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domingo, 25 de diciembre de 2016

El Contable / Un Traidor Como Los Nuestros


The Accountant: un Rain Man, a tortas.

Todos recuerdan a Dustin Hoffman recreando a una personaje con un severo grado de autismo, confundido con su obsesión por el orden y la afectación de aquellos rasgos emocionales que confunden sus relaciones hacia los demás. Un individuo con ciertas particularidades personales, con el mismo derecho que los demás y poseedor de un alto cociente intelectual o dominador de otras funciones neuronales como el cálculo matemático. Aquel Rain Man retratado por un inteligente director como Barry Levinson (El Secreto de la Pirámide, Good Morning Vietnam), se aproxima en la letanía narrativa a este vivaz Contable de 2016, más flexible y estabilizado mentalmente que aquel recordado Charles Babbitt, al menos en apariencia.
Aquí, este hombre especial está interpretado por un Ben Affleck, calculado, dirigido por Gavin O´Connor y responsable de sus desgarros familiares, aventuras extremas u otros movimientos pugilísticos, tal que aquellos hermanos enfrentados en su notable película Warrior.

Para ello, el director cuenta con un entramado corrupto, dentro del espionaje más actual, que va desde una investigación en el seno empresarial hasta los primeros pasos de un pasado oscuro, por medio de un entretenido guion de Bill Dubuque (El Juez).
Los diferentes líos de Rain Man, provenían de la actitud egoísta de su hermano de pantalla Tom Cruise, también relacionados con determinados asuntos económicos y viscerales, pero este experto contable conocido como Christian Wolff posee otras características familiares, motivaciones artísticas y filantrópicas, o acciones que suceden a un aprendizaje erróneo o complicaciones derivadas de un tutor y combatiente, demasiado exigente. Por consiguiente, en el camino de tan desestabilizada situación personal y enigmática, se puede comprobar su extrema dificultad para relacionarse en la vida privada, apartándose de su labor profesional. Sentir determinadas apreciaciones o querencias, llamémosles habituales en nuestra condición de ser racional y emocional, especialmente si, en frente, se aparece la sonrisa cordial de Anna Kendrick.

En otro orden de cosas, The Accountant posee una trama camuflada, responsabilidades encubiertas y ejecuciones amorales, conflictos familiares, mientras se desarrollan atractivas escenas entre la pareja protagonista y un conjunto de grandes actores, como el duro Jon Bernthal o los ya experimentados, Jeffrey Tambor (There's Something About Mary, Hellboy), un apreciado todoterreno que siempre capta nuestra atención, tal que John Lithgow (Footloose, Rise of the Planet of the Apes) y no menos fiable, el genial redescubrimiento del panorama actual, un J. K. Simmons (Spider-Man, Whiplash), captador de miradas y poderoso recitado en su oficio de actor, desarrollando una magnífica tercera juventud profesional.
En nuestro mundo real, no es de extrañar, este conflicto generado en medio de un ambiente generalizado de corrupción, ni las radicales propuestas de una trama, que autoriza sus movimientos al margen de la ley. The Accountant lucha en un mundo plagado de oportunidades para el crimen global, por eso, el personaje de Affleck se defiende con todas las armas mentales y algunas sorpresas adicionales. Este Rain Man, no deja nada al azar, ni siquiera el arte.

Su inteligencia unida a la capacidad física, sirve para olvidar ciertas manías y desatascar, aparentemente, su vida cotidiana, como las tareas automatizadas, escrupulosa situación de los objetos u obsesiones propias de su carácter hermético. Se podría decir que, es el Bourne o Jack Reacher que acomete las justas más peligrosas, con el uso de números a fuerza de golpes. Así, su identidad se enfrenta a complicaciones generadas por su actividad ilegal, o no... su mente a esos procesos cuantitativos y pasionales, su ser al proceso educativo de la infancia y la imagen paterna de un guerrero, como el soldado y fracasado en su matrimonio. Manteniendo oculta esa desproporción modal y sistemática del héroe de acción, o sus habilidades propias del contable preparado para ciertas maniobras de combate exponencial, que chocan como unos suaves labios contra el cemento armado, o entre diferentes piezas del puzzle familiar.
Es mimético, desapercibido y perfeccionista, educado y pragmático, pues posee una mente programada para afrontar cualquier problema o cálculo milimétrico, resolver un conflicto con infinita puntería, o capaz de desmontar su praxis secreta, económica y solitaria, en favor de una labor más romántica. Como un posible Robin Hood de autismo controlado. Mente está estructurada, despierta y precavida, frente a dicha corrupción financiera y política. Sus manos precisas, como el ojo pegado a un objetivo último... contar y ser tenido en cuenta. Al menos, en el futuro cinematográfico.

