. Aquellos hechos reales se confunden con la mitificación de un monstruo chupasangre y eterno conquistador.
Jordan le otorga el nombre de Byzantium a un viejo hotel que en gran parte crea el estilismo fotográfico, en el que se comerciará con la carne y se alimentarán con sangre.

El film mantiene algunas características propias de la obra Drácula, cambiando los géneros, pero conservando el mito intacto y con el propio estilo cinematográfico de Neil Jordan. En primer lugar, un barroquismo moderno ambientado en la época victoriana británica, uniendo igualmente Inglaterra con los Cárpatos en una serie de extraños viajes.
La ambientación de los escenarios producen la oscuridad necesaria para desarrollar una historia de terror y ejercer el magnetismo del vampiro carnalmente hablando. Como una hermandad de la sangre a través del tiempo.

En segundo término, el dato romántico de Byzantium encarnado en el amor entre la misma sangre, una conexión eterna de la madre con su vástago separados por la guerra de los hombres y sus diferencias. La guerra interviene de nuevo en la creación de monstruos, como una hoja afilada y curva cayendo sobre el cuello de la historia. La inmortal violencia de las armas.
Jordan se centra en la nueva era vampírica que comienza reflejando las diferencias sociales, por la marginación de la mujer ante sus semejantes machistas, se ve abocada al comercio sexual. Como una antigua princesa que necesitara de la sangre para mantener su estatus social y libre. Una especie de baño de sangre liberador.

La película se cuenta en dos etapas, una actual y juvenil de primeros amores. Entregada a un romanticismo más natural al Drácula de Coppola y Stoker, arropado por una especie de hastío del personaje principal por su personalidad cambiante y adecuándola a una condición de benefactora y dadora de extrema unción.
Sin embargo, 200 años antes las cosas fueron muy diferentes y una joven debió luchar por su subsistencia y el recuerdo de su hija. Para ello, necesitará vengarse de los hombres causantes de esa pérdida, con una serie de viajes a una isla escondida en la bruma y puerta a la inmortalidad del cuerpo sumada a la maldición de su alma.

Bram Stoker moriría antes de ver la inmortalidad de su obra Drácula, en su querida Irlanda. Tierra de monstruos y leyendas.
Neil Jordan sigue muy vivo con su cinematografía (recordando que nació en la localidad de Sligo en Irlanda) y esperemos que por muchos años más pueda segur contando con su estilismo, todos aquellos cuentos que nos aficionaron a la literatura fantástica y al cine de terror.

Byzantium es puro Neil Jordan (quizás con menos medios), y pudiendo perder algo de su fuerza en el último tercio. Para acabar completando el círculo de Vlad el Empalador con una coherencia de guión y estilo fuera de toda duda.

Byzantium es parte de Vlad, por tanto, es historia y leyenda. Es romanticismo barroco derivado a un modernismo feudal, de aquellas primeras ciudades que crecían al albor de la vieja Europa y su mitología. Por ello, es una película fiel al original.

Byzantium es el nombre de un cubículo de vampiros.

**** Notable ***

Anomalisa


"En esta ranura, no entran más fichas."

Aquello que sobresale del conjunto de formalidades, destaca para lo bueno o malo del resto de miradas. Sin embargo, si entona diferente de la común reverberación de voces. Eso es Anomalisa...

Anomalía:

1. Desviación o discrepancia de una regla común o uso.
2. Defecto de forma o, de funcionamiento.
3. En Astronomía. Ángulo que fija la posición de un astro en su órbita elíptica, contado a partir de su eje mayor y en sentido de su movimiento.
4. En Biología. Malformación, alteración congénita o adquirida.


Hoy voy a comenzar el comentario de cine habitual con una agradable anomalía, pues la verdad es que estoy bastante de acuerdo con el periodista David Calhoun de Time Out: “Anomalisa es lo que habría salido si Kaufman se hubiera encargado de Lost In Translation o Up In The Air”.
Por ello, significaría que una película arriesgada y con amplias dosis de realismo, puede llegar como un vuelo rutinario y convertirse en algo extraordinario. En su interior los personajes no son lo que pensábamos a priori (personalmente no conocía la producción de esta Anomalisa), pues demuestran una singular apariencia. Frente al espejo... ¿cuántas veces hemos mirado fijamente nuestro rostro irreconocible? Observamos otra singularidad como las voces que poseen una calidez diferente, podría tratarse de una hendidura de la que desprendemos nuestros miedos, la rutina en los trabajos y la sensación de pérdida de esta actualidad confusa, las relaciones familiares, el tabaco y las sustancias prohibitivas, etc... Pero también, una entrada para los ensueños (o pesadillas) que te transportan a otra realidad, al menos, por unos minutos.
Por ejemplo, las decisiones incontroladas cuando en una conversación de bar, nos fijamos en la chica menos atractiva por esa singularidad. O transformamos una anomalía en una canción que anticipe el sexo o las ilusiones de un nuevo futuro.

Y esto es Anomalisa, que partiendo de una premisa filosófica como, ¿qué significa ser humano?... se construye una película diferente para adultos y particular para el entendimiento, inteligente pero sencilla en apariencia, global a la vez que solitaria en la panorama del cine.
Si bien, en el mundo cinematográfico estos paralelismos sobre el significado de una anomalía, vienen identificados por los dos únicos personajes que manifiestan un hecho diferencial de este comportamiento alienado. Él, y otra Ella, recuerda lejanamente a la voz de aquella ´Her`.
Cuando todo el mundo se define por las mismas experiencias o los lugares comunes que frecuentamos para encajar en los parámetros de la sociedad. Como una entonación calculada y metálica, repetitiva. Una piel incrustada en nuestra careta, que disimula la expresión de conformidad con lo que nos rodea, las relaciones humanas y las apariencias sociales.

