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sábado, 21 de enero de 2017

Nocturnal Animals / Arrival.

La Serenidad ´Azul` de Amy Adams.

La llegada de Amy Adams al mundo fue, casi accidental. Diríamos que estaba predestinada a convertirse en estrella, menos luminosa que el resto de las estrellas. Pues su sobriedad y simpatía (a partes iguales), aportarían a su carrera, una línea paralela, entre comedia y drama. Sin llamar demasiado la atención, aunque su trabajo siempre sea destacable y perfecto.
Un advenimiento azaroso, ya que su padre militar estaba destinado en Italia y sus grandes ojos azules vieron la luz en la bella ciudad de Vicenza (Veneto). Hasta que regresaran a su procedencia en Castle Rock... (Colorado) y una familia con fuertes valores religiosos. Allí, comenzaría su carrera artística, sus primeros pasos, donde trabajaría como bailarina en distintas producciones musicales y, posteriormente, ampliaría su faceta interpretativa. Amy se dedicaría a la actuación en obras de teatro, cuando, su gran animadora en Hollywood, sería Kirstie Alley, con la versión de Intenciones Crueles para la televisión.

Un traslado aéreo y el tiempo, la convertirían en una promesa emergente para la gran pantalla, siendo contratada para un llamativo papel en la cinta de Steven Spielberg, Atrápame Si Puedes junto a Leonardo DiCaprio. De ahí, su vuelo estratosférico al estrellato, sin alzar la voz ni ruido alrededor (aunque lo pasara mal junto a David O´Russell), pero no ha parado de incrementar su valor, hasta conseguir auparse entre las 10 actrices mejor pagadas en el pasado año 2016.
Sus dotes para la interpretación sugerida y su mirada inteligente, han dotado a sus papeles de una especial presencia y calma escénica, con sus antepenúltimos proyectos (The Master, Her) cargados de sensibilidad y esa interesante faceta tragicómica que la hace única en ciertas esferas comunicativas familiares y cinematográficas. Recordando que ella, primero creció como cuñada embarazada en el filme independiente Junebug, y fue la siguiente Lois Lane o la ingenuidad romántica dentro de la sombría película Batman v Superman, que repetirá este año con la esperada producción también de Zack Snyder, Justice League.
Por tanto, Amy Adams y su dulce expresión, pisa firme, mientras lee sus próximos guiones con aires predictivos para el éxito. Es ágil tanto en su aspecto físico como en su labor lingüística, que produce una agradable sensación de seguridad en las escenas que representa, y la entrada de aire fresco en el panorama cinematográfico. No es la actriz típica, sin embargo es, un verdadero amor de chica, con un futuro estelar y silencioso.

Nocturnal Animals (Animales Nocturnos).

En la superficie del filme Nocturnal Animals, entre geometría y líneas perfectas, cuadros compuestos de luz y sombras, blancos y negros delimitados, se refugia una historia habitual como la traición. Cuando se rasga el papel brillante, emerge una profunda alegoría o metáfora existencial. Tan sangrienta y magnética, que un mínimo rasguño en la mente del espectador-lector, produce un socavón emocional con cierto sabor a pérdida. Una montaña rusa de dudas y amenazas veladas, o directas al corazón, que el director de Austin (Texas), Tom Ford, camufla en las inhóspitas carreteras del desierto y la mente.
Destaca con su segundo guion propio, tras aquella adaptación de Un Hombre Soltero o A Single Man (dejé escapar entre el trío Colin Firth, Julianne Moore o Matthew Goode, y por allí andaba también el joven Nicholas Hoult de Equals)... pero eso es otra historia apasionada, dentro del romanticismo tortuoso y crítico de su nueva etapa. En su interior espeso, fluye una corriente guiada por rescoldos de odio, que algunos avispados, podrían declarar como una locura oculta y delirante.

Somos como Animales Nocturnos, que planean y otean el horizonte, tratando de apresar a la víctima en sus garras afiladas. Tal que halcones o lechuzas apostadas sobre la rama solitaria, con ojos avizores, mente despierta... donde la caza se manifiesta en forma de gran metáfora de la vida. Al menos, de algunas basadas en la apariencia, la falta de comunicación y la teatralidad del día a día.
Frente a frente, depredadores en camas separadas... cuando los seres humanos sonrientes, mirarían a otro lado para no ser heridos, y donde sus personajes arquetípicos demuestran que dicha felicidad es un roedor que escapa en la noche.

Leyendo los indicios en la naturaleza salvaje de las cosas y metiéndose en diferentes madrigueras, iremos desde el engaño y los celos, a una captura racial contra el foráneo. Una invasión carnal que deriva en sexual, descrita con todo detalle y angustiosas páginas de llantos familiares, propagados por el pasado del ahora. O relaciones antiguas, amparadas en la medianoche, a la luz de una lamparilla amarilla para la lectura.
Es una bifurcación de los caminos del ayer, de aquella juventud nuestra o la que deseábamos tener, que prevalecen sobre las dudas de hoy o se alimentan de ellas. Como los carroñeros nocturnos atravesando una carretera, tras la inocencia, repiqueteando los neumáticos y las botas de cowboy sobre el asfalto de los 40, enfriado. Invadidos por un instinto voraz y insaciable, de torturas maquiavélicas, de intenciones sospechosas bajo el capó y las letras, somos violadores del verso inocente de un escritor... todos, aparentemente, en apuros. Presas.

