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sábado, 4 de agosto de 2018

Gold / American Made (Barry Seal).

El verano más sudoroso, por otro lado, lúdico, aventurero y vicioso.
Aquel que entre los diferentes estados de la antimateria, digamos humana, deja un hueco divulgativo, para conocer a personajes (digamos, más o menos reales) que mitigan los vapores alcohólicos y la alta gradación del ambiente casero. Pongámonos las gafas de aviador y volemos a parajes inolvidables o incomparables, para descubrir lo que esconden las existencias de aquellos que volvieron al asiento pegajoso de un Cadillac clásico o a un lugar indeterminado, entre la riqueza material o el deceso.

Dos vidas encauzadas a la acumulación y la urdimbre financiera, tenebrosa como una mina en la lluviosa selva Indonesia, plagada de enfermedades tropicales, o devastada como un vuelo de emergencia que portara un cargamento peligroso.
Así, tras temporada y temporada de esas últimas series, las más buscadas de esta o aquella estación, nos embarcamos en la memoria próxima, para surcar los cielos más disparatados u osados, sofocarnos al mando de ventilador manual e ineficiente, alrededor de la canícula que nos invita a meternos con otras historias incontables de cine.
Es tiempo para visitar la historia inconfesable, comentar algunas películas ya licenciadas, que se quedaron atrapadas en un buzón de la memoria sobre la isla de Borneo o abandonando la identidad de estrella fulgurante del Hollywood actual. Para colarnos de polizones de un piloto cuestionado, desde su tierra natal de Baton Rouge, pasando por arco iris químicos en Arkansas y fiesta de altos vuelos, hasta calzarse un viaje por las tierras nicaragüenses y el conflicto político-social. Sin complejos, una travesía por la ilegalidad, el engaño y el estraperlo, en busca de una vida de película.


Gold... o el porqué de un Torrente Dorado.

Un americano del Norte, no tiene porqué conocer a un personaje del cine patrio, discordante y pringoso, como el Sr. Torrente y su bazo. Pero, no cabe duda que la interpretación del actor Matthew McConaughey emula las andanzas de cualquier tipo interesado, que confabula interiormente y maquina un asunto, con todos sus movimientos patosos y los desafueros económicos. Si bien, ambos caminen por diferentes aceras de la verdad (ficción con realismo) o en sentidos "opuestos" de la ley. Que no apuestos, indudablemente...

Para ello, la historia verdadera se ve camuflada tras el aspecto de un individuo, entre simpático y desafortunado, que comienza una odisea hacia la degradación personal y la sorpresa de un negocio dorado, como la orina de un enfermo de fiebre amarilla.
Sirviéndose de otra transformación camaleónica, el irreverente Mr. Matthew se convierte en el empresario encargado de un Gold aumentado, de fortuna áurea, antes de que la herencia de su padre se evapore del todo, como un castillo hecho de polvos, no dorados. En este estado rocambolesco de la epopeya financiera, se alía de un geólogo intrépido, que alberga la esperanza de convertir otra montaña onírica en sociedad, con un apretón de manos. Sita en la isla de Borneo, en un valle repleto de oro, la combustión será inminente, viendo el futuro que el espera al de Texas, junto al actor de origen venezolano, Edgar Ramírez (Zero Dark Thirty, La Chica del Tren), dejando embarrada, esta vez sin dinosaurios, pero con dientes como aquella, a la bella y divertida Bryce Dallas Howard.

El director de todo este despropósito histórico, aunque rebozado de datos camuflados con su realidad, como tramas paralelas y panzas de postín, es aquel guionista del filme Traffic y director de la extravagante Syriana, Stephen Gaghan. Divertido recreando otra metáfora insaciable de la economía y el poder ilimitado, basado en mentiras o patrañas. Eso sí, aquí con un lujurioso sentido del humor y cierta mala uva como ramalazos dicotómicos, emprendedor Robin Hood o bobo estratégico, donde prevalece la interpretación de Mr. McConaughey y los giros dramáticos de este personaje acorralado por las deudas, o eufórico por la gran mentira y estafa.
Sin complejos, se ríen en el espejo físico y el descaro del relato macroeconómico, junto al padre interpretado por Craig T. Nelson (aquel marido acosado de Poltergeist, Increíble y en los Gritos del Silencio), Corey Stoll (involucrado en La Buena Mentira y El Hombre Hormiga), Bill Camp (Molly´s Game, Gorrión Rojo) o Tobby Kebbell, acostumbrado a transformaciones del tipo El Amanecer del Planeta de los Simios, Kong: La Isla Calavera o Un Monstruo Viene a Verme.