La joven se fijó en él, en maniobra accidental y calculada sobre el cristal, ensimismada con su aptitud y brillantez, confundida por su frialdad comunicativa e íntima, atraída por un complejo entramado de datos y una mente dosificada. Uniendo los retales de un posible amor... en cambio, lejano. O´Connor se deshace en otros halagos, más dirigidos a los aficionados del género de acción, cerca del suspense con movimientos mafiosos alrededor, muchas acrobacias heredadas de aquellos agentes actuales y piezas de un ajedrez policial, que maneja una renegada con el rostro de la actriz sensual, nacida en Londres, Cynthia Addai-Robinson (Arrow).
En definitiva, entre golpes de ingenio (y otros más efectivos), tiros o corruptelas varias, El Contador contiene trazas interesantes, sin exagerar, transformando perspicacia e inteligencia, en un típico arma de destrucción masiva. Corrección dentro del denominado género thriller, con sorpresa final y matices que transitan ambos lados de la frontera del crimen, o fragmentos del comportamiento humano y el romanticismo huidizo. Puesto que, aunque se pierda en un simbolismo gestual o singularidad de una mente extraordinaria, desembocando en la personificación de Rambo y el combate cuerpo a cuerpo de un Bruce Lee de etiqueta, James Bond sin actitudes para la conquista o seducción, sus inclinaciones son culturales y altruistas, eso sí. Lo peor, algo de ambiente sensiblero en la última suma, multiplicación o división...

Soundtrack The Accountant, de Mark Isham:


Our Kind of Traitor: Traicionar a uno de los suyos.

Esta película titulada en España, Un Traidor Como los Nuestros, está más definida y desarrolla una trama articulada entre la casualidad y la mafia. Con una pareja conformada por el actor escocés Ewan McGregor, antes de la animación The Land of Sometimes, Trainspotting 2 o La Bella y la Bestia; y la londinense Naomie Harris (Moonlight, Collateral Beauty) que demuestra sus dotes para caminar sobre el alambre de los sentimientos y el fracaso de pareja, si bien, el mayor peso de los acontecimientos se desvían a la madeja de corruptelas, sobre la figura arrolladora en actitud criminal y el acierto vocal de un actor descomunal, como el sueco nacido en Gothenburg, Stellan Skarsgard. Él, es el padre y el amante llamado Dima, el engañado peligroso o el prestidigitador del engaño, el invitado en la boda y el Maestro de Ceremonias a este evento, a la vez, el prófugo rebelde y el jefe de la banda... el traidor, ruso traicionado. Será partícipe de El Hombre que Mató a Don Quijote, con próximas aventuras en el filme de Martha Coolidge, Music War and Love, Return to Montauk de Volker Schlöndorff y, echará una mano, a Borg/McEnroe del director danés Janus Metz Pedersen.
En muchas ocasiones (sobre las páginas de este blog cinéfilo), he comentado que un hecho fortuito o acontecimiento forzado a nuestras espaldas, puede modificar radicalmente nuestras vidas. Por ejemplo, que tu ayuda desinteresada puede modificar las expectativas de otros o significar, por el contrario, una tangible amenaza para dichos individuos involucrados. Es decir, la confianza es la madre de todas las traiciones posibles y venideras.

En Our Kind of Traitor, la directora Susanna White (La Niñera Mágica y el Big Bang), se propone el mismo juego a dos bandas, o bandos irreconciliables, que motivan un encuentro casual y causal. Demostrado con profesionalidad y visión posterior, que nada es tan artificial, sobre todo, cuando los protagonistas tienen dichos nombres y su ficción filmada posee matices, que desembocan en un sentimiento o vínculo personal, del cual es imposible escapar, sin permitir una especie de degeneración de la personalidad o, incluso, la pérdida de alguna vida.
Por eso, el guion del iraní Hossein Amini (Drive, Las Dos Caras de Enero), basado en una obra del escritor británico John Le Carré..., invoca a la aparición estimulante de un espíritu libre o provisto de cierta lealtad, con un personaje pragmático y decidido en los momentos oportunos, que persigue una acción consecuente. Ewan McGregor da vida a un profesor universitario, que verá su aparente tranquilidad enfrentado a una estructura piramidal, contagiosa y dramáticamente fiel. Esto es, un intelectual en crisis, enfangado en una vorágine de traiciones internacionales y débiles desencuentros en el extranjero, más emocionales que inteligentes, dado su función educativa.