En la sinécdoque oculta, todos estos animales del anochecer o el hastío de la madurez, se nutren de las mismas historias y cosas, con iguales defectos o formas de pensar, que te podrían llevar a enloquecer. Quizás, todo sea una broma o una caída en la espesura vital, disminuyendo la felicidad esperada entonces, el amor que se escurría entre los dedos, sobre unas manos entrelazadas... mejor no, atadas a la espalda. Y al despertar de una nueva era, te hallas más solo y aterrado, confuso, o habrás inventado una historia de terror. Es probable que, te hayas enviado una nota al domicilio, ideando lo que no ocurrió o desapareció de pronto. Cuando ya no te entienden o reconocen, abandonado en cualquier vía inesperada.
Cubierto de mugres, con elegantes culpas efímeras, encuentros con el mañana ausente y la muerte cíclica, tan violenta como una persecución a ciegas, a dentelladas certeras sobre esa inocencia, la de ellas y la nuestra.
Entonces, vas arrancando las páginas y las conviertes en realidad, en aquella otra tortura que soñaste en la noche, saltando en tinieblas como un cervatillo herido. Mientras el depredador acecha, te acorrala y mira a tus ojos olvidadizos, azulados, esquivos... dándose cuenta que, cada uno, nació con unas arraigadas costumbres o singular apetito.

Sabiendo que, cuando termine de rebañar tus huesos, otros animales o rondadores nocturnos se abalanzarán sobre tus restos, congéneres o propia familia, acosándoles con palabras y hechos, humillaciones, depravación, consumo de carne, rapiña, mentiras, traiciones, fugas... desapariciones bajo la luz de la luna. Sombras enfermas.
Tras la pareja, hallada entre rasguños y peleas, se esconde el trasfondo que les llevó a esta situación imposible, improbable. A un encuentro con los textos y el arte, grabados sobre una palabra enmarcada en una exposición cultural, y natural, que odias, pues no te pertenece. O sí. Porque, la apreciación romántica se borró de un plumazo, ante la insoportable levedad del ser vacío o del artista frustrado. Del actor y sus papeles que otorgan otras vidas, del escritor miserable que encuentra su horma del zapato y su historia, enlazada con grapas.

Entre ella y él, entre ella y su imaginación, se suscita un enfrentamiento inmortal. Con colmillos clavados sobre los sentimientos y ciertos desgarros vaginales, mientras las hienas en su tortura existencialista e histriónica, lanzan sus carcajadas al cielo estrellado. Ríen sobre sus cartas no enviadas, con los libros no escritos e historias no contadas, otean la debilidad para extraer consecuencias, se confabulan mentalmente, en silencio sepulcral. Ahora, al lado de la muerte neuronal, y vuelven a emitir su sonido fantasmagórico, como el eco de pensamientos ocultos y caretas sociales.
Amy Adams y Jake Gyllenhaal parecen ser tal para cual, y viceversa. Se leen entre líneas, pero no se escuchan, ¿son reales o invenciones? No se ven en la distancia ni el tiempo. Son meros recuerdos o simples aves de paso, huesos descarnados, cruzando el horizonte de sucesos ficticios, o verdaderos, ¡vaya usted a saber! Si la carne, fue devorada en alguna otra ocasión... en otra conexión.

En estos dos niveles del relato, de la imaginación de Tom Ford y la reconstrucción de un sueño alimentado con la narración paralela, más original si cabe, un actor tal que Michael Shannon, se viste de ángel caído con punteras de cuero y estrella de vaquero. Acento profundo que marca las líneas de su rostro quemado y las heridas de su corazón, hastiado con el trato proferido por la ley, en tantos casos sin resolver o desleídos sus informes. Pero, su papel tiene que crecer hacia la enfermedad que algunos pintan o deletrean, sobrevolando sobre la mental, en una galería de monstruosidades u obras de éxito efímero; porque se enfrentarán en un duelo desigual, tal que un hombre y una mujer, en busca de una segunda oportunidad.
Las aves emigran hacia lugares más cálidos, aparentemente reconfortantes y vindicativos sobre un óleo o collage, aquellos rincones conocidos o precalentados con los años, siempre que aún se consiga avivar la llama. O se provoque una pequeña ignición interna o nocturna, invadida de nostalgia y errores, de ausencias. Mientras, nos transformamos en insectos aplastados sobre el cristal y segados por un tenaz limpiador, zig-zag, zig-zag... ahora estás, ahora no. Y las hienas se sonríen, viendo los trozos de insectos, el arrastrar de pies y la bajada de cabeza, las luces palpitantes de la ciudad de los Ángeles en el horizonte, la lujosa iluminación de interior de una mansión de Malibú, al contraste tenebroso y el resplandor del sol en el desierto de Mojave, en California. No sé, si volverán a irradiar su imagen paradisíaca.