Sin duda, uno de los atractivos de la película, además de los grasientos peinados y las desproporcionadas interpretaciones, es la fotografía natural que acompaña a este submundo transversal entre aventura y negocio mayúsculo de grandes cuentas. Parajes espectaculares para un biopic relativo y romántico, que acompaña el guión aderezado de un ácido sentido del humor, que desengrasa la esperanza inmutable, la resistencia al fracaso y las consumiciones desproporcionadas.
Sin olvidar que una guerra es más cruenta, cuando el dinero está por medio. Que tras la caída de una endeble Torre Oscura, queda vida tras la MM con futuros papeles en White Rick Boy (un asunto de drogas juveniles), una comedia desenfadad titulada The Beach Bum y una travesía accidentada en Serenity junto a Diane Lane y Anne Hathaway. Que una peli de aventuras en la selva, está bien acompasada con ritmos de New Order, Joy Division, Pixies e Iggy Pop, y recuerdos de la voz tranquila del recientemente desaparecido Leonard Cohen.

Gold, quizá no sea la película más redonda, pero te desintoxica de una noche caliente de verano, te entretiene con un argumento enrevesado que crece como una estafa piramidal, observas los cambios e inteligencia de un actor como el gran Matthew, se sostiene cinematográficamente dentro de unos parámetros de calidad con el sueño americano o la gran pifia... aún sin un cheque en blanco en la producción de Black Bear Pictures... Más bien sin fondos o condicionados... o, a través de un contrato firmado en un servilleta. Auspiciado por la propia palabra, esa "verdad" y una amistad.

American Made (Barry Seal).

En esta divertida doble sesión veraniega (y algo volatilizada en el año 2017), tendríamos al inefable, incombustible y radiante Tom Cruise, vestido en cueros como piloto atípico. Juerguista imaginativo y falsario contrabandista, destaca en este filme como notable intérprete de confusiones reales y removedor de mierdas varias en la gratificante ficción que desarrolla del pasado. Pues, la no demasiado remarcada por la crítica, Barry Seal, o El Traficante, o allá en tierras del otro lado del Atlántico, American Made, es una entretenida versión del personaje histórico, polémico y algo desconocido para el gran público.
Barry Seal, ex-piloto de la Trans World Airlines o TWA, envuelto en extrañas y explosivas circunstancias, que reflejarán el destino próximo de sus andanzas y otras voladuras de tarro. Convertido en traficante de pequeñas cantidades de anfetaminas, al estilo voladizo de Breaking Bad, sin tanta fórmula o catástrofe aérea en el jardín de casa, aunque si tensión competitiva con aquellos cocineros. Real convicto y retenido por las autoridades por sus frecuentes juergas y elegido como confidente de la CIA, sino la invariable y húmeda trena, durante las siguientes horas y dramáticas actividades en las peligrosas o sufridas tierras de Nicaragua. Sombra de una época, sobre suelo y cielo americano.

El gran sueño americano, hacerse poderoso y activar todos los centros recreativos de tu cuerpo, en el menor tiempo posible, al mando de un Mr. Cruise desaforado en el tramo acrobático y adictivo por tierra o aire. Bastante desfasado en el sentido etimológico del buen actor y dirigido por un buen amigo neoyorquino, conocido como Doug Liman. El mismo de El Caso de Bourne y productor de la serie Impulse, el próximo director de la esperada película Chaos Walking basada en un guion de Charlie Kaufman, con la galáctica Daisy Ridley, Tom Holland y Mads Mikkelsen, y otra vez compañero de fatigas fílmicas, dirigiendo a Tom en una Live Die Repeat and Repeat (segunda parte de Al Filo del Mañana) más un scifi titulado Luna Park.
Mientras en estas tierras movedizas de American Made, aterrizando sobre campos de marihuana en Sudamérica, infectados de RR, no Rock&Roll de la banda sonora, sino del recuerdo histórico de Ronald Reagan, del Irangate, con el negocio de la Contra nicaragüense y los movimientos de los carteles de la droga colombiana. Con las figuras destacadas de los capos Jorge Ochoa y Pablo Escobar, interpretados por el actor mexicano Alejandro Edda (Narcos) y el colombiano Mauricio Mejía.