Aunque todo el asunto se presenta sin excesos o florituras episódicas, la historia crece y se mantiene una coherencia argumental o suspense exponencial, para una coproducción entre Francia, Gran Bretaña y Rusia, sobre la amistad y otras relaciones, digamos, más interesadas. Pero, el verdadero protagonista de acusaciones, falacias y represalias, tiene la voz de un actor completo y el rostro ambiguo (para el bien y el mal) de Mr. Skarsgard, manifestado a través de su poderosa o pausada interpretación. Tanto que el espectador acaba arrastrado hacia su magnético encanto y su fuerza para representar individuos extremos y violentos, en esta ocasión, matizada con diferentes ejemplos, como padre de familia y acorralado protector.
Si bien, la estructura de sus relaciones familiares y negocios, se narren de manera incompleta al principio, casi testimonial frente a los conflictos y movimientos que se desarrollarán a continuación. Ambos personajes y amigos forzados, se conocieron en aquella fiesta privada como resultado de un secreto inconfesable o mortal, y el conocimiento postrero de otros comportamientos corruptos, pues de aquel silencio o una especial "omertá" azarosa... dependería el futuro de sus relaciones y sus propias vidas.

Como consecuencia (de aquel trabajo camuflado), la pareja protagonista tiene su peso en el desarrollo de los hechos adaptados de Le Carré, pero el punto final, está en la virtud cinematográfica retratando las acciones de políticos corruptos, venganzas arraigadas entre compañeros, vidas camufladas y, por encima de todo, en la responsabilidad profesional de Stellan a la hora de construir un personaje como miembro importante de la mafia rusa. Ya que el punto de ebullición, se eleva cuando cada secuencia encuadra su figura y matiza su presencia, cuando el micrófono se empapa con sus entonaciones clásicas, y por tanto, su vitalidad garantiza la acción, convirtiéndose en el principal atractivo de esta producción de StudioCanal, Anton Capital y Film4.
Las bifurcaciones del argumento clásico y mafioso, significan una resistencia numantina ante diversas acusaciones de uno u otro género, para desembocar en una terrible persecución personal, que no posee marcha atrás o niega la escapada a través de un callejón sin salida. Otra realidad, persigue la ocultación de los crímenes, en persecución de la familia y una acusación agravada dentro del contexto sanguíneo frustrado y de la lealtad, viciada.

Integridad, anonimato, personalidad, dudas, fortaleza interior... son motivos para acercarse a los dos retratos de la corrupción. Y los más importante, el acto de la traición que embarga los corazones en todas las direcciones posibles, dentro y fuera de sus familias, en oficinas y fiestas exclusivas, tratos ilegales y amenazas, por tierra y aire, ajustes de cuentas y encuentros inesperados; apuntando a un posible desencuentro internacional o escapadas al margen de los medios, del ambiente familiar o los cuerpos policiales, la presión o no, sobre el blanqueo de capitales, inversiones oscuras y salidas imposibles. Aquellos que, cinematográficamente, buscan el servicio a la sociedad, frente al enriquecimiento prematuro y dramático de sus cuentas vigiladas, escurridizas, ensangrentadas... son los nuevos héroes fuera de la ley, tras años de grises desfalcos movidos tras las fronteras tecnológicas y la receptividad comercial, transacciones envenenadas y vuelos a ninguna parte. Al final, la separación crítica es producto de todo aquello, por demasiada o escasa comunicación, algo desdibujada entre su nivel social, el tenis y unas vacaciones de conveniencia por Marruecos. Una línea salvadora, convertida en un infierno personal, entre Moscú y Londres, vía Alpes Suizos. Fin de la transmisión...

En esta organización del comentario, sobre el contexto de una inteligencia acosada o viveza sensorial, el diferente es el más cabal. Susanna White es mi ganadora (si bien páginas digitales den ganador al retrato Contable de O´Connor), por los pelos más matizados de Ewan, aunque ambos creadores dan muestras de calidad: películas de leitmotiv violento y clanes mafiosos, con loables actuaciones y evoluciones narrativas. Unas más efectivas que otras, pero de excelente calidad técnica y trazas de una salud envidiable para dicho género o secretos criminales.
Aquí, el azar inicial, gana un contrato incierto entre dos personalidades contrarias y cerebros distanciados, como diría la familia Corleone... por más de una cabeza de caballo de distancia, entre sus pies intranquilos y la almohada. O el baile de esta Traición.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Gone Girl.