Las voces se desvanecen en pocos minutos, las actrices... hija y esposa, los depredadores aparecen tras años de anonimato..., como los invitados se despiden en una fiesta de apariencias y trajes de etiqueta, tremendamente aburrida como sus vidas. Esconden su verdadera apariencia, todos, hasta evitan el contacto de su picadura mortal, los unos, fantasmas, los otros, escorpiones camuflados en la arena. Familiarmente espanzurrados sobre la luna, mientras los murciélagos disparan contra los restos, sus chillidos de baja frecuencia, revoloteando remotamente. Todos los Animales Nocturnos, tarde o temprano, se encuentran con la horma de su zapato o garra afilada, tal que los últimos minutos de un documental de la naturaleza salvaje, narrado por una voz en off o tercera persona. Cuando el cazador despliega sus armas y el pequeño roedor salta a otro lugar indeterminado, una localización abrigada del frío de la noche, en busca de una palabra plasmada en obra artística... algo relativo a la sangre inocente, derramada.
Una vez, sus huesos están limpios y libres de culpa, lo menos relevante o superficialmente inocuo, reside en su banda sonora, que funciona como un desesperante lamento de ayuda. No aprecio su valor intrínseco dentro de la historia, o el sueño o juego narrativo, pues las imágenes son suficiente motivo para acabar su lectura. Cuando los padres abandonan a sus crías, según su propio instinto reproductivo, sobre expuesto con ADN residual y arañan la piel del otro futuro, también abandonado. Envuelto en otra metáfora siniestra y real, que en el fondo parece otra película de terror o, simplemente, una pesadilla camuflada sobre deseos incumplidos y exigencias ridículas. Abortado desde su origen, un tanto empobrecido o débil de espíritu, como un pequeño gorrión aterrorizado.

De aquellas dos almas nocturnas, lector y escritor, siempre uno vence. Pues, su sombra se retuerce bajo la lamparilla de la mesilla o el deslumbramiento de un faro de coche americano, y una mente profunda como una madriguera. Son dos elementos de adorno, personajes de una ficción entrelazada, hasta la muerte. Pesadilla de uno o ambos, víctimas de sus pronósticos familiares y pasados, de su extraño movimiento titubeante o ronda nocturna. De sus ojos cerrados ante el fracaso personal o la reapertura, del nuevo amanecer y sus historias por separado, sin tocarse ni herirse, tal vez no.
Los nocturnos son actores y escritores, por tanto, que deambulan entre errores y mentiras, personajes de novela o un best-seller que no va más allá. Dos figuras convalecientes, seleccionados por su naturaleza o fuerza empírica, animales de la escena del crimen, o la cinematográfica, que exhiben sus cualidades ante la cámara.

Incluso, motivan más otras, pues son vidas errantes, mientras el guion principal ha permanecido siempre inmóvil, parapetado en la oscuridad, enloquecido con sus renglones torcidos por la violencia, en la frontera del lujo y la Texas más salvaje. Ellos, permanecerán atentos a cualquier indicio de peligro, igual que lechuzas con sus pupilas dilatadas o fantasmas sin vida, como vaqueros tísicos de vidas cancerígenas, para el otro.
Al final, resta un rumor sobre la vela encendida, un canto desesperado. El rescoldo de una relación pasajera y huérfana, humillada, rendida, ideada... ya no arropados ni amenazados con aventuras sangrientas, sino huyendo de todos los animales, propios y extraños. El ganador es el fuerte, siempre, poco evolucionado intelectualmente, incluso. Con deje calmado y asintomático, de profundo malestar, calculado. La trampa que se extiende para cazar a la víctima, ataviada de pequeños obsequios para llamar su atención... asesinatos literarios, madrigueras pretéritas, o nidos imposibles. Otro plato que se sirve frío, extremadamente gélido, una sopa de letras hecha con tibieza, errática, cambiante... y vuelta a tachar, palabras que empiezan por r o v. Novelas titubeantes, sobre ese mínimo rayo esperanzador del nuevo amanecer. Esperanza o la muerte.

Arrival (La Llegada).

Este año (probablemente no resultará vencedora, no es pronóstico), porque Amy Adams no se refugia ni se tapa ante el riesgo. Su segura apariencia y mirada fresca, soporta las inclemencias y la rigurosidad de una atmósfera contaminada, posee la paciencia para leer y enseñar, es la heroína que podría salvar a este planeta condenado.
En el exterior, parece preocupada con el paso inescrutable del tiempo. Pero, internamente, se decanta por el acercamiento y la comprensión de lo diferente. Dicho de otro modo, reabre sus perspectivas como actriz segura del momento, con vis cómica y crecimiento dramático. Cuando se pone la piel y la escafandra de aventurera lingüística, u otros papeles como el anterior, en una filmografía que representa su identidad y su realidad más familiar. Sus mujeres interpretadas, establece en pantalla, sus miedos con aceptación y riesgo, haciendo cara a los problemas y sus relaciones, pasada o futuras, con los hijos.

Mientras que el director Denis Villeneuve (el del fuego de la guerra en Indendies, el maltrato de Prisoners, el existencialista pesimista de Enemy... y el Sicario vengativo), en plena forma física e intelectual, concurre a este espacio con una visión positivista del género de la ciencia ficción. Algo, raramente alcanzado por ningún otro. Firme como una aparición sobre nuestras cabezas, plegado a cualquier imagen o palabra prestada, a través de la adaptación de Eric Heisserer (Nunca Apagues la Luz) sobre el relato "Story Of Your Life" de un novel escritor llamado Ted Chiang. Donde se abunda en la desunión y la falta de comunicación, generalizada.
Desde luego, la carrera del director canadiense es de otro planeta, se salta todas la reglas y sintaxis cinematográfica, para describirnos un concepto científico que se aparta de lo divino.
Aquí en Tierra, Villeneuve introduce a los protagonistas en un gran laberinto, sopa de letras invertido, casi otro sueño.