Y la mujer o Anomalisa del director y, sobre todo guionista Charlie Kaufman unido en visión con Duke Johnson, sirve de resorte crítico o medio de expresión anómala, para extraer su diferencia escrita. Ya que utiliza la animación para adultos con sentido crítico que no es habitual en el mundo cinematográfico. Esta animación de Paramount significa una corriente de aire nueva que, si bien, tiene poco que ver con las magníficas aventuras del gran Jim Henson o la irreverencia de Spitting Image (animaciones que comparten el mismo gusto creativo) ni tampoco la extravagancia en la acción sucia de Team América... o siquiera el paralelismo con el mundo animal y divertido de Fantástico Mr. Fox de Wes Anderson; es una lúcida creación personal. Más bien, una manera exclusiva de expresar sentimientos y escenas cotidianas que se enfrenta al cálculo matemático de resultados financieros o la habitual corriente artística que pertenece a este tipo de producciones.
También a costumbres de seres humanos, respecto a ese magnetismo animal que se desprende de aquello que ´llamábamos` amor. Sin duda, Anomalisa ha tenido la mala fortuna (o lo contrario quizás) de tener una competidora más modulada y fácil de entender como Del Revés. Aunque la metafísica de conocimientos de ésta posea unas cargas de profundidad tan sustanciales como el guion que remarca la anomalía argumental del filme de Kaufman, su obra narrativa. Recordar que fue el ganador a mejor guión por Eternal Sunshine of the Spotless Mind y Bafta además por las increíbles historias de Being John Malkovich o Adaptation. Sus letras pululan entre la agradable realidad de sentimientos y la fábula cercana a la experiencia depresiva.

Igual de desacostumbrado es, esa escasez de personajes encerrados en un habitáculo para una cinta animada, resultado de la inversión por sufragio voluntario y anónimo, que reproduce la libertad creativa para retratar con plausible veracidad, las asombrosas relaciones personales e íntimas de sus protagonistas principales. No por sus avatares complicados en el retrato, sino por una apuesta magnética y arriesgada.
Hombre y mujer, diferenciados por el ruido o expresiones acostumbradas de este tipo de cine, de formalidades clásicas y conversaciones alejadas de las emociones humanas, a cambio de la estética (que sin duda Anomalisa posee), pero las marionetas de Él y Ella se reconocen, provocando reacciones en el espectador que se reflejan en pantalla como si se tratara de personajes reales de carne y hueso. Y lo son...

Sólo que en este caso, la animación stop-motion viene acompañada por la banda sonora introspectiva de Carter Burwell y un enorme esfuerzo fotográfico, de la hábil mano de un grupo de titiriteros auténticos en Starburn Industries. Algo verdaderamente digno de ser contado, creado con impresión 3D, porque cuando la tecnología se aúna a la magia con esta necesaria capacidad intelectual, sirve de acicate para abrir la mente al público.
Incluso la diferencia aparece, en una forma de contar y expresar, destacando entre esas voces interesadas o apropiadas para oídos del sistema cansino, pues todas las palabras vibran alrededor de las imágenes en miniatura, en las canciones a capella en la habitación repetida. Es un bis a bis de arriba a abajo, sobre el conformismo y la vuelta a la realidad después de reacciones químicas desaprovechadas... sobre un ruido de fondo que tiene como protagonista la anomalía de un actor llamado Tom Noonan, poniendo su monotonía ejemplar a la sistemática expresión del reparto de títeres en el filme. Y que anteriormente había trabajado con el director en el filme Synecdoque, New York.

Mientras en el otro lado de la cama, animada, se comprueba el detalle minucioso de los escenarios y luces, de reflejos y silencios, de la aventura habitual frente a la familia estereotipada, en busca de una voz contra la envolvente soledad.
Él, es fumador de mediana edad, inteligente pero apagado por una tormenta de sensaciones, también perdido en un mundo que pareciera un teatro para marionetas teledirigidas por grupos de expresión. Es resolutivo y decidido, excepto cuando la realidad se abre paso a horcajadas sobre un colchón furtivo y se siente el abismo de la rutina que te ahoga. Él, posee la voz exigente y crítica de un cínico, otro actor escondido tras la máscara como David Thewlis, reconocido en últimas producciones como la película Regression de Alejandro Amenábar.
Ella es Anomalisa, parte de una anomalía aún mayor que la expresión, ya que aparece como una chica divertida con numerosos deseos y diversos miedos hacia su apertura sexual y sentimental... quizás se haya llevado alguna que otra desilusión en la vida. Por eso, le gusta beber y divertirse como una mujer joven más, compadecerse de una soledad sumida hace tiempo en el ostracismo, mientras se deja llevar por una melodía del pasado.
Ella es una anomalía surgida de la insoportable levedad del ser, que aparece por calidez cuando ambos necesitaban una voz amiga o un cuerpo caliente con el que compartir un hecho más real que sintomático, como si un muñeco de madera pudiera llegar a alcanzar ese parámetro imaginado, sin tratarse del infantil Pinocho). Pero Jennifer Jason Leigh igualmente es un desayuno dual y mecánico, compartido al día siguiente, por lo que podría haber sido nominada también en esta cápsula envolvente de animada realidad.

Ella vuelve a ser parte de la formalidad con sus gestos habituados, a través de la repetición de coletillas que creíamos desbancadas o superadas, aunque el vocablo anterior a su nombre Lisa, signifiquen algo tan hermoso como el universo mismo. Todo lo que tiene de sensual, infantil, indeciso, mágico o frustrado, este personaje, se lo debe al director neoyorquino más subjetivo y lo construye una Leigh capacitada para enfrentamientos entre amor y odio.
Toda la magia realista, se expresa con esta parábola onírica, que significaría un cambio casi una pesadilla existencial. Una historia que se esconde bajo la piel y la rutina del equipo. Una sorpresa cinematográfica que viene a saciar la necesidad de una conversación reveladora y diversa, como una muñeca matrioska que pertenece a otro mundo y se cuela en el mundo de niños caprichosos y repelentes, tal que una eyaculación creativa sin motivaciones sociales o económicas.

Anomalisa es cine intimista y revelador de capacidad artística, exponencialmente lanzadera nuevas fronteras en la animación para adultos (ojala), para ahondar en el espíritu desengañado o necesitado de otras experiencias vitales, o guiadas por un ´master of puppets` con fundamentos clásicos en el romanticismo y algunas gotas de ciencia ficción, para mentes inquietas.