Lo principal de esta historia verídica, es que está tratada como una auténtica aventura cinematográfica al estilo clásico de Hollywood, con claros contrastes ochenteros y gracias al ágil guion de Gary Spinelli, animado de otros interesantes actores como Sarah Wright, E. Roger Mitchell (Sully), el camaleónico Caleb Landry Jones (Get Out, Three Billboards Outside Ebbing, Missouri), Lola Kirke (Gone Girl, The Leftovers), Domhnall Gleeson (Ex-Maquina, The Revenant) y un actor subido en la cresta de la ola permanente como Jesse Plemons (Fargo, The Post).
Toda una evolución psicotrópica de aspectos individuales, mezclados con la política y la sociedad de 1984, que debería termina dramáticamente, como una paradoja diabólica del alias Barryman. Entre el entretenimiento nihilista y libertino del personaje, la situación económica o los entresijos internos de CIA, DEA, el NFLS de plena actualidad y aquel cartel de Medellín (Colombia). Con el sentido estratégico de un golpe final majestuoso de espionaje, sonado cambalache en labores de inteligencia e infiltrado sobre un peligroso avión militar, de apellido televisivo y cinematográfico, como el Fairchild C-123 Provider. Ah, y un solitario asiento de un Cadillac.

Tom Cruise lo clava como vividor sin límites y mercenario clandestino, refresca la noche calórica con esta divertida película que toca todos los palos de un buen suspense. Traidor en beneficio propio, a través del lavado de dinero, traicionado en condescendiente perspectiva y seguridad, que termina en el silencio de Florida.
Según dictan los grabados periodísticos de la época, la CIA habría movido grandes cantidades de dinero para salvaguardar el futuro de aquella Nicaragua, con la globalización del consumo de cocaína y un paso a EEUU, que se confundiría aún más, tras negaciones de todo tipo y un misterioso suicidio. Además, como dato anecdótico del personaje, existe una producción de 1991 de la mano de HBO, de padre racista, fue compañero del infausto Lee Harvey Oswald y aquel piloto del mito Howard Hughes, se convertiría en el más joven en dirigir un Boeing 747 y ser despedido. Todo un carácter de aterrizajes aguerridos...

Si no acabas desquiciado por el consumo y los tratos gubernamentales, con tus huesos entumecidos por la humedad selvática, machacados por un episodio trágico, recordemos a dos profesionales y dobles de acción fallecidos durante el rodaje sobre los departamentos más polémicos de Colombia... si te has salvado del derretimiento en el sofá... ¡qué son casi 4 horas! Sobre todo, transgresoras, emocionantes y recalcitrantes... algo sudorosas.
Lo dicho, se trata de una buena época para revivir aventuras de todo tipo y con historias atípicas, adentrarse en estas personalidades increíbles que, sin ser demasiado conocidas, trasmiten pasión por el cine, situaciones verídicas y te pueden hacer saltar alguna que otra... carcajada. O no, una mueca risueña... por el calor.
Siempre de humor cítrico y turbio, como una buena y refrescante limonada. Otra interesante propuesta de cine selvático... Con Matthew y Tom... ¡qué monada!

Tráiler Serenity, de Steven Knight.


lunes, 28 de agosto de 2017

La Momia / The Circle.

La Momia: Un Roto para un descosido...

Como si se tratase de una eternidad, las Momias cinematográficas no han tenido demasiada suerte con sus representaciones o vicisitudes históricas en el Séptimo Arte. Además, el tiempo borra en la memoria, las huellas simbólicas y literarias de algunas de ellas...
Sin embargo, desde este humilde blog y mis palabras de admiración de otra época, rendimos homenaje al hombre que cambiaría la disposición del espectador de terror. El director texano Tobe Hooper, reconocido por películas como The Funhouse, Poltergeist y, por descontado, La Matanza de Texas, nos ha dejado, sin darnos tiempo a apagar la motosierra traicionera de nuestra cabeza. Mi reconocimiento a su mirada artística, su poder visual y trabajo imaginativo, d.e.p.

Hubo un momento en la historia del cine, donde las grandes "majors" se encargaban de proporcionar luz y muchas sombras, a los profesionales que se dedicaban a crear universos imaginativos o terroríficos, como los de la gran Universal fundada por Carl Laemmle. Un empresario alemán promotor de éxitos como El Fantasma de la Ópera, El Jorobado de Notre Dame o Frankenstein, y derrotas económicas, además, serián precursores junto a Disney de la fuente original, que inspiró a crear el actual imperio animado a partir de aquel sencillo conejo llamado Oswald.
Teniendo que enfrentarse a la barbarie de Hitler, se convertiría desde otras localizaciones menos beligerantes, y el cine mudo, en propulsor de sus insignes estrellas de la gran pantalla. Desde intrépidos visionarios como Erich von Stroheim o Fritz Lang, magníficos con rostros angulares, a los monstruos de la interpretación de nuestros sueños y pesadillas. Frente a la mirada de Lon Chaney, Bela Lugosi, Claude Rains, recorreríamos pasillos estilizados y mazmorras. Y por supuesto, sin olvidarnos un actor total de la transformación, sin tapujos, cicatrizado en mil rostros más uno... el maestro Boris Karloff.