En Arrival, La Llegada de una anunciación (no virginal), aquellos padres de escritos arcaicos y dotadores de experiencias únicas a las antiguas civilizaciones (supuestamente), propagaron la semilla de la inteligencia emocional, incluyendo la paz, la comprensión y la reflexión en las nuevas generaciones venideras. Son los dioses de siete tentáculos, como las arañas de la maternidad, son los padres de la comedia existencialista, del surrealismo vertical convertido en horizontal, de la respiración de los pequeños pájaros y la escritura avanzada. Son la voz gutural de la expresión bondadosa, o monstruos incomprendidos, ante nuestra manifiesta incapacidad comunicativa.
Entre alumnos perdidos, desprotegidos y asustadizos como animales heridos, su expresión es la revelación, ante todos aquellos problemas causados por la incomunicación, o la falta del deseo para hacerlo. Siempre, las cosas más relevantes parecen desintegrarse ante el espacio más terrenal, de los ciudadanos, esperando las decisiones de seres poco inteligentes, humanos.

La señal en el horizonte, amenaza, o ilumina el futuro. Es una señal de odio o de esperanza... terror recurrente que se instala en las mentes, negando la realidad de un entendimiento, una y otra vez, como en el pasado histórico, en los albores de la civilización de Kubrick. Una muestra sordomuda, una lectura ciega, cuyo sentido desconoce el ser humano plegado a su debilidad, la mortalidad. Siempre divididos, atacados entre sí.
Para ello, Mr. Villeneuve (antes del Blade Runner de 2049), basa toda la estructura narrativa en el propio lenguaje y el contraste artístico, de brumas y ciencia avanzada. Como único método posible, para no caer en otras soluciones más drásticas y habituales del cine scifi, plagado de violentas respuestas, sin apenas silencios. Su solución no es belicista, aunque los ecos lo anticiparan como conquista, pero sí, una posible amenaza o aumento del terror nuclear, alrededor del planeta. Donde la profesora y lingüista interpretada por Amy Adams, es el centro ´virginal` de todo, protagonista de un encuentro onírico, cubierto por paralelismos metafísicos, entre dioses y monstruos tentaculares, comunicadores y oídos sordos.

Arrival, visita el pasado y descubre un futuro confuso (rodado en Québec, Montreal), un mundo perceptivo que envía una especie de obsequios fonéticos en otro plano dimensional e intelectual. E irá descifrando la realidad, con formas elípticas o circulares, un rompecabezas sintáctico para asombrar con su pacífico testimonio sobre la vida y la muerte. Pues, estos visitantes no parecen primerizos, vinieron junto a dinosaurios o monos, fueron el sonido del espacio y el monolito, propagaron la semilla mental, planificaron, dejaron a nuestro albedrío las respuestas, promocionan la confianza, sin ocultación del rostro o los ojos azules. Sin indefinición en el discurso, sino profundidad para comprender que la naturaleza ofrece todos los conocimientos, y la tecnología.
Las secuencias, más surrealistas no lo son, pues esto es la ciencia ficción. Imaginación en la repuesta a las vanas plegarias, para ayudar a someter a nuestros miedos más recalcitrantes, el temor al otro, al llegado de fuera. Al que viene a aportar, no a destruir. Podría ser (o debería), la sangre de un nuevo futuro.

Frente a esa superioridad moral, del humano, La Llegada confirma las apariencias y disfraces de la sociedad y algunos mandatarios, las diferencias entre bípidos y supuestos heptápodos más avanzados, la comunicación básica contra la universalidad del lenguaje. La frustración contra la esperanza. El amor a otro nivel, haciendo cara a nuestros odios acérrimos. La profundidad de lo dicho por 12 enviados, contra la beligerancia ante lo desconocido o mal interpretado, la inteligencia de Villeneuve y el texto escrito, frente a la desesperación de los que abandonan sin calma, este espacio cinematográfico.
Incapaces de entablar una comunicación fluida con las imágenes, incluso, entre ellos mismos al cruzarse en el pasillo o el baño. Con sus vecinos, desconocidos. Sin duda, un defecto que refleja nuestro lado más intolerante y despreciativo, la inseguridad ante lo extraño, que depara siempre una confrontación desigual e invasiva. Como aquella borrosa aparición en el pasado de nuestro antepasado, quizá.

En el aspecto técnico, más material, destacan los efectos digitales bien empleados y la calma para enlazar las secuencias, con movimientos precisos y palabras claras. También, aportan las apariciones casi sugeridas, flotantes, de actores como Michael Stuhlbarg (Dr. Strange y tercera temporada de Fargo), el hongkonés Tzi Ma, un cuidadoso Forest Whitaker (Rogue One) y el abducido por la mirada e inteligencia del papel de Amy Adams, Jeremy Renner, el Ojo de Halcón que visitará Wind River, del actor y director primerizo Taylor Sheridan, acompañará a Vengadores, Hombres Hormiga y los sonidos de otros animales del Ártico.
En definitiva, Denis Villeneuve vuelve a escoger la figura representativa de la maternidad, alargada de nuevo, para trasladarnos la idea tutorial de unos seres "lenguaraces" y protectores, si bien, la estrategia elegida se desenfoca en diversos advenimientos y predicciones, no tan asumibles por un cerebro corriente, basado en la apreciación visual. Sobre todo, en la divulgación de hechos emocionales y reproductores, donde el futuro pertenece a los genes, vinculados a las estrellas. Es decir, a una docena de apóstoles evolucionados.