Anomalisa es la mujer fantástica que vino de las estrellas, pero al tocar la Tierra se expandió como el polvo recurrente e infinito. Esto es, una difícil aunque... maravillosa e increíble anomalía.

Tráiler Anomalisa:


Anomalisa Soundtrack, None Of Them Are You by Carter Burwell.



Top 5000
Charlie Kaufman escribirá el guion de Chaos Walking, una trilogía de libros del autor Patrick Ness (Un Monstruo viene a verme):


Get Out.

Cuando los blancos... no la saben meter. Sal

¿Pareces ciego e impotente? ¡No te das cuenta que te estás metiendo en un enorme marronazo, bro!
Que estamos en una sociedad hipócrita, que proclama una lucha contra el calentamiento global, mientras se instalan potentes acondicionadores en casa para estar fresquitos... Todo son caretas que esconden la verdadera dimensión trágica de la actualidad, ocultándose los extraños comportamientos tras una careta o mueca... ¿de dolor o risa?
Cualquiera diría que el rostro de aquel estudiante negro, interesado por la comedia y convertido después en actor, dibujaría una expresión de satisfacción total. Su nombre es Jordan Peele, que se ha convertido en la gran revelación en el mundo del cine en 2017. El hijo de una pareja multirracial, que interpretara a uno de aquellos agentes incapacitados del FBI en la primera temporada de Fargo y, que por último, se proclamaba en espléndido y animoso director de cine con las ideas bastante claras. El ejemplo sobre la historia fascinante, que va a contar en su primera película Get Out...

No te das cuenta que tras la cámara, bro, te vas a quedar en los huesos. Con tanto trajín de aquí para allá y quebraderos de cabeza en busca de financiación. En una sociedad con el pensamiento conservador de un presidente blanco y millonario, con más edad que su antecesor Barack Obama, protagonistas de algunas frases del filme (aunque uno esté silenciado). Pero, no importa, porque has llegado con un auténtico obsequio (semejante a aquel regalo con que el Doctor Frankenstein obsequiara a la criatura solitaria...), novia hermosa e ideal, de piel blancuzca y vestida para matar. Ahora Mr. Jordan, te has apoderado de las mentes de muchos aficionados al suspense con indudable calidad y estilo, por ejemplo el de Franklin J. Schaffner, director nacido en Tokio y sus niños del Brasil. Elaborando un plan perfecto y terrible, con el cual desnaturalizar a la sociedad actual.
Con una encerrona psicológica y misteriosa, como no podía ser de otra forma, pensando en tantos científicos y médicos inhumanos que quisieron apoderarse de las voluntades de nuevas generaciones de críticos o infantes bien formados. En la bebida surrealista de Déjame Salir, has agitado esa coctelera mortal, con raza y soniquete, hasta formar un combinado perfecto de posturas radicales en el seno familiar, sexo oculto como las ideas orgánicas, tazas de té y miedos intrínsecos. Para denominar a esta construcción elaborada, Get Out, sin tener nada que ver (exclusivamente la emoción y otras sensaciones cinematográficas) con aquella blancura sueca y pálida, ávida de sangre... que pregonaba arañando en el cristal ¡Déjame Entrar!

Y mucho suspense antes que una evidencia visual. Echando la vista atrás, a aquellos doctores sacrílegos, el terrible Mengele interpretado por Gregory Peck, el profiláctico deambular de Los Sin Nombre, un científico como John Hurt viajando al Fondo de la Mente, el deseo regenerador de aquel hombre rehabilitado físicamente en Mosca, el monstruoso Dieter Laser de The Human Centipede o la mirada cristalina Stuart Gordon y la veta fluorescente de Jeffrey Combs en Re-animator. Son algunas sombras que provienen del frío invierno en Escandinavia, las que se inoculan aquí, pero con un argumento ligeramente fantástico. O mucho, depende de vuestra cabeza.
Apenas nos dimos cuenta que, para todos han pasado ya... casi 10 años. Cuando aquel director Tomas Alfredson y su película Let Me In, basada en novela de John Ajvide Lindqvist, nos introdujo en la piel pálida de un chico desenvuelto, no tan risueño como este Chris, pero con problemas personales en la convivencia con el mal. Algo así como la dulce Rosemary con sus vecinos alborotados con su carga, carga al estilo Polanski y de tenso ardor escénico o su ofuscación meditativa. Otra joya de la naturaleza reproductiva.

Y en su defensa, a vida o muerte, el joven se arrimaba al filo de los colmillos y la inteligencia, contra extorsionadores de su colegio, que formaban otra pandilla temible y clasista. Cualquiera de aquellos acosadores de su/nuestra infancia, podría haber formado una familia en la actualidad. No sé, si bien avenida, a pesar de apariencias joviales y semejanzas opresoras que subyacen en el denso ambiente; ya que existen códigos internos que solo conocen ellos, como los huéspedes de Get Out y su ´distinguido` árbol genealógico. Así, en cualquiera de sus reuniones privadas o bingos familiares, te pueden convertir en postre que endulzara sus tristes vidas, un pastelito para el ácido de sus bocas, con el otro cosido a tu trasero.
Sobre todo, teniendo en cuenta que estás saliendo con una de sus angelicales y bellas hijas... antes de su radical cambio de peinado.
Terrible cosa, por otro lado, esta discapacidad mental arrastrada socialmente con el nombre de "bulling" o la denunciable superioridad moral de sus acosadores. Ahora el perseguido es de raza negra, asustado ante una representación idílica (excepto en su cabeza inquieta u otra) y que, tras la fachada impoluta, se enturbia con un destino incierto. Maquiavélico e incitador como poco.