Sus miles de facetas ´monstruosas` en apariencia, pero, con un humano y cálido motor en su interior, demostrarían que el horror romántico, traspasaba los textos hacia la nueva imagen y la luz sombría del cine. Su enorme calidad como intérprete de farándula entre sueños y pesadillas, demostraría con La Momia que el pasado, además de apasionante, también se podía convertir en arte expresivo y miedo filmado. Dirigida por Karl Freud en 1932, se basó en la historia escrita por Nina Wilcox Putnam y Richard Schayer, que se ha ido sacudiendo el polvo (a veces sin demasiado esmero) y levantando de su tumba ancestral.
Luego, llegarían las versiones de la británica Hammer, que tengo algo desubicadas en mi mente, y las siguientes producciones con protagonismo de las escenas de acción... y aquí paramos y nos hallamos.
Gracias a la pasión que levanta la historia del Antiguo Egipto y las artimañas (o deseo de conocimiento de los Hombres) y el interés de un productor de origen mexicano como Roberto Orci y, por descontado, el pasado de guionista de Alex Kurtzman. La dama de Egipto se revuelve sin gracia hoy, sobre los vestigios de una película en blanco y negro, muy diferente del original, La Momia.

Sin embargo, sus anteriores productos poco exigentes, no predecían nada bueno, como La Isla, La Leyenda del Zorro, Misión Imposible III, Transformers o Cowboys vs. Aliens, y algún trabajo escrito más destacado como Star Trek into Darkness, The Amazing Spider-Man 2 o la dirección de People Like Us. Así, destacamos su próximo proyecto igualmente relacionado con clásicos de terror, actualizando esta vez (crucemos los huesudos dedos) a una Novia de Frankenstein, que nos podría causar algún temblor de angustia, ¡ay! (suspiro de España).
Porque el celuloide se ha burlado de nos. No ha hecho justicia con sus mensajes de división metafísica y territorial, a través de la propagación de una corriente difusa, como el advenimiento de un gran poder oscuro y peligroso. Ya que acaba resultando una especie de broma, un caramelo con un gran envoltorio y putrefacción narrativa en su interior. Pagado de forma millonaria, eso sí.

En el extremo curioso, se observa la confabulación de males, no exentos de riesgos con las actuales condiciones contractuales y esos accidentes ocasionados en los rodajes actuales. Preguntándonos, si están seguras nuestras estrellas, recuerdo a dos grandes como Bruce Lee y su desafortunado hijo Brandon, al igual que un ataque al corazón para Tyrone Power rodando Salomón y la Reina de Saba, o la caída de Roy Kennear en El Retorno de los Mosqueteros y el horrible accidente de aquella macabra Dimensión Desconocida. Nuestra mente es castigada, con un nuevo accidente para Tom Cruise en el set de Misión Imposible 6, o la de uno de esos admirables trabajadores, que sustituyen a las estrellas en determinadas acciones peligrosas, para darnos cuenta de la carnaza mediática y adrenalínica. Como el caso del infausto motorista, en las arriesgadas acrobacias del filme de Marvel, Deadpool 2... pero, el cine es también pasión o aventura.
Más dolores de cabeza para los productores, en evoluciones sobre la cuerda floja de la responsabilidad y tantas evoluciones sobre transparencias estéticas.

Regresando al tema y los dioses... De las últimas representaciones visuales o programas sobre momias, me quedo con esos programas emitidos por el canal de televisión Discovery, con el título El Enigma de las Momias, recopilando sobre el terreno, datos o materiales descubiertos en yacimientos arqueológicos sobre el Imperio y otras épocas de nuestra historia, para descubrir el pasado de los personajes y los hechos de aquellas muertes. Sus afamados faraones, sus vestigios embalsamados o los estudios realizados con las técnicas modernas de investigación (en diferentes circunstancias) que ofrecen información sobre los últimos instantes o vetustas imprimaciones de cuerpos caídos en la historia de la Humanidad.
Entonces, abierto a la curiosidad innata, sin demasiada capacidad de asombro o proximidad visual, me acerco a la producción de La Momia y sus aspiraciones de mitología romántica, para establecer el duro y cansino, paso del tiempo. Alrededor de aquella historia indeleble de la Literatura, para encontrarme con lo temido... un uso inadecuado de los conjuros y las vendas.