Dice Amy Adams: "El Oscar de Hollywood, no es necesario para tener una carrera exitosa"... y añado: "Ni unos ojos transparentes y limpios".

Jóhann Jóhannsson - Heptapod B [From "Arrival" Soundtrack]


Nocturnal Animals Soundtrack - Suite (de Abel Korzeniowski)

domingo, 18 de enero de 2015

Big Eyes.


El Arte que entre por los Ojos.

Dos años habían pasado desde que Tim Burton dirigiera la revisión de Frankenweenie y ha demostrado que un periodo corto de tiempo puede hacer cambiar muchas cosas en la vida. Y relaciones, igual que le sucediera a la pareja protagonista de su nuevo filme Big Eyes, en una historia real y deformada por las emociones interesadas.
Para ello, ha contado de nuevo con algunos de sus colaboradores habituales y que dan un sentido singular y humorístico a las historias que interesan al director nacido en Burbank (California), los guionistas de Ed Wood. Aligerando algo su interés por la muerte y los crímenes pasionales hacia otro de sus temas favoritos, el vacío existencial y el amor-odio entre géneros. Todo difuminado por el mundo de la pintura y las melodías de Danny Elfman en la voz de Lana del Rey interviniendo en dos temas compuestos para la película producida por Silverwood Films y The Weinstein Company.

(Dibujaré una especie de conversación mantenida con sus dos protagonistas principales encarnados por Amy Adams y Christoph Waltz tras una interpretación ficticia, y con ligero toque de humor cínico)

¡Hola Señorita Margaret! Me he quedado contemplando tus Grandes Ojos y he decidido que me gustas más que todas esas otras.
Un amigo llamado Tim Burton, me dijo que los ojos son como las ventanas del alma. Pero, no sé qué alma. Una cariñosa y benefactora, u otra que piensa únicamente en sí misma, oscura como algunas películas.
La tuya es de una artista dulce e inteligente. ¿Te quieres casar conmigo?
Lo haría si creyera en el matrimonio... ¿te diste cuenta que tengo una hija? ¿Me quieres?
Sí, Ojos Grandes, a ti y a tu pequeña princesa. Cuál era su nombre... ah sí, Arte. Me encanta tu pintura como si fuera mi propia obra.
Gracias Walter... aunque no sé si me dices toda la verdad.
¡Corten, corteeen! Os necesito por ese camino, la dulce y tímida Margaret junto al atropellado y lenguaraz Walter Keane.

Así, Tim Burton construye una obra fuera de sus habituales escenarios entre penumbras (aunque tras esta ventana se esconde algún que otro monstruoso ser) y de las líneas rectas, espirales y demás objetos animados sacados del universo del cómic.
Aquí abraza a la pintura, con el sentido de reflexionar sobre la propiedad intelectual y los individuos llevados por su poca estima a la ocultación o incluso la desaparición.

Esta intensidad emocional es la que andaba buscando el director norteamericano, una película que se reflejara en un mundo real pero con una ventana hacia las personalidades alteradas, con un punto de maldad en sus comportamientos. Más bien, un cuadro.
El filme que ha titulado Big Eyes, está centrado en el engaño de la vista respecto a los mecanismos ocultos en el cerebro, pues éste cree que la realidad es lo evidente cuando se esconde en los sentimientos más recónditos.

Para ello, ha elegido a dos protagonistas en plena cresta de popularidad y buen trabajo en los últimos tiempos, para que se luzcan en unas interpretaciones bis a bis, con un estilo marcadamente burtoniano, porque el director ha intentado mantenerlos dentro de su mundo particular siempre con una pincelada de creatividad propia. Eso me gusta pensar al menos.
Aunque en este caso, haya abandonado algunos temas evidentes para tratarlos como un reflejo de la fantasía en el mundo real, una ventana de la realidad que abriría aquellos escenarios imaginarios, a través de su mirada de creador.

Amy Adams: Crees que el público podrá entender este cambio, al tratar una temática con el punto de partida de las relaciones personales en la pareja.

Tim Burton: Pues claro, siempre ha sido una materia relacionada con mi cine y los temas fantásticos que me apasionan. Desde mis orígenes en el cine, he desarrollado personajes con esas reminiscencias reales en un mundo oculto a los demás. Viviendo su propia historia, tras el horizonte visual de mis seguidores, que crecieron entre seres de cuentos y héroes legendarios, pero que se enfrentaban a la ciencia ficción deslizándose por sus historias dramáticas, sus parejas y desarrollos infantiles con características adultas en la oscuridad.
Muchas de ellas, eran aventuras amorosas casi inaccesibles, sólo posibles en ese mundo de fantasía o en los sueños de los espectadores, como yo mismo.