Encarar la falsedad conlleva tratamientos desaconsejables por parte de la manada, gesticulaciones mecánicas, sorteos de miradas lascivas, mejor dicho, reproductivas, que encajaría con el dinamismo potenciador de este comentario... te convertirás en espejo de El Invitado perfecto, la anomalía que se reproduce en el interior de unas vainas con ultracuerpos o se deshace acosado como mantequilla en La Cosa. El condimento de las salsas del doctor Hannibal y sus recetas, el dominado ante ojos de niños gélidos y albinos, que vinieron del interior lejano y no tan frío, como la tecnología replicante de Tyrell o el ingenio biomolecular de J.F. Sebastian en Blade Runner.
También el hombre con dos cerebros, uno para el miedo y otro para el humor inteligente, que también lo hay por otras líneas paralelas a la trama. Malditos doctores aficionados al terror, científicos locos que inculcan sus métodos insanos e interés desbordado por el funcionamiento interno de la mente o el comportamiento humano.

Algún impedimento aparentemente insustancial, casi surrealista, va creciendo como una bola de nieve alrededor de su piel (nunca mejor entonado), produciendo una tensión acumulada en nuestra placentera experiencia de voyeurs. Y que, a lo largo del filme, va haciendo otra bola más áspera en la garganta al protagonista, avisado amistosamente por una posible viada junto a su querida novia. Pasando al martirio psicológico con el simpático actor Daniel Kaluuya (próximamente en Black Panther o la próxima película del director Steve McQueen) y agradable sorpresa de una actuación plagada de matices. Reconocido por series como Doctor Who o Babylon, y ese interesante papel en Sicario, notable filme del omnipresente Denis Villeneuve.
Muchacho del norte, o sur más bien, conoce a esa chica con poderoso don de atracción y ciertos poderes sobrenaturales para la convicción, casi herencia extra-sensorial y oratoria de su sangre. Aquí su futura rosa interpretada por una atractiva y modificable Allison Williams, un brazo que podría servirle de ayuda, ante la extraña y solitaria situación. Recuerdos de una pareja ideal, joven, comunicativa y contrastada (rememorando aquel primer beso labial de la serie Star Trek a finales de los 60) y elogiosas interpretaciones de ambos actores. A pesar de un encuentro, que no vio nada claro. Casi como el tono de su... voz, frente a todos esos agradables invitados...

Alabama es el lugar para orientar el futuro de su relación privada, donde poseen la felicidad y comunicación mental, con cierta pasión romántica al estilo el monstruo y su novia. Dos actores que retratan a la perfección la candidez, la compenetración y el desasosiego posterior, por un viaje interior que comienza en la cuneta de una carretera. Mas, con un argumento nada tirado... sino, irónicamente descabezado.
La casa del 6892 de Heathcroft Lane, Fairhope, es escenario señorial y fantástico en las afueras ajardinadas de la mente. La jaula de los que se alimentan con la fuerza del cautivo. Una exclusiva parcela privada para "olvidarse del exterior", calma y vigilada... Bueno, a lo mejor no tanto, ya que aparecen conductores de aspecto amenazante que te pueden dar un buen susto, deportistas hercúleos que te podrían derribar, si paseas a deshoras y despistado. Sino, que se lo cuenten a algún visitante precedente.
En el pasado, aquellas reticencias de una vamp, daban origen al título del filme y aviva el recuerdo vengativo en esta viceversa saliente. La solicitud de amistad, quizá sexo tántrico de adolescentes o juego de depredadores, sugiere una petición de apertura hacia el conocimiento de ambos, frente a la realidad oculta... sus vicisitudes en privado o crónicas virtuales tras el insomnio, ahora con una idealización de diferentes tonalidades. Frente a esta realidad oculta y olvidadiza, casi parapsicológica, las ganas se disuelven ante una taza cerámica y una cucharilla metálica.

Tanto entrando como saliendo del agujero metafísico, removidos en el interior, sus historias son una sorpresa en este ´corto` lapsus de tiempo, a pesar de una decana cinematografía como la sueca y sus obsesiones circunstanciales; demostrando que el gran guion del mismo Jordan Peele, es perfecto. Con un productor Jason Blum, acostumbrado a este tipo de experiencias críticas y una filmación capaz de desfigurar la realidad con escenas intrigantes, atrevidas situaciones y expresiones tragicómicas, para dejar al espectador amarrado a la butaca con esa mueca risueña entre la pérdida y el reencuentro. En ese estado emocional, que reconocemos en el desconsolado huésped, sentado como voyeur tensado al extremo, más bien como esos otros amarrados críticos del maestro Hitchcock. Esto es, sin decantarse certeramente por el camino gore más chabacano o extremo.
Eres la rubia acosada, narración copulativa sin evidencias de fuerza física ni restos biológicos, la mujer delicada caracterizada por un tratamiento íntimo de los personajes en la oscuridad. Solo que creciendo en tu interior ese espíritu vengativo ante otra historia envolvente que no dejará títere con cabeza con ritmo acompasado. Que entronca con algunas opciones metafísicas del cine fantástico y de terror, aunque en Déjame Salir se apueste firmemente por este estimable juego de misterio clásico. Pero, mentalidad e intensidad moderna.

Get Out es una nueva excursión hacia el terror psicológico, que tan buenos resultados ofrece en la actualidad cinematográfica. El espectador escapa a ese barrio diferente cruzando el océano truculento del ser humano y se encuentra un recibimiento conservador de más cabezas delirantes que castrantes, donde un miedo ancestral se revela, y rebela en la personalidad de un afroamericano, acercándose más de lo debido para encontrar una respuesta, que ninguno esperábamos. Salvo el cómico LilRel Howery al otro lado de esta línea, que se comunica con gags desengrasantes y algunos consejos alucinantes frente a la pandilla de monstruos o familia Armitage. Dos contra un mundo de disimulados comportamientos y hechos dominantes, no de niños rubios ni moscas o marcianos, si bien sus juegos vitales de alto nivel estratégico pertenecen a esa categoría, de intereses generacionales y renovación juvenil. Con adocenados sirvientes del mal y amistades peligrosas, no aptas para desaprensivos. O timoratos relacionales con reticencias raciales. Pero, visto lo visto... En Get Out, las cosas aparentan lo que parecen, flotando en el vacío como aquel ser que oteaba el mundo nauseabundo desde el interior de un profundo y psicopático retrete. Se intuye la siguiente pesadilla surrealista a distancia, dirigida al centro neurálgico.