A veces 1 + 1 no suman.

La filmografía del director nacido en Denver, David Fincher está repleta de características y evoluciones intransferibles como método para elaborar una historia entrelazada, tanto visualmente como en la manera que tiene de contar los sucesos en el horizonte personal hacia el entretenimiento artístico.
Desde la alienada, Alien 3 (quizá su trabajo más cuestionable) ya demostraría que su visión del terror, y del cine en general, tenía que ver con ciertos aspectos que luego serían su seña de identidad en los siguientes proyectos; con su pulcra y perfeccionista forma de rodar llegaría a desarrollar un complejo sistema de parámetros que circularían por sus nuevas películas. Siempre con una ambientación perfecta y la conjunción de un equipo bien engranado.

Cuando aparece el terror, Fincher pierde la sugestión por los escrúpulos y se zambulle plenamente en perturbar y conmocionar al espectador con giros inesperados y comportamientos escandalosos de ciertos personajes, también pudieran ser llamados monstruos. Esto se puede comprobar en El Club de la Lucha y su visión pretenciosa del terrorismo, pero más sensiblemente en su escalofriante Seven dónde priman los bajos instintos de la humanidad. Además de contar con otra de sus temáticas preferidas, la siempre cinematográfica Venganza con mayúsculas.
Es evidente que en el último film Pérdida (la Gone girl podría ser una Refugiada en el Acecho) lleva este aspecto de los ajustes de cuentas hasta su última gota de sangre en el terreno de la moralidad.

Todo aquello que pudiera desprenderse de su sencillo y nada llamativo título, gira alrededor de la mentira como su refugio exclusivo. Lógicamente como buen contador de historias, el cineasta se apoya en aquellas consecuencias que establecen estos comportamientos criminales, tanto en el ámbito de pérdida individual como en los diferentes juicios que plantean en la sociedad. Siento el público del cine, sus más ávidos seguidores de su plasmación cinematográfica sin comprometerse de manera personal. David Fincher se convierte en voyeur de la información que generan los demás en la sociedad.

Esta Perdida, está relacionada con algunos aspectos del cine de uno de los directores más gratificantes e inquietantes de la industria norteamericana, entre las grandes taquillas y una independencia que parece recuperarse de la mercadotecnia. Fincher no ha perdido su mano templada para reflejar la angustia que suscitan los celos o el sentimiento de posesión sentimental, luchando contra los convencionalismos y plantándole cara al tedio (a pesar de una duración extensa de dos horas y media), manteniendo los rasgos reconocibles por el espectador en anteriores trabajos.
Desde las zonas restringidas y cerradas de La Habitación del Pánico hasta la elaborada estrategia de las investigaciones policiales enfrentadas a las pretensiones económicas de los abogados y la temida justicia paralela que se produce en los medios de comunicación (Zodiac o The Social Network).

Sin embargo, tras todo este maquillaje exterior relacionado con la sociedad y sus preocupantes canales, Fincher propone hábilmente, y como es habitual, el juego entre un argumento práctico y la mente imaginativa del espectador. Reconociendo no haber leído el best-seller de Gillian Flynn sobre el que está basada la película Gone Girl, se muestran las intenciones del guión (adaptado por la misma escritora) que se bifurca en el amplio sentido del extravío en todos los sentidos. Desde el inicio, en lo interno y hacia fuera de la gran pantalla, resonando como un eco cuando se ha terminado el pase.
Por un lado, nos trasladamos a una desazón de los protagonistas (también con ese reto interior) mediante la colección de momentos extraños dentro de la institución matrimonial, es decir, con mediación del engaño, la ocultación y el sentido de posesión.

Mientras paralelamente a la lucha emocional que ejercen Ben Affleck (Argo) y Rosamund Pike, nuevos personajes aparecerán en la búsqueda por los distintos departamentos sociales que son para el director de Colorado parte del problema o de la solución.
Ambos actores se lanzan al juego, ofreciendo lo mejor de sí mismos, uno contraído por las circunstancias y empequeñecido ante las noticias que va descubriendo, sereno ante la cámara aunque los críticos con su faceta de actor prefieren a un Affleck suelto tras ella. La otra, dando una muestra de los registros contenidos en una mujer herida, con un aire de suficiencia que le permite haber construido uno de sus mejores papeles (junto a An Education) hasta la fecha. Enhorabuena, su interpretación bien vale algún premio.