Christoph Waltz: Gracias Tim, gracias por ofrecernos ambos papeles. Grandes posibilidades para satisfacer otras visiones, de como un artista que intenta realizar una obra maestra se esconde entre la multitud de colores ajenos para venderse como producto de mercadotecnia. Me he sentido así tratado, alguna vez.
Siempre tienes un gran Ojo para mezclar cierta amabilidad con las pasiones contrarias, como la insufrible avaricia que persigue a algunos personajes de tus películas, en la más tradicional costumbre de los malvados de Hollywood. Espero estar a la altura.

Tim Burton: Tranquilo Christoph lo estarás, aunque nos costará un riñón convencer a los fans más recalcitrantes.

C.W.: Me he divertido muchísimo, caricaturizando al personaje en Big Eyes. Pues, los laberintos de la mente por los que discurre su aptitud, son propios de tu imaginería este pintor, hacedor de billetes y vendedor de mentiras. Se mueve entre el malo de un cómic y aquellos dibujos animados desvergonzados, pero con un hilo de histrión. Incluso, me ha recordado a Christopher Lloyd como Juez Doom, en Quién engaño a Roger Rabbit u otras animaciones de tus películas que jugaron con el reverso tenebroso de los seres humanos con cierta comicidad patética. Seres con una luz, bastante siniestra.

T.B.: He querido demostrar ambas caras de la moneda. El arte con los pinceles enseña a unas niñas tristes, con un futuro oculto en sus ojos enormes como si pidieran una oportunidad para vivir. Su negritud se enfrenta a la búsqueda de cariño necesario en todos nosotros, porque para seguir adelante necesitan relacionarse y crecer tanto personal como artísticamente.
Por tanto, Amy y sus niñas pintadas son los verdaderos protagonistas de esta y otras películas, aunque tú te levantes una mayoría de las escenas en la película con tu personalidad arrolladora.
Los niños dentro y al otro lado de la pantalla, son el objetivo de mis oscuros pensamientos como en un cuento o una fábula. Aprendizaje del comportamiento, a través de algunos pequeños sustos y la diversión, por supuesto.

Amy Adams: Gracias a Mr. Waltz mi papel luce más aún. Tus heroínas lo pasan mal en la mayoría de ocasiones (sino en todas) porque en el fondo buscas la redención o el perdón por los comportamientos de hombres (monstruos) contra ellas, o también la reivindicación del espíritu femenino en contra de la injusticia. Ánimo de superación que celebro por el egoismo que demuestran elementos secundarios de tus películas y algún que otro protagonista machista.
Mira Tim, como en nuestra industria sucede a menudo. Las directoras piden más oportunidades de trabajo para realizar y pensar sus proyectos, ya que el mundo masculino controla el Séptimo Arte para mantener ese dominio.

T. B.: Vaya Amy, muy acertada en la comparación con mi película Big Eyes, pues el esfuerzo de todos en ella ha tratado de valorar el proceso creativo de la mujer, para evitar que sea un objeto a vender sin ninguna personalidad y valor propio. Te agradezco tu participación en la batalla que habéis iniciado, pintoras, directoras... y en general artistas.
También a Christoph por su gran trabajo como vendedor de humo, tu interpretación da la réplica necesaria entre la genialidad y el sarcasmo cómico, casi de tebeo. Habéis retratado el verdadero espíritu del artista contra el negocio, como Dos Caras separadas contra el archienemigo.

C.W.: La mente del artista no difiere mucho de la realidad en la sociedad, pues todos los ciudadanos buscan ese reconocimiento personal y profesional, también buena posición económica (o sustento legítimo) y aquella cosa indeterminada llamada amor.
La historia se llena de vidas, de hombres y mujeres que enloquecieron al no poder alcanzar alguna de esas metas, aunque el divertimento domine a la frustración con el patetismo, y el mito sobreviva con métodos propagandísticos y la mentira.

T.B.: Big Eyes, se empeña en reconocer los méritos personales por encima de intereses ocultos, con el poder de la publicidad y los contactos mediáticos logrando construir esta gran trampa escondida en los Grandes Ojos. Una historia para defender la verdadera personalidad a costa de las lágrimas, silencio y olvido.

A.A.: Me enorgullece interpretar a esta pintora y espero que sirva para devolver algo del crédito perdido. Ahora, me encuentro en mi mejor época, una niña de ojos limpios dispuesta a abrirlos para abarcar todas las perspectivas posibles. Aunque este año, nos hallamos quedado sin ninguna nominación a los Oscar´s, otra vez será.

C.W.: Ya te digo Amy, te esperan trabajos con Jean Marc Vallée y Janis, con Denis Villeneuve y Zack Snyder, casi nada... te veremos por estos lares. Yo mientras termino Spectre con Sam Mendes y me alisto a un nuevo Tarzán con David Yates.

T.B.: Suerte amigos, pues yo tengo también interesantes proyectos en el camino. Esperemos que las personas no se alimenten de méritos ajenos, ojo avizor, pues el talento y la justicia nos deparará nuevos éxitos.

*** Buena ****

Big Eyes – Lana del Rey (Soundtrack)



Tráiler Jupiter Ascending, de Andy y Lana Wachowski. Reparto: Mila Kunis, Channing Tatum, Eddie Redmayne, Sean Bean, Donna Bae, Douglas Booth, Vanessa Kirby.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Trouble with the curve: A la vejez... pelotas de béisbol.



¿Sólo es un juego o la vida?

Cuando me llegó el pase para el film Trouble with the Curve distribuida por Warner, y conocer que se trataba de una historia desarrollada en su mayoría en el deporte del béisbol, me pregunté cuándo me pude interesar mínimamente por este juego.

