La Momia: Un Roto para un descosido...
Como si se tratase de una eternidad, las Momias cinematográficas no han tenido demasiada suerte con sus representaciones o vicisitudes históricas en el Séptimo Arte. Además, el tiempo borra en la memoria, las huellas simbólicas y literarias de algunas de ellas...
Sin embargo, desde este humilde blog y mis palabras de admiración de otra época, rendimos homenaje al hombre que cambiaría la disposición del espectador de terror. El director texano Tobe Hooper, reconocido por películas como The Funhouse, Poltergeist y, por descontado, La Matanza de Texas, nos ha dejado, sin darnos tiempo a apagar la motosierra traicionera de nuestra cabeza. Mi reconocimiento a su mirada artística, su poder visual y trabajo imaginativo, d.e.p.
Hubo un momento en la historia del cine, donde las grandes "majors" se encargaban de proporcionar luz y muchas sombras, a los profesionales que se dedicaban a crear universos imaginativos o terroríficos, como los de la gran Universal fundada por Carl Laemmle. Un empresario alemán promotor de éxitos como El Fantasma de la Ópera, El Jorobado de Notre Dame o Frankenstein, y derrotas económicas, además, serián precursores junto a Disney de la fuente original, que inspiró a crear el actual imperio animado a partir de aquel sencillo conejo llamado Oswald.
Teniendo que enfrentarse a la barbarie de Hitler, se convertiría desde otras localizaciones menos beligerantes, y el cine mudo, en propulsor de sus insignes estrellas de la gran pantalla. Desde intrépidos visionarios como Erich von Stroheim o Fritz Lang, magníficos con rostros angulares, a los monstruos de la interpretación de nuestros sueños y pesadillas. Frente a la mirada de Lon Chaney, Bela Lugosi, Claude Rains, recorreríamos pasillos estilizados y mazmorras. Y por supuesto, sin olvidarnos un actor total de la transformación, sin tapujos, cicatrizado en mil rostros más uno... el maestro Boris Karloff.
Sus miles de facetas ´monstruosas` en apariencia, pero, con un humano y cálido motor en su interior, demostrarían que el horror romántico, traspasaba los textos hacia la nueva imagen y la luz sombría del cine. Su enorme calidad como intérprete de farándula entre sueños y pesadillas, demostraría con La Momia que el pasado, además de apasionante, también se podía convertir en arte expresivo y miedo filmado. Dirigida por Karl Freud en 1932, se basó en la historia escrita por Nina Wilcox Putnam y Richard Schayer, que se ha ido sacudiendo el polvo (a veces sin demasiado esmero) y levantando de su tumba ancestral.
Luego, llegarían las versiones de la británica Hammer, que tengo algo desubicadas en mi mente, y las siguientes producciones con protagonismo de las escenas de acción... y aquí paramos y nos hallamos.
Gracias a la pasión que levanta la historia del Antiguo Egipto y las artimañas (o deseo de conocimiento de los Hombres) y el interés de un productor de origen mexicano como Roberto Orci y, por descontado, el pasado de guionista de Alex Kurtzman. La dama de Egipto se revuelve sin gracia hoy, sobre los vestigios de una película en blanco y negro, muy diferente del original, La Momia.
Sin embargo, sus anteriores productos poco exigentes, no predecían nada bueno, como La Isla, La Leyenda del Zorro, Misión Imposible III, Transformers o Cowboys vs. Aliens, y algún trabajo escrito más destacado como Star Trek into Darkness, The Amazing Spider-Man 2 o la dirección de People Like Us. Así, destacamos su próximo proyecto igualmente relacionado con clásicos de terror, actualizando esta vez (crucemos los huesudos dedos) a una Novia de Frankenstein, que nos podría causar algún temblor de angustia, ¡ay! (suspiro de España).
Porque el celuloide se ha burlado de nos. No ha hecho justicia con sus mensajes de división metafísica y territorial, a través de la propagación de una corriente difusa, como el advenimiento de un gran poder oscuro y peligroso. Ya que acaba resultando una especie de broma, un caramelo con un gran envoltorio y putrefacción narrativa en su interior. Pagado de forma millonaria, eso sí.
En el extremo curioso, se observa la confabulación de males, no exentos de riesgos con las actuales condiciones contractuales y esos accidentes ocasionados en los rodajes actuales. Preguntándonos, si están seguras nuestras estrellas, recuerdo a dos grandes como Bruce Lee y su desafortunado hijo Brandon, al igual que un ataque al corazón para Tyrone Power rodando Salomón y la Reina de Saba, o la caída de Roy Kennear en El Retorno de los Mosqueteros y el horrible accidente de aquella macabra Dimensión Desconocida. Nuestra mente es castigada, con un nuevo accidente para Tom Cruise en el set de Misión Imposible 6, o la de uno de esos admirables trabajadores, que sustituyen a las estrellas en determinadas acciones peligrosas, para darnos cuenta de la carnaza mediática y adrenalínica. Como el caso del infausto motorista, en las arriesgadas acrobacias del filme de Marvel, Deadpool 2... pero, el cine es también pasión o aventura.