Al igual que Mr. Peele, te puso en estado de alerta, al incluir una primera escena que trastoca la normalidad en amenaza, la conclusión es ajustada y siniestra. Como un pasamontañas, le queda el papel a Caleb Landry Jones (Antiviral, Byzantium) que, además de en Twin Peaks, le veremos en una banda punk en Viena & The Fantomes, junto a Tom Cruise en Barry Seal: El Traficante, o Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, junto a Abbie Cornish, Sam Rockwell, Frances McDormand, Woody Harrelson y Peter Dinklage. En la cresta va este muchacho desquiciado que, habitualmente, se alimenta del miedo y escruta con su tendencia enfermiza habitual a unos padres interpretados por un genial e incómodo Bradley Whitford (The Cabin in the Woods y Saving Mr. Banks, próximamente en Three Christs junto a Richard Gere y Pete Dinklage o Unicorn Store dirigida por Brie Larson) o la sorprendente, siempre, Catherine Keener.

El protagonista no muestra debilidad ante sus anfitriones, pero sí desasosiego y desconfianza. Aún más acechantes y calculadores, los hechos delatan registros invasores que, por otro lado, verán como un agente externo, divertido y lenguaraz junto a otros acompañantes anónimos, sirve de desatascador a toda la tensión acumulada. Una conexión más "cerebral" y realista de la vida, con humor de incredulidad cercana y un punto de vista transparente, casi como la piel albina de un esclavo desnaturalizado, muerto viviente o ser interceptado por algún ritual de voodoo. O viceversa, otro posible marrón sexual de considerables dimensiones...
Desde el asfalto, comienza la estrategia de la trama y los encuadres de un conjunto de descuadrados raciales, en distintos niveles de conciencia. El caso es no recrearse con la visceralidad visual, sino centrarse en objetivos más desafiantes para nuestras inquietas neuronas, como la preparación de avisos silenciosos sobre cerebros vacíos o tensas conversaciones psicológicas. Y la atención sobre los tintineos de una cucharilla, que nos introduce en ese universo especulativo y surrealista, un torbellino de apariencias de tal forma que observamos lo real como una extensión de nosotros, de nuestras dudas y miedos frente a la vejez o la muerte.
El director neoyorquino irá demostrando que el suspense es la mejor forma de llegar al corazón del público y a la zombificación de las mentes. Sin dejarse acomplejar por otros referentes terroríficos, como el maestro Alfred Hitchcock y sus personajes atrapados en ambientes obsesivos o dramáticos. Se ayuda de un reparto plagado de rostros inquietantes e actuaciones ´descerebradas`, con ojos huidizos que se apoderan de la escena y nuestra respiración, como Stephen Root, Lakeith Stanfield (Short Term 12, Selma), Betty Gabriel (Experimenter, Election) y Marcus Henderson (Djiango Desencadenado, Whiplash) que sirven y se desdoblan con los hospitalarios anfitriones.

La próxima epifanía hereditaria, sería el agravante de un convite de postín transformado en elegía vengativa, algo inesperada para feligreses y "acogedores" propietarios de lo ajeno, con comportamientos impredecibles que nos aconsejarían hacer las maletas y tomar las llaves de nuestro coche, para salir de allí a toda velocidad sin mirar atrás. Sin arrepentimiento ninguno, a pesar del amor consejero que nos haría mirar la situación con mayor tranquilidad... "frente una taza de té o negro café, eso sí".
En este momento, cuando los acosadores de Déjame Entrar se convertían en un peligro directo (no menos inquietante que, aquellas invasiones de ladrones de cuerpos, el ansia de prosperidad de vainas y otras Cosas vegetales del mundo exterior), comienzan a percibir la Tierra como un hogar de éxito personal o familiar. Aunque los vecinos terminen como el rosario de la aurora en La Invitación o las amenazas provengan de la división epidérmica, uniendo sus ´boutades` genéticas con los niños del Brasil o unos músicos retenidos a la fuerza en La habitación Verde... una xenofobia latente dentro de la actual sociedad convulsa. Cuando en Déjame Salir, estalla esa violencia contenida durante su primera parte, no necesita aproximarse demasiado a la sangre ni acercarse a la escenificación del dolor, sino que el verdadero trauma reside en la cabeza. Una ramificación contemporánea de todas aquellas películas, que nos atraparon frente a una pantalla con la idea del control de las masas o voluntades debilitadas. Pero, con su determinación y propia personalidad.

Recordáis aquel cerebro retirado por invalidez mental, que tirado al suelo el sano, se instala en un cuerpo monstruoso. Desde el retrete oscuro, sus ojos asustados miran por la ventana, a una niña desconocida y sus variaciones familiares, con cierta condescendencia al prejuicio y la supremacía. Observa al auténtico enfermo que se ríe de tu soledad en la alturas, como un dios todopoderoso, a sus vaciados empleados (peor que esclavos) que no sienten ni ven tu estado ingrávido, el del próximo monstruo de Frankenstein. Clin, clin... clinc.


Get Out movie Main Theme ~ Sikiliza Kwa Wahenga


Teaser The Florida Project, de Sean Baker.


Tráiler Black Panther, de Ryan Coogler.


Teaser A Happening of Monumental Proportions, de Judy Greer.


Tráiler We Don't Belong Here, de Peer Pedersen. Con Catherine Keener y Anton Yelchin.

viernes, 16 de junio de 2017

The Divide.

El cristal y la división.



Hoy podría ser un día como cualquier otro, se decía en su interior la joven asomada en la ventana. Sin embargo, algo raro ocurría en la calle. Todo parecía pasado por un filtro rojizo como presagio de algo peligroso.