Recordando... me acerqué a esos tiempos de niñez en mi barrió. Un barrio de un pueblo cercano a Madrid, dónde los chavales nos reuníamos en la calle a jugar y establecer lazos de amistad. Una de las actividades que tuvo su momento estelar, fue el béisbol. Ocurría que nos juntábamos entre 20 a 40 niños y niñas, juagando a golpear una pelota de tenis con bates de madera. Muchas veces tallados de ramas caídas de árboles de los parques cercanos.

Cómo pudo ocurrir esto, si en España no hemos dado un sólo golpe de efecto.
Lanzábamos la bola hacia los edificios de entrente, era una calle sin salida superior, por lo que pasaban coches sólo buscando aparcamiento. En ese momento, todo se paraba y nos retirábamos para que el automóvil en cuestión atravesará la mitad de la calle y el terreno de juego. A veces, la pelota bateada paraba en la ventana abierta de algún balcón, e incluso, en el mismo techo del edificio, pues a menudo se cambiaba la madera por el cordaje de una raqueta.

Sí es cierto, esta actividades proporcionaban un nivel de camaradería, competencia sana (en ocasiones enfrentamientos sin llegar la sangre al río) y diversión ante todo.

Así, recuerdo mis primeras incursiones en el béisbol.
No sé quién tuvo la brillante idea de practicar este juego, además de los más habituales claro está.
Lo que si recuerdo es haber visionado una película que me marcaría en edades tan juveniles. Ver entonces a Gary Cooper, tomando los mandos del equipo de sus sueños, entrando al Yankee Stadium y convertirse en un héroe de la sociedad americana encarnando al jugador Lou Gehrig, y enamorado de su sufrida esposa interpretada la guapa Teresa Wright y flanqueado por el omnipresente Walter Brennan. Cómo olvidar aquel discurso ante ojos atónitos y humedecidos por la trágica despedida. Mítico.

En Golpe de Efecto, mucho mejor llamada originalmente Trouble with de Curve, el director Robert Lorenz, su ayudante en dirección en películas como Los puentes de Madison, Mystic River y Million Dollar Baby (aquí en su primeriza e interesante puesta en escena en el rodaje), Clint Eastwood no encarna precisamente al héroe típico americano. Más bien, es el héroe silencioso, observador y oteante, de ruidos y silencios.
Porque en el deporte existe este tipo de personaje. Un ojeador que pasea sus ojos cansados por el tiempo y la experiencia, por campos de juego para futuribles. Pequeñas estrellas por descubrir de manos de estos avezados profesionales, pocas veces reconocidos.
Sin embargo, Clint Eastwood nos vuelve a tocar la fibra sensible. Una mirada o una frase jocosa suya, bastarán para hacernos inclinar ante su personalidad y naturalidad. Una micción de sinceridad, ante la cámara y el público. Admirable.

Trouble with the Curve, es una película sobre perdedores y vencidos. Pero, también de triunfadores en la vida. Por que el talento tiene que ser reconocido al final.
Además, posee un reparto muy acertado y correcto. Destacando a Amy Adams, como la hija del mismo Clint, una actriz que enamora a la cámara y al espectador en cuánto hace acto de presencia.
El béisbol es un nexo, un hilo conductor, para contarnos otras materias más relacionadas con el amor padre-hija, el amor más carnal y la amistad. Un vehículo para establecer un nido de relaciones y sacrificios personales. Para poder vencer hay que arriesgar siempre algo.
El resto del reparto, es perfecto, aunque con nombres como Justin Timberlake, John Goodman, Matthew Lillard, Robert Patrick, Bob Gunton, Ed Lauter, y el propio hijo del jefe, Scott Eastwood (perimiso concedido jiji); es evidente tenía que salir bien forzosamente.

Clint clava otro personaje en plena edad rabiosa de resistencia a la juventud. En este drama mezclado con la comedia romántica y ácida. Sonrisas y lágrimas a dósis justas. Todos buscan encontrar algo importante, Clint a su hija, la hija el reconocimiento y el cariño, el yerno futurible y su búsqueda por el amor de su vida, la gratitud de los viejos amigos de siempre, el castigo de los abusones y trepas, etc.
Pero, al final. Todo es un juego. La vida es un juego.

Un juego en el que se gana o se pierde. El viejo vaquero triunfador en mil duelos fronterizos, se va a encontrar otra vez sólo.
Apoyándose en su profesión y su pasión. Observando bolas con efecto, a la izquierda o a la derecha, altas o bajas, pero siempre intentando encontrar el camino recto de las cosas bien hechas. Capacidades innatas de un ojeador y fenomenal actor.

Debemos disfrutar de este mito viviente, llamado Clint Eastwood. Disfrutar de toda su experiencia y savoir faire, ante y detrás de las cámaras. Hasta en las pequeñas historias que se convierten en regalos cinéfilos que nos proporciona.

Por lo tanto, recomendable disfrutar de esta pequeña bola curvada, por momentos algo envenedada. Con una pequeña sonrisa dibujada en su cara blanquecina y amante de un guante de recepción. Si vale no es nada del otro mundo, pero...

Otro sencillo strike para Robert Lorenz, y su maestro, Clint Eastwood.