Una vez, asegurado el futuro del Rey maduro de Hollywood y su reina entre la vida del Imperio y los muertos de hoy, nos congratulamos de que el golpe no llevara a Mr. Tom a una cámara criogénica sin retorno, para poder acercarse a Barry Seal: El Traficante, de Doug Liman. Podríamos decir que los dioses le han dado oportunidad al hombre y no la ciencia... lógicamente, este comentario es un chascarrillo desafortunadamente diabólico, por mi parte. ¡Gracias a Anubis y la anciana Isis de nuestras entretelas...! Viendo el panorama actual.
Es decir, esta momia actualizada parece realmente, bastante falseada y rentable. Pues, ni sus propios compañeros de viaje, el exitoso guionista David Koepp (Jurassic Park, La Guerra de los Mundos), junto a la actriz Annabelle Wallis (Annabelle I y II), la estilizada belleza de Sofia Boutella como reina del Mal (Kingsman, Star Trek Beyond o Atomic Blonde) o un desestabilizado mental y físicamente Russell Crowe, acaban de sacar del pozo decadente, ni salir indemnes de los males desencadenados por el furor de unos ojos, quizá, demasiado digitales.

El caso de La Momia, es que no da miedo... lo intenta al principio con su profusión visual o conceptual, pero termina con una acción decrépita y maldita, solamente recomendada para seguidores de algún dios o diosa. Imágenes como despropósitos del pasado argumental, de futuro caprichoso y divino, como representantes actuales del mundo artístico o del deporte... figuras agasajadas por el oro y los súbditos, que se alzan con sopor sobre detalles incrustados de piedras preciosas.
El resultado de todo el caos, es el mareo. En tierra firme o cubiertos de arena, nada parece encajar, como un rebozado vuelta a vuelta y el servicio de una croqueta vendada y salpicada de inventos. Un remake agasajado por el beso de ayer, un ojo aventurero por ósculo de Isis. Gota de una esencia faraónica, que es derramada en sangre binaria y mortal, pero muy diluida por las interpretaciones lineales y el escaso suspense. O el miedo desenterrado a paladas de frustración. Porque, algunos somos los herederos de aquellos textos que leímos y degustamos de jóvenes, futuros aprendices del cine y sus magos de la antigüedad.

The Circle:... o una venda en los ojos.

Por consiguiente, las productoras deberían replantear, si despertar a algunos muertos, de esta forma tan insustancial y tortuosa, es aconsejable. Parece que sí, si se hace bien (caso de Penny Dreadful), viendo las propuestas modernas que se basan en la programación y la globalización comunicativa, arraigada en nuestras mentes. Y, en bastantes casos, aborrecida...
¿Se merecen las escrituras, ser vilipendiadas con ráfagas de creatividad actual? Para ello, hay que saltar muchos sortilegios basados en conjeturas, poco imaginativas... De otra forma, por supuesto, no. Si no vas a respetar las formas y garantizar el entretenimiento, es mejor dejarlas descansar en su sueño eterno y literario.
Hemos entrado en otro contexto y situación peligrosa, cuando los dioses o posibles gobernantes, son mentirosos o invisibles. No fantasmas, sino falsos que se esconden tras cientos de acólitos, atrapados en las redes.

En este lado de la ética temporal, nos hallamos frente a una aventura dirigida a jóvenes acuciados por las prisas para alcanzar el éxito profesional. Su casa onírica, es The Circle. Cuyos criterios de popularidad son confusos como las confusas redes sociales (imagina, no mejor recuerda, aquel capítulo de Black Mirror y sus créditos), esparciendo la semilla de productos no tan elaborados, ni imaginativos. Repeticiones y reproducciones cansinas, donde reside un texto poco equilibrado intelectualmente.
Por tanto, The Circle escrito y dirigido por James Ponsoldt (Off the Black, The Spectacular Now), se podría definir como una película que pretende esa rotundidad o perfección narrativa, pero se aproxima a la etimología de un queso de Gruyére repleto de agujeros, por los que se escapa esa esencia sociológica buscada. Siendo sustituida por un aroma simple a, ya visto y retuiteado cientos de veces, a lectura de best-seller pasada por el tamiz del presupuesto y los beneficios. Una y otra vez...

Esta producción basada y catalogada en imágenes, por el escritor Dave Eggers (Un Lugar Dónde Quedarse, A Hologram for the King), nos introduce en una pesadilla ideológica, que parece demasiado real y terrorífica. Una guía desnaturalizada del humanismo, que nos introduce en el mundo digital y globalizado, a través de una empresa tecnológica con agujeros en el procesado, no por el contagio de virus externos, sino... desde dentro. Controlando la interesada información y nuestro pensamiento. Lo mismo que la actualidad política y social, pero pasado por el tamiz inocente del producto juvenil, que nos entronca con el rostro de la actriz Emma Watson... ya desprendida de la capa mágica. No de la mente...
Realmente, hasta que se centra en lo verdaderamente importante e interesante, las vicisitudes de la estrella cinematográfica y sus compañeros, demasiado aleccionados y perdidos, es un auténtico dolor de cabeza. Aunque la idea permanece ahí, flotando en la nube. Como otro fantasma mediático, dispuesto a apoderarse de todo, de nuestra voluntad y controlar nuestros próximos movimientos.