En el interior del edificio situado en un rincón de Nueva York, el rostro de la muchacha se acerca más al cristal para poder observar mejor la situación. De repente, algo desencadena una tragedia. Explosiones en distintas posiciones de la ciudad. La actriz Lauren German, retrocede pavorosa con el estruendo en sus oídos y sus ojos reflejan el horror resplandeciente del fuego provocado...

Alrededor de ella, todos corren buscando un lugar en que cobijarse. Un hombre intenta cerrar una puerta, y otro, agarra a la chica... Corre.



- El Refugio: El ideólogo de un búnker, lo encarna un viejo conocido, curtido en mil batallas Michael Biehn (superviviente de aliens y terminators) ... Así, posee los galones cinematográficos suficientes como para ser la cabeza rectora de la situación.

Este habitáculo nos resulta ajeno y algo frío al principio. Medio subterráneo, medio oculto. Extraño.

El personaje de Biehn sabía que tendría que hacer uso de él, un buen día. O malo. Lo preparó con la suficiente capacidad para salvar una contingencia de emergencia. Lo conoce, aunque sus compañeros "invasores" no se percaten totalmente de ello.



Necesidades básicas cubiertas, para un líder del pequeño submundo que tiene vida propia. Es decir, varía en función de sus inesperados habitantes. Nada es lo que parece, ni nadie terminará esta aventura igual a cuando entró.



- El dominio de la situación: Vale, vale. De acuerdo, tenemos una invasión de películas de gente en problemas graves. Encerrados o enterrados.

Sin eambargo, en The Divide existen diferencias sustanciales. Aquí, el director francés Xavier Gens (dudoso en principio por ser el autor de la aburrida Hitman y Frontiéres) .... toma el control de la situación.

Sabe bien los terrenos que pisa en el terror. Claramente, se hace con el mando de la historia. Nos echa un pulso a los espectadores de aguante mental y moral.

Si él no desfallece, un aficionado al scifi y al terror no tirará la toalla.



Tras unos minutos dubitativos, te introduces sin fisuras en este búnker cauterizado, pero enfermo por dentro y por fuera. Además, Xavier Gens se rodea de un reparto peculiar. Los ya nombrados Michael Biehn y la bella Lauren German que se convierte en la pieza maestra de todo el diabólico desbarajuste, unimos a una decadente y magnífica Rosanna Arquette. Y otro habitual del cine sangriento Milo Ventimiglia.



- Una convivencia enferma: Si en un principio, el espectador se está habituando a la división de los personajes con el mundo exterior, lo realmente poderoso está por venir.

Y cuando ello sucede, ya no podrás abandonar la película. Te podrás cabrear e incluso enfermar, pero difícilmente abandonarás.

El guión está estructurado de tal forma que, el choque entre las cabezas pensantes y enjauladas, deparará una vuelta a aquella obra genial de William Golding, escritor y premio Nobel de El Señor de las Moscas. Sólo que en esta isla-refugio, los niños ya no lo son tanto. Son jóvenes adultos y con sabiduría suficiente para hacer bien las cosas.



Todo desembocará en lo contrario, como en la colosal joya de Golding, la enfermedad está a punto de llegar. Y lo enfermo, trae lo peor del ser humano.

Un animal interior.



Nota-inciso: Recomiendo vivamente la lectura de esta joya de la literatura. Y de las dos versiones que conozco en el cine, sobre todo el visionado de la cinta homónima Lord of the flies (1963), del director Peter Brook.



- El depredador: Un cerebro y sus conexiones neuronales preparadas para el raciocinio y la justicia, puede convertirse en un arma mortífera en cuando le sometes a una presión social, a la falta de las necesidades básicas y a la falta de las perspectivas futuras.

El cerebro puede causar malas pasadas. Deja de ejercer su verdadera función equilibrada de la percepción real de las cosas. Y en ese momento, el individuo se transforma en otro ser, el animal más irracional. El hombre en pleno proceso de locura, ya no reconocerá a sus semenjantes como a sí mismo. El cerebro con falta de alimento y libertad, buscará la salida a esa situación desesperada y tratará de cubrir las necesidades a cualquier coste.



Las prioridades del depredador serán el dominio, la comida y el sexo.



- El cristal: Al final de todo esto, otra cabeza, esta vez perpetrada para la evasión saldrá a la superficie.

De nuevo, unos ojos en una elipse (como las que me gustan en el cine) se enfrenta a la realidad externa. Ya no recapacita sobre el infierno sufrido durante su largo encierro, sino que contempla el futuro.



La división es evidente. Tu estás dentro y el futuro fuera. Y recuerdas, otras películas que surgieron de un holocausto...

Como los ojos contemplativos del coronel George Taylor en la cinta de Schaffner. Donde los humanos son los animales.



*** Notable ***

La ciencia ficción con mundos en convulsión, vuelve a la gran pantalla con los siguientes estrenos:

domingo, 11 de junio de 2017

The Woman.



La mujer en la sombra.

Hace millones de años, nuestros antepasados debatían sus diferencias y posiblemente la propiedad territorial al borde de una charca. Hasta ese momento se habían dedicado a buscar refugio y alimentarse por los medios naturales, es decir, con sus propias manos y a base de mordisquear con sus dientes la dura carne que se le interpone.

Según el Mito de la Caverna (incluido en su libro la República por el filósofo griego Platón), un hombre encadenado sin posibilidad de moverse en el fondo de una cueva y mirando las sombras que produce una hoguera, creerá que la realidad es la producida en aquella pantalla espectral. Si lo giramos cambiaría su raciocinio al ver la nueva realidad y así sucesivamente si sale al exterior y se encuentra con la naturaleza y otros parientes. Por lo tanto, si quedasen algunos compañeros en el interior y ese hombre regresara para convencerles de la realidad externa, aquellos se reirían de él.
En el caso de la película The Woman, se produce un hecho parecido pero al contrario.