En Perdida se abren esos juicios paralelos entre la prensa amarillista, la policía deseosa de una rápida resolución y la justicia, unido todo ello a un sentido del humor negro... negrísimo, casi imperceptible ante los traumáticos hechos difundidos.
Por el otro lado, mientras Mr. Fincher mantiene un escrupuloso rigor visual, se decanta por confundir con imágenes su propia opinión y dejar la sentencia en manos del público, zarandeado de una banda a otra como una caja de cartón con un misterioso contenido rodando a su libre albedrío. Y aunque, todo parece perdido, salpicado por la sangre y fuera de la ley, está atado con inteligencia y bien atado.

Este juego entre el argumento y el voyeurismo mediático, despierta la participación o la curiosidad, por lo que es imposible desprenderse de la acción sin emitir juicios continuamente y ejerciendo una fatal atracción hasta la última secuencia. No por casualidad, su filmografía contiene un título llamado The Game.
Gone Girl encuentra lo que buscaba, la pérdida en distintos niveles del emisor y el receptor, con preámbulos de otras películas para envolver una sociedad enferma con los lazos del amor. El juego y la lucha, el compromiso o la pasión desenfrenada.

Aquí, perdidos, nada parece lo que verdaderamente es, pues los puntos de vista son infinitos. Tantos como ojos observen los dramáticos, esperpénticos, sucedáneos sucesos. Zarandeándonos con la maldad intrínseca sacada de los pecados capitales, hasta jugar al gato y el ratón en tiempos del zodiaco. Todo encerrado y controlado desde su cámara que es la antesala del pánico y el caos psicológico, con tendencias al terror y el frío asesinato; siempre ayudado desde la interpretación de un elenco perfecto y sus colaboradores musicales Trent Reznor y Atticus Ross, acrecentado con una partitura tensa y enigmática, ese sentimiento de pérdida en una frontera u otra de la historia.

Si nos convertimos en una especie de juez, el filme y su carismático director habrán conseguido su desafío. La hipocresía tiene un carácter surrealista como una fotografía a destiempo, o exhibicionista, según las repercusiones lleguen a las redes sociales y medios de comunicación. Observar como el amor es un personaje más, que puede recorrer el sentido contrario al romanticismo exacerbado, al contemplar como Benjamin Button se deshace como un azucarillo en el tiempo y es devuelto por la corriente de lo aparente y aceptado socialmente.

Una de mis pasiones, es imaginar.
Imaginemos pues, esta relación enfermiza con síntomas de psicopatía como podría desarrollarse sin cámaras de televisión ni juicios al margen. Solamente en la intimidad de cuatro paredes cargadas de reproches y miedos... acaso, la pareja no se transformaría en los personajes cínicos y mentirosos de La Guerra de los Rose, dirigida por un Danny DeVito en plenas facultades.
Ya casi estoy viendo a Michael Douglas y Kathleen Turner colgados del techo, vapuleándose con tumores gangrenados y sentido del humor ácido salido de sus estómagos devorados por el odio. Recuperar los viejos tiempos y el amor perdido, o morir en el intento a base de vitriolo.

David Fincher ha sido seleccionado a los Globos de Oro a mejor dirección, junto a tres premios más. En Cinecomio aún restan un puñado de filmes académicos por visualizar, pero su candidatura no parece perdida en saco roto, por los comentarios emitidos en la red social.

*** Notable ****

Tráiler The War of the Roses (1989)


The Way he looks at Me - Trent Reznor y Atticus Ross (Gone Girl Soundtrack)

2



jueves, 25 de octubre de 2012

Argo: Yo soy Ben Affleck, director de cine.



De Persépolis a Teherán.

¡Qué bonita y buena película es Persépolis!
Interesante visionarla junto a esta Argo. Pero bueno, ese es otro film del que comentaré algo en otra ocasión. Comenzaré mi historia.

Un chico de Berkeley en California. Con ascendencia inglesa, irlandesa-escocesa y alemana, seguramente por motivos de trabajo de sus padres tuvo que ir a vivir lejos, cruzando el país hasta la norteña Massachusetts, un cambio considerable en los hábitos de vida para la familia.
Su padre un consejero sobre drogas, y con otros oficios más manuales, se centró en su carrera de escritor y acepta el nombramiento de actor y director en la compañia de teatro de Boston. Habitarían en una ciudad cercana llamada Cambridge.
Cambios.