Ahora, Miss Watson, se aleja de conjuros para centrarse en etapas más maduras, poco a poco... quitando el pie del acelerados o el dedo del ratón. Aquí, en El Círculo, se hace acompañar por otros elementos que, de manera desgraciada, parecen fuera de lugar y ofrecen sus nuevas interpretaciones a ramalazos, con un resultado dispar.
No he notado demasiado afortunado a Tom Hanks, en su papel de visionario informático o demagogo, ni al espacial actor londinense, John Boyega, próximamente en de las calles de Detroit de Kathryn Bigelow, al Pacific Rim: Uprising de Steven S. DeKnight o el episodio IX de Star Wars. Tampoco, por desgracia, al recientemente fallecido Bill Paxton, D.e.p. que vaya racha llevamos... y seguiremos comprobando hasta nuestra misma despedida... del gran Jerry Lewis.

Decididamente, por unas situaciones caóticas narrativamente o demasiado presuntuosas en el contexto global de la historia. El Círculo es una encerrona de probabilidades tecnológicas sin salida, más ruido que nueces, que te va introduciendo en lo valioso o fundamental... los seres humanos no nos entendemos, y la expansión de la comunicación nos ofrece toda una gama de estúpidos comentarios o intereses comerciales y sociales. Recovecos donde se esconden conciencias abusadoras, frente a otras frágiles para su manipulación ideológica, pregones en red que tratan de captar con engaños, e imágenes intoxicadas por la provocación, la inmoralidad o la estulticia.
Todo lo que avala el poder corrupto, esta insinuado en su parte final. Lo que ocultaría una organización de ese tipo, tan revolucionaria supuestamente, cuando en realidad es lo de siempre. El control de la sociedad, la enemistad y el odio al contrario, es decir, la búsqueda de individuos uniformados, teledirigidos o agasajados por la idiotez de las apariencias sociales.

También demostraría, lo minúscula y débil, que podría ser una adolescente en su campo gravitacional de relaciones falseadas o este agujero negro de la información. Pues, la compañía The Circle, ya existe y se está degradando a pasos agigantados. Es un monstruo que viene dispuesto a devorarnos, sentados en nuestra confortable seguridad de una cueva mental, que desafiaría la fuerza de los mecanismos de un estado o la educación de nuestros hijos.
Un método pensado por algunos interesados y dictadores melodramáticos, para establecer sus propias leyes o reglas, su cohorte de edecanes. Más interesadas en lo oculto y decadente, que en satisfacer los deseos de una sociedad, cada vez más espiada o controlada, y por supuesto, despiadada con los fuera del círculo. Da miedo, pero es real... ¡Todo tan cristalino y poco transparente!

Por tanto, la película es este escaparate que, únicamente, muestra lo que quiere enseñar. Mientras los demás, observan sin percatarse de las señales de peligro, y una minoría intenta escapar del tumulto, aún ilesa, viendo el panorama.
Lo grave es, un mercado donde todo se compra y se vende, hasta el alma digitalizado o la personalidad real de los participantes, en lo que ya no es un juego divertido. Hasta el control de tu propia voluntad o inteligencia.


Tráiler Barry Seal: El Traficante, de Doug Liman.


martes, 1 de julio de 2014

Al Filo del Mañana: Tom Cruise en pedazos.

Un filo con diferentes aristas.

Se utiliza la expresión, pasar sobre el filo de la navaja, como transcurrir una época alocada y con vistas a correr cierto riesgo (tanto físico como psíquico), pues bien eso es lo que ocurre con Tom Cruise en esta película del director neoyorkino Doug Liman.
Tom parece estar viviendo su particular día en el que se predice el fin, no del invierno sino de la propia juventud. No me gusta referirme a la edad de las personalidades que comento, pero en el caso de los 52 años del actor nacido en Siracusa tiene un rigor casi científico. El descubrir el número de veces que se simula el ocaso y posterior renacimiento de su eterna etapa adolescente o de personajes de acción con cierto romanticismo.

Sin embargo, en el caso de Al Filo del Mañana, es un resurgimiento hiperactivo por medio de un traje hecho a la medida para la batalla y una casualidad sanguínea que le introduce en un agujero espacio-temporal. Ocurre como con su carrera que acierta en algunas ocasiones y yerra en otras, una de cal y otra de arena (lo veremos ahora que se anuncia una nueva entrega de Misión Imposible, Top Gun y Jack Reacher, seguro), una película interesante y otra un pequeño desatino. Siempre intentando no romper con su imagen de estrella juvenil y conquistadora, de héroe de acción sin tregua o volviendo a repetir los errores del pasado (aquí cada uno tiene sus pequeños bodrios en la mente).