La protagonista es una mujer interpretada por Pollyanna McIntosh que vive con libertad en el exterior de manera silvestre y salvaje. Para ella, esa forma de vivir es la realidad fuera de los límites racionales y protegidos de la caverna o civilización. Aunque no será tan sencilla la supervivencia.
El séptimo arte siempre ha sentido una atracción por la alegoría platoniana y la parte más animal del hombre (o la mujer). François Truffautt con su largometraje El Pequeño Salvaje o Werner Herzog con El Enigma de Gaspar Hauser son referentes de los cambios que se producen en un ser humano, cuando se ve desprovisto del contacto real con la civilización y sus semejantes racionales.

Sin embargo, no hace falta volver a la Prehistoria o a las cavernas, para contemplar esta regresión animalesca de las facultades humanas. Ya que lo podemos observar cualquier día, en los diarios de noticias.
En un ensayo sobre la ceguera como cuestionaba José Saramago, se comprueba que los sentidos pueden engañarnos, creyendo que lo salvaje se sitúa fuera de nuestro universo conocido. Cuando es más que posible que la contaminación salvaje esté dentro de nuestras propias cuatro paredes.
El hombre es un verdadero depredador, sin garras o grandes colmillos. Hasta ahora.

El director californiano Edward Lucky McKee (conocido sobre todo por su film May) ha dado en The Woman una vuelta de tuerca, en una sociedad en que las mujeres pisan fuerte fuera de la oscuridad pretérita. La caverna más o menos salvaje, se convierte en bestial y sangrienta, amplia su visión hacia lugares inhóspitos. Su misión es aterrorizar al plácido y "civilizado" espectador en la piel de una fémina superviviente y de gustos culinarios específicos.
Pero, no se queda ahí. También intentará golpear las conciencias con uno de los males de nuestra era: un lobo con piel de cordero.

Así se disfraza la posesión más terrorífica en nuestras civilizadas sociedades, con la apariencia tranquila de un hombre dominador y con intenciones de salvar a la joven salvaje. Por contra todo cambiará cuando la mujer demuestre que no es tan manejable como se pensaba, y saca a relucir su indómita naturaleza y sus dientes vengadores.
Toda esta carnalidad (en el más amplio sentido de la palabra) funciona como eje vertebrador de la corrupción del alma y el maltrato de puertas para adentro, más concretamente, en el interior de la familia. Dónde se produce una contaminación del cabeza de familia, a través de los métodos educativos más abusivos, para sangrar a sus componentes y manipular las conciencias.

Además de la mente retorcida del propio McKee, se une el escritor Jack Ketchum como propietario de la novela. Ambos escriben este guión con reflejos de un terror depredador y hambriento. En una especie de canibalismo holocaústico que maquilla el principio natural de la supervivencia. La supuesta debilidad femenina hará frente a la desdicha, a la posesión sexual y al desprecio a su género, con el rostro más sangrante de su verdadero ser.
Nuevamente se verá en los medios, una nueva noticia de sucesos provocados por el machismo más rancio. Mas los términos en esta ocasión serán muy diferentes a la realidad.

En este festival de depredación, se unen los actores Sean Bridgers en el papel de lobo. La propia Angela Bettis con un protagonismo muy diferente al prestado en su anterior film ya antes mencionado. Y su peculiar y maltratada familia con los nombres de Lauren Ashley Carter, Zach Rand y la pequeña aprendiz Shyla Molhusen.
Como es habitual en este tipos de fiestas siempre hay un "Ratón" invitado al banquete, en este caso en la carne y hermosa piel de la actriz Carlee Baker, que se encuentra a gusto en estos menesteres terroríficos.

Tanto en una buena cabaña texana o cueva que se precie en una bucólica población en el campo, si quieres demostrar decadencia y terror, lo mejor es un espeso barniz de suciedad y podredumbre. Un aspecto áspero que no oculte la apariencia de la antiguas matanzas (en esta película en Massachusetts) maquillando la realidad de unas familias desprotegidas y, en algunos casos, taradas.
Sólo hay que abrir los ojos y mirar a nuestro alrededor. Ovejas disfrazadas y mujeres encadenadas por el miedo.

El plato para gourmets del género está servido. Siéntense en esta mesa dónde nada es lo que parece aunque cuidado con los valores culturales y cívicos, pueden esconder al verdadero depredador de nuestros días.
Así que compórtense de cara a los demás comensales, con modales exquisitos.
Por supuestos, no coman con los dedos.

Esto no sería bien visto, por la habitante de esta cueva.

*** Interesante ***


A la protagonista de la cinta la podemos ver en esta producción irlandesa del director novel Brendan Muldowny, llamada Love Eternal. Reparto: Robert de Hoog, Pollyanna McIntosh, Amanda Ryan.


Tráiler Jug Face, de otro nuevo director Chad Crawford Kinkle. Reparto: Lauren Ashley Carter, Sean Bridgers, Sean Young, Larry Fessenden y Daniel Manche.


Esta es la última ocurrencia de Lucky McKee, All Cheerleaders Die. Reparto: Caitlin Stasey, Sianoa Smit-McPhee, Brooke Butler, Amanda Grace Cooper, Reanin Johannink, Tom Williamson.


Angela Bettis tendrá un papel en la nueva película de Terrence Mallick, con un reparto espectacular compuesto por Ryan Gosling, Christian Bale, Cate Blanchett, Michael Fassbender, Rooney Mara, Natalie Portman, Benicio del Toro, Val Kilmer, Holly Hunter, Bérénice Marlohe, Haley Bennett, Clifton Collins Jr. y Tom Sturridge.

Antiviral.


Festival de Toronto (TIFF): Mejor ópera prima canadiense (ex-aequo).

Festival de Sitges: Mejor primera película.


El ADN de la enfermedad.

Fue por 1969-1970 cuando un canadiense nacido en Toronto cumplía 26 años, y con su cuerpo aún sano y joven se disponía a establecer las bases de lo que se llamó el cine de la "nueva carne", dedicado al pánico que ejercen sobre los seres humanos las enfermedades degenerativas y contagiosas, más las múltiples variantes sexuales o mentales. Las réplicas de las cadenas de ADN y las transmutaciones de los cromosomas hereditarios o contagiosos, están de nuevo recorriendo por su sangre renovada. Era David Cronenberg.