Más dolores de cabeza para los productores, en evoluciones sobre la cuerda floja de la responsabilidad y tantas evoluciones sobre transparencias estéticas.
Regresando al tema y los dioses... De las últimas representaciones visuales o programas sobre momias, me quedo con esos programas emitidos por el canal de televisión Discovery, con el título El Enigma de las Momias, recopilando sobre el terreno, datos o materiales descubiertos en yacimientos arqueológicos sobre el Imperio y otras épocas de nuestra historia, para descubrir el pasado de los personajes y los hechos de aquellas muertes. Sus afamados faraones, sus vestigios embalsamados o los estudios realizados con las técnicas modernas de investigación (en diferentes circunstancias) que ofrecen información sobre los últimos instantes o vetustas imprimaciones de cuerpos caídos en la historia de la Humanidad.
Entonces, abierto a la curiosidad innata, sin demasiada capacidad de asombro o proximidad visual, me acerco a la producción de La Momia y sus aspiraciones de mitología romántica, para establecer el duro y cansino, paso del tiempo. Alrededor de aquella historia indeleble de la Literatura, para encontrarme con lo temido... un uso inadecuado de los conjuros y las vendas.
Una vez, asegurado el futuro del Rey maduro de Hollywood y su reina entre la vida del Imperio y los muertos de hoy, nos congratulamos de que el golpe no llevara a Mr. Tom a una cámara criogénica sin retorno, para poder acercarse a Barry Seal: El Traficante, de Doug Liman. Podríamos decir que los dioses le han dado oportunidad al hombre y no la ciencia... lógicamente, este comentario es un chascarrillo desafortunadamente diabólico, por mi parte. ¡Gracias a Anubis y la anciana Isis de nuestras entretelas...! Viendo el panorama actual.
Es decir, esta momia actualizada parece realmente, bastante falseada y rentable. Pues, ni sus propios compañeros de viaje, el exitoso guionista David Koepp (Jurassic Park, La Guerra de los Mundos), junto a la actriz Annabelle Wallis (Annabelle I y II), la estilizada belleza de Sofia Boutella como reina del Mal (Kingsman, Star Trek Beyond o Atomic Blonde) o un desestabilizado mental y físicamente Russell Crowe, acaban de sacar del pozo decadente, ni salir indemnes de los males desencadenados por el furor de unos ojos, quizá, demasiado digitales.
El caso de La Momia, es que no da miedo... lo intenta al principio con su profusión visual o conceptual, pero termina con una acción decrépita y maldita, solamente recomendada para seguidores de algún dios o diosa. Imágenes como despropósitos del pasado argumental, de futuro caprichoso y divino, como representantes actuales del mundo artístico o del deporte... figuras agasajadas por el oro y los súbditos, que se alzan con sopor sobre detalles incrustados de piedras preciosas.
El resultado de todo el caos, es el mareo. En tierra firme o cubiertos de arena, nada parece encajar, como un rebozado vuelta a vuelta y el servicio de una croqueta vendada y salpicada de inventos. Un remake agasajado por el beso de ayer, un ojo aventurero por ósculo de Isis. Gota de una esencia faraónica, que es derramada en sangre binaria y mortal, pero muy diluida por las interpretaciones lineales y el escaso suspense. O el miedo desenterrado a paladas de frustración. Porque, algunos somos los herederos de aquellos textos que leímos y degustamos de jóvenes, futuros aprendices del cine y sus magos de la antigüedad.
The Circle:... o una venda en los ojos.
Por consiguiente, las productoras deberían replantear, si despertar a algunos muertos, de esta forma tan insustancial y tortuosa, es aconsejable. Parece que sí, si se hace bien (caso de Penny Dreadful), viendo las propuestas modernas que se basan en la programación y la globalización comunicativa, arraigada en nuestras mentes. Y, en bastantes casos, aborrecida...
¿Se merecen las escrituras, ser vilipendiadas con ráfagas de creatividad actual? Para ello, hay que saltar muchos sortilegios basados en conjeturas, poco imaginativas... De otra forma, por supuesto, no. Si no vas a respetar las formas y garantizar el entretenimiento, es mejor dejarlas descansar en su sueño eterno y literario.
Hemos entrado en otro contexto y situación peligrosa, cuando los dioses o posibles gobernantes, son mentirosos o invisibles. No fantasmas, sino falsos que se esconden tras cientos de acólitos, atrapados en las redes.
En este lado de la ética temporal, nos hallamos frente a una aventura dirigida a jóvenes acuciados por las prisas para alcanzar el éxito profesional. Su casa onírica, es The Circle. Cuyos criterios de popularidad son confusos como las confusas redes sociales (imagina, no mejor recuerda, aquel capítulo de Black Mirror y sus créditos), esparciendo la semilla de productos no tan elaborados, ni imaginativos. Repeticiones y reproducciones cansinas, donde reside un texto poco equilibrado intelectualmente.