Como en Edge of Tomorrow, título en inglés, Cruise parece estar en el filo del mañana.
Quizá debería olvidarse de aquella fama de actor en superproducciones y osar a adentrarse en pequeñas películas independientes de mayor calidad argumental, pero no está por la labor de ello, y favorecer la brillantez de cintas como Magnolia en oposición a participar en un nuevo Van Helsing. Ya veremos que mañana nos deparan todos estos proyectos. De momento hemos descubierto que esta película no ha triunfado en la taquilla americana, pero sí ha recuperado parte del dinero en producción en el resto del mundo. Algo está cambiando con nuestro amigo Tom.

Así, en la película que comento de ciencia ficción, Tomo es vapuleado una y otra vez en una especie de reencarnación (sin nueva juventud) sólo acaparando conocimientos en la guerra contra los invasores. Eso sí, al menos en esta ocasión se distancia de la imagen de conquistador de jovencitas al uso, compartiendo una visión diferente del amor con su compañera y protagonista del filme Emily Blunt. El ligue contenido por la emergencia en resolver el asunto extraterrestre en el guion de Christopher McQuarrie, autor de Sospechosos Habituales y Jack Reacher.

Emily Blunt se ve involucrada en otro caso parecido, reviviendo el incipiente enamoramiento con las dotes en la lucha, pasando por una etapa parecida a la de Cruise, con aciertos cinematográficos y no tanto. Próximamente la veremos a las órdenes de Rob Marshall junto a Johnny Depp y en el filme Sicario de Denis Villeneuve (que carrera de tres filmes lleva con Incendies, Prisoners y Enemy), es otra historia.

En el aspecto técnico, tenemos a Doug Liman con el éxito a sus espaldas de una entrega de Bourne, pero aquí en su versión más recalcitrante como en el caso de Sr. y Sra. Smith o Jumper. Bueno, tampoco exageremos, no es tan desafortunada. Si tiene los efectos especiales destinados al público de blockbusters e imaginación limitada, pero tiene algunos gags con cierta gracia y la reiteración en las imágenes es un juego de descubrimiento y segunda oportunidad, al estilo día de la marmota. Aunque sin la gracia de Bill Murray, por supuesto.
En la parte negativa, tenemos a nuestros viejos amigos los marcianos de formas de calamares, mitad mecánicos como en Matrix y mitad conciencia común para la conquista de la tierra. Y la oportuna confección de los trajes de moda para combatirlos, la moda de Robocop haciendo furor en las últimas temporadas, con aciertos muy dispares en producciones recientes.

La gracia de ver el desembarco del día D, aprendiendo de los fallos como una suerte de Murray pegando tiros y ejercitándose es el placer bélico de la cinta. No quiero que se entienda mal con las comparaciones, esta Al Filo de la Mañana es otro ritmo, otra película e historia. Algunos incluso se divertirán viendo hincar las rodillas una y otra vez al bueno de Cruise ante la invasión de estos chipirones a lo V.
Al final veremos una ensalada de metralla y explosiones para acabar con una mente no muy agraciada en tonalidades flúor, que te hacen olvidar las ocurrencias y gags anteriores. Perdemos el hilo (que no el filo) por los subterráneos de París, en penumbras y un plasma modernista y colorido, también la conexión con los personajes protagonistas y secundarios a los que habíamos tomado cierta empatía.

La papeleta se arregla con la liberación mundial de la especie humana. ¡Pues vaya!
La sangre es lo que tiene, que siempre tira al monte como las cabras. Una salida de ADN que puede poner en marcha el reloj de nuevo. Uno, dos, tres... cómo te iba diciendo.

** Pasable **

lunes, 8 de abril de 2013

Jack Reacher: La diferencia entre el bien y el mal.




Del conflicto a la interpretación.

Nunca hemos reconocido en Cinecomio a Tom Cruise como un actor de carácter, pero hay que reconocerle un rostro capaz de hacer dinero en todo los trabajos que haya realizado. Esto le supone una "mérito-cracia" en lo referente al público, ya que ha sido vituperado en sus films en infinidad de ocasiones (seamos o no seguidores de su forma de entender el cine). Tom Cruise siempre ha representado el espectáculo y el glamour de Hollywood.
Nosotros aquí le reconocemos su valía en el aspecto de superar una dislexia (le impedía leer y escribir con cierta displicencia) durante su juventud. Por tanto, hacer frente a un problema con un cierto grado de superación.

Jack Reacher parece un papel hecho a su medida, con todos los tics de sus papeles de duro de sus comienzos, pero con la diferencia de un peso elevado en la mente del actor por los años de rodar por los platós. También es el segundo trabajo del director Christopher McQuarrie (ahora se habla que pudiera enfrentarse a otra entrega de Misión Imposible) y autor de algunos guiones de éxito como Sospechosos Habituales. Por lo cual, se puede decir que Jack Reacher tiene una base argumental por encima de la media de otras producciones semejantes.