Ahora han pasado casi 35 años y su hijo toma el relevo de aquellos comienzos tortuosos para los jóvenes espectadores que hemos crecido con el cine de su padre, llega Brandon Cronenberg algo más maduro 33 años (aunque realmente aparecía como técnico de F/x en la película Existenz con tan sólo 19) y una compleja y atractiva carrera cinematográfica por delante.
A través de la joven productora Rhombus Media y distribuida por Alliance Films se ponen a rodar en Hamilton (Ontario) este enfermizo film llamado Antiviral con claras reminiscencias a la cinematografía de David, pero si cabe una vuelta de tuerca aún más adulta.

Si dejamos de un lado las cuestiones metafísicas (sobre individuos consumiendo terrenalmente la carne de los dioses) y prácticas oscurantistas en salas de blanquecina y resplandeciente pulcritud, una asepsia que produce inquietantes manifestaciones en nuestras mentes de espectador sorprendido. Las imágenes están cargadas del universo visual particular de Brandon aunque mantiene todo el onirismo "cronenbergiano" de sus hospitalarias ambientaciones.
La enfermedad es dominante en la argumentación y la repulsión a las transmutaciones de la "new flesh Canadian", con celebración de los rituales sanguinolentos y eccemas supurantes.
Nos encontramos en Antiviral, con las cuestiones vitales de la cinematografía primeriza de ambos, padre e hijo.

Su ADN patológico, bebe las mismas referencias, ambas son dos apariciones sorprendentes y fantasmagóricas en el panorama actual, fagocitado por los efectos digitalizados (aquí nos encontramos con cine de aroma a antiguo acetato ochentero), pero siempre con un punto de vista más actualizado con los temas más modernos.
Por otro lado, no es la única aparición radiante la del joven director.
Todo ello nos configura un futuro muy interesante lleno de gratificantes expectativas para los espectadores fans del género scifi, que no deambulan por los terrenos más fáciles del trillado género terrorífico.

Si en primer lugar tenemos esta omnipresente figura, en la esencia del filme Antiviral en la carne de los Cronenberg, dónde el hijo pródigo es reencarnación del cine esquizoide y sofocante del padre. La estética se impregna de la capacidad visual de anteriores experiencias paternales haciéndose cargo también del desquiciante, por momentos, guión de la película. No sé, hasta que punto pudo estar orientado por su mentor.
Esta capacidad de escritura argumental no es mala, si consigue pulir en próximos trabajos, algunas cuestiones farragosas de su discurso más metafísico. Un poco de simplificación a la hora de visualizar el terror. Pero, sin duda, continuar por la misma senda, le traerá beneficios personales y más fieles a su causa.

El consumo de la carne hecha morbo antropofágico de caras famosas, es una extravagancia de tal calibre que resulta una experiencia fascinante en sí misma. Así como la propagación de las enfermedades a través de una maquinaría comercial, como un maná caído del cielo a los hambrientos seguidores de tierras prometidas en forma de celebridad.
Se mezcla con un thriller algo más confuso y no resuelto con la brillantez necesaria. Donde el dinero se convierte en parte esencial de la subtrama, por encima de la vida de las personas, sólo por el hecho de tener en su propio cuerpo la esencia de una masa social elevada a los altares del misticismo televisivo.

No todo acaba aquí.
Un rostro impresionante en su fría y entrañable opacidad, se consagra como nuevo y fresco ADN de una figura emergente del scifi. Caleb Landry Jones, que ya apareciera en la cinta de los hermanos Coen, No es País para Viejos, con un escueto papel. Tendría en 2010 y 2011 sus momentos de relanzamiento participando en El último exorcismo, The Social Network, y sobre todo más ampliamente en X-Men primera generación y Contraband.
Pero, es en Antiviral su primer protagónico dónde su rostro austero e inquietante, emerge para apoderarse de toda la película. Una interpretación medida y controlada en gestos, le hace futuro referente de trabajos igual de importantes o más.
Su fascinante dibujo del vendedor de productos altamente obsesivos con las figuras celebérrimas, posee la textura blanquecina y enferma de los contagios cinematográficos con el público a primera vista.

Caleb al igual que su alter ego femenino, en la bella piel de la canadiense Sarah Gadon, proporcionan una visión desnuda y descarnada de la obsesión emocional llevada al límite; además de una desagradable empatía con los papeles que interpretan en el filme de Brandon Cronenberg. Ambos han abierto las puertas del contagio de par en par, y seguro que no van a dejar de trabajar de aquí en adelante. De hecho ya tienen importantes proyectos en su agenda.

Recordar la procedencia televisiva de Sarah Gadon, y esencialmente de los filmes de David Cronenberg (Un método peligroso y Cosmópolis, además de salir de Detrás de las Paredes), por otro lado Antiviral cuenta con la aparición siempre placentera del mismísimo Malcolm McDowell, un adictivo personaje de consumición de lo esencial. Variados atractivos de este curioso y extraño filme, agravado por la tonalidad sonora y la luminosidad exterior. Porque su interior es conflictivo...
Antiviral posee el atractivo de la obsesión enfermiza por la esencia de los cuerpos y por la belleza de su joven protagonista femenina.

Este mercadeo de la carne, a niveles del contrabando mundial y la réplica de antígenos para inoculación de seres vacíos, tiene un paralelismo real con la invasión de las mentes más débiles con las redes contagiosas de la televisión (la invasión de ultracuerpos, sin deformidad), de los alimentos transgénicos y de las sustancias adictivas.
Unas cuestiones metafísicas sobre la carne y la enfermedad contagiosa, no de fácil consumo.
Cuidado con las posibles indigestiones causadas por su ingesta.
Pueden ser contraproducentes para individuos poco habituados con estos temas tan revolucionarios y complicados.
Consulte con su médico o crítico de cabecera.
¡Buen provecho!... o no.

*** Interesante ***

Antiviral Deleted Scenes.


Counting Crows called "Colorblind." Antiviral | Obsessive Infatuation Soundtrack.

Antiviral Soundtrack - E.C. Woodley.

Cinemomio: Thank you

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