Por tanto, The Circle escrito y dirigido por James Ponsoldt (Off the Black, The Spectacular Now), se podría definir como una película que pretende esa rotundidad o perfección narrativa, pero se aproxima a la etimología de un queso de Gruyére repleto de agujeros, por los que se escapa esa esencia sociológica buscada. Siendo sustituida por un aroma simple a, ya visto y retuiteado cientos de veces, a lectura de best-seller pasada por el tamiz del presupuesto y los beneficios. Una y otra vez...
Esta producción basada y catalogada en imágenes, por el escritor Dave Eggers (Un Lugar Dónde Quedarse, A Hologram for the King), nos introduce en una pesadilla ideológica, que parece demasiado real y terrorífica. Una guía desnaturalizada del humanismo, que nos introduce en el mundo digital y globalizado, a través de una empresa tecnológica con agujeros en el procesado, no por el contagio de virus externos, sino... desde dentro. Controlando la interesada información y nuestro pensamiento. Lo mismo que la actualidad política y social, pero pasado por el tamiz inocente del producto juvenil, que nos entronca con el rostro de la actriz Emma Watson... ya desprendida de la capa mágica. No de la mente...
Realmente, hasta que se centra en lo verdaderamente importante e interesante, las vicisitudes de la estrella cinematográfica y sus compañeros, demasiado aleccionados y perdidos, es un auténtico dolor de cabeza. Aunque la idea permanece ahí, flotando en la nube. Como otro fantasma mediático, dispuesto a apoderarse de todo, de nuestra voluntad y controlar nuestros próximos movimientos.
Ahora, Miss Watson, se aleja de conjuros para centrarse en etapas más maduras, poco a poco... quitando el pie del acelerados o el dedo del ratón. Aquí, en El Círculo, se hace acompañar por otros elementos que, de manera desgraciada, parecen fuera de lugar y ofrecen sus nuevas interpretaciones a ramalazos, con un resultado dispar.
No he notado demasiado afortunado a Tom Hanks, en su papel de visionario informático o demagogo, ni al espacial actor londinense, John Boyega, próximamente en de las calles de Detroit de Kathryn Bigelow, al Pacific Rim: Uprising de Steven S. DeKnight o el episodio IX de Star Wars. Tampoco, por desgracia, al recientemente fallecido Bill Paxton, D.e.p. que vaya racha llevamos... y seguiremos comprobando hasta nuestra misma despedida... del gran Jerry Lewis.
Decididamente, por unas situaciones caóticas narrativamente o demasiado presuntuosas en el contexto global de la historia. El Círculo es una encerrona de probabilidades tecnológicas sin salida, más ruido que nueces, que te va introduciendo en lo valioso o fundamental... los seres humanos no nos entendemos, y la expansión de la comunicación nos ofrece toda una gama de estúpidos comentarios o intereses comerciales y sociales. Recovecos donde se esconden conciencias abusadoras, frente a otras frágiles para su manipulación ideológica, pregones en red que tratan de captar con engaños, e imágenes intoxicadas por la provocación, la inmoralidad o la estulticia.
Todo lo que avala el poder corrupto, esta insinuado en su parte final. Lo que ocultaría una organización de ese tipo, tan revolucionaria supuestamente, cuando en realidad es lo de siempre. El control de la sociedad, la enemistad y el odio al contrario, es decir, la búsqueda de individuos uniformados, teledirigidos o agasajados por la idiotez de las apariencias sociales.
También demostraría, lo minúscula y débil, que podría ser una adolescente en su campo gravitacional de relaciones falseadas o este agujero negro de la información. Pues, la compañía The Circle, ya existe y se está degradando a pasos agigantados. Es un monstruo que viene dispuesto a devorarnos, sentados en nuestra confortable seguridad de una cueva mental, que desafiaría la fuerza de los mecanismos de un estado o la educación de nuestros hijos.
Un método pensado por algunos interesados y dictadores melodramáticos, para establecer sus propias leyes o reglas, su cohorte de edecanes. Más interesadas en lo oculto y decadente, que en satisfacer los deseos de una sociedad, cada vez más espiada o controlada, y por supuesto, despiadada con los fuera del círculo. Da miedo, pero es real... ¡Todo tan cristalino y poco transparente!
Por tanto, la película es este escaparate que, únicamente, muestra lo que quiere enseñar. Mientras los demás, observan sin percatarse de las señales de peligro, y una minoría intenta escapar del tumulto, aún ilesa, viendo el panorama.
Lo grave es, un mercado donde todo se compra y se vende, hasta el alma digitalizado o la personalidad real de los participantes, en lo que ya no es un juego divertido. Hasta el control de tu propia voluntad o inteligencia.
Tráiler Barry Seal: El Traficante, de Doug Liman.
Cinecomio busca
lunes, 28 de agosto de 2017
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