El joven Ben Affleck junto a su hermano pequeño y talentoso actor Casey, se rodeaban de amigos y revolotean en movimientos artísticos, y conocieron a su primo lejano de nombre Matt Damon.
Existía una diferencia con la labor de maestra de su madre y la educación religiosa recibida. Así, desconozco los motivos (no vienen a cuento) se verían avocados al siempre triste divorcio de sus padres.

Sin embargo, Ben ya había participado unos años antes como actor infantil en alguna película y en series de Tv.
Después, y tal vez debido a la separación conyugal, se trasladaría a México durante una año y aprendería el español. A la vuelta, todo cambiaría y empezaría a relacionarse con ambientes más cinematográficos.
Aunque durante su etapa universitaria en Vermont, tuviera sus intereses en estudios relacionados con Oriente Medio, que no serían terminados por tener sus miras de futuro en el cine. Ben Affleck quería ser actor y Hollywood le llamaba a voz en grito.

Vista ahora, cuando Ben Affleck lleva ya bastantes años en la interpretación y ha comenzado su incipiente pero firme apuesta en la dirección de películas, podemos decir, que lleva una carrera con camino ascendente.
Además, parece que sus estudios universitarios le han servido para realizar Argo.
Sin duda esa preparación inacabada le capacitó con ideas para adentrarse en la historia de la crisis de los rehenes y el asalto a la embajada de EEUU en Teherán.
En pleno periodo de radicalización ante el protectorado al antiguo Sha y su familia, el film nos refleja una realidad oculta en ficheros hace algunos años desclasificados. Un Irán revolucionario por un periodo de 444 días que comenzaría en 1979.

Argo es una película compleja en realización, pero sabiamente eleborada por el actor-director, compartiendo ambas funciones a la perfección.
Y no es casualidad su nivel, pues se trata de su tercer largometraje acertado.

Si bien, la mayoría de espectadores conocen ese episodio trágico de un Irán malherido por las antiguas represiones y dispuesto a la venganza, también no es menos cierto que un servidor desconocía los mecanismos ocultos y poco estudiados de los pasos relacionados en el film.
La aparición en escena del agente de expatriación Tony Méndez (interpretado con acierto por el propio Affleck) y su curioso método, ha sido un motivo de celebración cinéfila personal. Gracias a un actor-director, anteriormente, maltratado por mí en críticas otrora justificadas.
Gracias Ben.

La carrera que comenzó ese niño, luego refrendada en el film Colegio Privado, junto a su amigo Matt Damon, Chis O´Donnell y Brendan Frasier, está dando sus dulces frutos ahora. Aunque, antes celebrabamos ya sus aparciones en los filmes de otro amigo y favorito, Kevin Smith (Mallrats, Persiguiendo a Amy, y otras algo menos interesantes).
Echando la vista atrás, me trago mis palabras y mis dudas sobre él. Adiós pequeña adiós, The Town y esta Argo, son algo más que un principio prometedor. Profiero un aplauso caluroso a, sobre todo, esta última cinta.

Argo tiene un elenco de secundarios magnífico, encabezados por dos auténticos lujazos, Alan Arkin y John Goodman. Sus momentos son un ingrediente más para esta historia con retazos de los intereses de juventud de Ben Affleck, a saber: aprendizaje sobre materias relacionadas con Oriente Medio, el maravilloso mundo de Hollywood y sus estudios cinematográficos, el humor de Kevin Smith, la acidez de Ben, la visión de la realidad mezclada con la fantasía, la dramatización de hechos históricos y culturales, y por tanto, las películas de ciencia-ficción.

Al final Argo va a ser ... una película.
Así, una película notable de Ben Affleck. Bien medida por é. Entre sus apariciones estelares como protagonista y su elaboración planificada como realizador, sin que se vea en pantalla interferencia entre la doble ejecución del rodaje.

Ben Affleck me empiezas a caer mejor. Jaja. Además, me he enterado que juegas al póker y eres fan de los Celtics de Boston.
Justo como yo. :)

**** Notable ****

Argo (Argo - Alexandre Desplat)

Argo Soundtrack - Cleared Iranian Airspace (Alexandre Desplat)

Hasta su nuevo film como director de titulo Live by Night, reparto: Sienna Miller, Zoe Saldana, Ben Affleck, Elle Fanning.

Cinemomio: Thank you

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