*** Buena ***

Trailer End of Watch (Sin Tregua), de David Ayer. Reparto: Jake Gyllenhaal, Michael Peña, Anna Kendrick, Frank Grillo, America Ferrera.


Trailer de la película Invasor, de Daniel Calparsoro. Reparto: Alberto Ammann, Antonio de la Torre, Karra Elejalde, Inma Cuesta.

miércoles, 8 de febrero de 2012

The Muppets: Los Teleñecos desempolvan la felpa.


El genio de Jim Henson.

Sólo de una mente abierta e imaginativa, podía surgir toda la creatividad y comicidad que surgió en un coqueto teatro... dónde se representaba El Show de los Teleñecos.
Jim Henson fue esa magnífica mente. Un mago de los sueños de niños, y mayores.

De la mano del director James Bobin, proviniente del mundo televisivo. Donde él y sus simpáticas primeras estrellas se desenvuelven a las mil maravillas. Este film es como un pequeño viaje mapa a través, jejeje, al mundo de la maravillas.
Con una Alicia muy especial, el confundido Walter. (Interpretado por Peter Linz).
Este mapa nos llevará desde un pequeño pueblecito a la gran capital hollywodiense, pasando por Reno, la costa azul y París.
Desembarcando en un teatro de Hollywood Boulevard. (Viaje que recomiendo a todos los cinéfilos como imprescindible, sobre todo, si vas viajando en coche por la costa californiana hasta San Francisco).

Con The Muppets nos encontramos ante una película entrañable.
Si todavía no has llevado a tus hijos, no se a qué estás esperando. (Sin embargo, quizás a ellos no les parezca tan mágica, no he podido comprobar este dato). Los mayores que comenzamos viendo este programa o Barrio Sésamo, y crecimos viendo films del estilo Dentro del Laberinto, Cristal Oscuro o la serie fantástica Fraggle Rock... podemos felicitarnos y recordar a los nuevos seguidores de la comedia infantil con guiños adultos, aquellas aventuras inolvidables.

Pues, este año 2012, Jim Henson Company y distribuida por Disney, vuelven a desempolvar sus viejos y añorados trapos.
Con ellos sacudimos las motas de polvo acumuladas en nuestras vidas, con su querida felpa. Y nos reencontramos, con todos los personajes creados por el maestro titiritero y un guión muy acertado, cara a estos tiempos de crisis.
Porque el mayor enemigo de The Muppets son los ataques mobiliarios y el abandono de los medios a la magia y la música, por programas de calidad ínfima.

Además, si el malo de la peli es el hombre rico. Sentado detrás de su mesa en su sillón de cuero giratorio, con deseos de amasar dinero gracias a la especulación. Es otro motivo, para estar al lado de los Teleñecos.
Aunque esté interpretado por el mismísimo y gran Chris Cooper (tiene un número musical que lo borda). Qué malísimo... y qué gran actor.

Por supuesto, cuando en la pantalla van apareciendo, Kermit the frog o la rana Gustavo, Miss Peggy, Animal, Fozzi o Gonso, no tenemos más remedio que soltar una amplia sonrisa.
Y además, su nueva historia transmite.
Algunas canciones están muy bien elaboradas y coreografiadas (tanto que se pueden hacer con el Oscar). Y los actores o estrellas invitadas a rescatar el mundo del trapo y los gags ocurrentes, son el ingrediente perfecto para no quitar ojo.

La interacción de los actores de carne y hueso, con los conocidos muñecos, funciona a la perfección.
Yo por lo menos, no me pregunté en ningún momento... ¿esto, está fuera de lugar o aquello no me lo creo?. Su fuerza es tan eléctrica y magnética, que el rock corre por las venas almidonadas de The Muppets. Cosa muy de agradecer para un viejo rockero como yo.
Sobre todo, si incorporan a sus filas a otro rockero de pro, Jack Black.
También podemos ver divertidos papeles de Rashida Jones, Alan Arkin, Zack Galifianakis, Emily Blunt... o el entrañable Mickey Rooney, entre otros.

Un divertido y amable Jason Segel, y su novia más divertida aún, Amy Adams, nos abren las puertas del viejo teatro abandonado.
Y en unas secuencias ya míticas, los teleñecos se proponen lavar la cara y devolver el cariño a todos sus seguidores. De varias décadas.

Ójala, las nuevas generaciones enlacen con los valores y la creatividad, que aportaron a nuestras antiguas educaciones. Sin ordenadores y el mundo digital que ha conquistado todos los formatos actuales.

Yo me quedo con Jim Henson (o su homólogo aventurero Ray Harryhausen). Con Miyazaki. Con Tim Burton y Henry Sellick. Y con Aarmand Studios.
Larga vida a The Muppets y el Rock.

*** Notable ***

Con todos Uds. los australianos felpudos... AC/DC:
Bueno, bueno... Ahora en serio... Ronnie James Dio y Holly Diver:


Lynyrd Skynyrd y Sweet Home Alabama:


Me voy a poner un poco más suave, con el chef:


Trailer del próximo trabajo "muy serio" de Amy Adams, con Joaquin Phoenix, Philip Seymour Hoffman, Laura Dern, Kevin J. O'Connor, Rami Malek, Jesse Plemons, Fiona Dourif, David Warshofsky, Lena Endre.
The Master, de Paul Thomas Anderson.

Cinemomio: Thank you

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