Cabe la posibilidad que el comienzo de una película se propague como un reguero de pólvora, en el cual el espectador se ve arrastrado y enganchado a la historia. El director McQuarrie consigue dicho efecto, sin la presentación del rostro mundialmente conocido de Cruise. Pone en los primeros minutos de metraje toda la pirotecnia necesaria para crear una ambientación de thriller policiaco atractiva, con el terrorismo internacional y el espionaje industrial en escena.
Tampoco aparecen otros rostros, protagonista principales del filme, como la pareja de sufrimientos interpretada por Rosamund Pike, ni la sugestiva imagen de dos buques insignia de la cinematografía americana como Richard Jenkins o el querido por todos Robert Duvall. Siempre una imagen mayestática de saber estar en estos dos grandes actores.

El guión de Jack Reacher, en manos del propio director basado en una novela del británico Lee Child (como dato curioso aparece en un pequeño papel en la película como sargento de policía) nos adentra en una trama de espionaje y asesinato, algo confusa en algunas de sus partes. Sin embargo, consigue mantener el ritmo de la trama hasta el final sin demasiados problemas.
Cuenta historias sobre seres escapándose de realidades o de pasados afilados en sus carnes. Hasta aquí, todo correcto y con cierta contundencia en las imágenes y diálogos.

Sin embargo, las deficiencias aparecen con la suficiencia de los gestos y acciones del protagonista, cuando el policía militar se convierte en una máquina de matar y un cerebro superior a la media de sus enemigos. Por otro lado, el aspecto de galán arrollador y atractivo de Tom Cruise con las mujeres de cualquier edad, es un hecho que no me preocupa especialmente, más bien, lo ignoro en la crítica actual. Pero, está ahí.
Las tensiones que se derivan en los encontronazos (más o menos esquivos) del policía militar en la clandestinidad y la abogada interpretada por Rosamund Pike (Orgullo y Prejuicio, An Education) producen una extraña y misteriosa pareja. Y el director explota una imagen de dureza con cierta ambigüedad al romanticismo.

La tensiones derivadas de la acción principal, quizás, conforman los altibajos que sacan al espectador de la trama en ocasiones, cuando el flirteo y la profusión de atractivos sexuales y sentimientos no redondean las relaciones con el género femenino en el film. Jack Reacher se mueve en los terrenos de la profesionalidad y los medios de combate cuerpo a cuerpo... pero solamente en los barrios, parques y puentes de Saltsburg, Pennsylvania, dónde está rodada la acción.
Ahora bien, esto no es óbice para la consecución de otros retos al alcance del guionista y director. La investigación pseudo policial (por estar al margen de los actitudes habituales de los mandos policiales) depara encuentros con lo más interesante de la película, sin lugar a duda.

Profusas y espectaculares escenas con tiroteos y la aparición en escena de los malos de la cinta, con un peso sin parangón para un grandísimo Werner Herzog en el papel angustioso y maligno al extremo de The Zec. También acompañado de forma terrorífica por un puñado de matones y asesinos a tener en cuenta, y alguna sorpresa que hay que desmadejar en su visionado final.
La violencia de gesto y mirada del maestro Herzog, es suficiente para conseguir un estado de alarma y deseo de su próxima aparición en la gran pantalla. Sin concesiones, este actor y genial director de filmes, y sobre todo documentales, simplemente con su profunda y arrastrada voz nos prepara para caer en la maldad absoluta.

Para finalizar, como la trama en algunos momentos se hace espesa y rebuscada, con una investigación que produce instantes de pérdida del hilo argumental, y algún que otro papel cuestionable para mi gusto, diremos que en la maldad radica su esencia.
Sin esta acciones reprobables y herzognianas, no sería lo mismo. Por lo tanto, podemos acreditar que os divertiréis con Jack Reacher y su semejanza a otros personajes ochenteros del cine.

*** Interesante ***

Oblivion, de Joseph Kosinski (TRON: Legacy). Reparto: Tom Cruise, Nikolaj Coster-Waldau, Morgan Freeman, Olga Kurylenko, Zoe Bell, Melissa Leo, Andrea Riseborougn, Lindsay Clift.

Películs Mud (Barro), de Jeff Nichols (Take Shelter). Reparto: Matthew McConaughey, Jacob Lofland, Tye Sheridan, Reese Witherspoon, Michael Shannon, Sarah Paulson, Ray McKinnon, Sam Shepard, Paul Sparks, Joe Don Baker. Espectacular elenco.

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